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11/01/2024

ES MI DEDO MEÑIQUE

Se trata del dedo meñique, del mío. Hace mucho tiempo me di un trompazo de campeonato. Andaba en tiempos de tribulación. Y, a pesar de seguir los consejos paternos, y evitada la mudanza, tuve un percance. Después de que el cirujano tratara de reconstruir mi quinto hueso metacarpiano, con éxito parcial ya que le sobraron elementos calcáreos que quedaron olvidados en la bandeja metálica del quirófano junto a otros útiles quirúrgicos; digo, después de la labor excelsa del cirujano, y ya sin vendajes, recuperada la movilidad hasta poder ponerme el sujetador sin ayuda, le comenté al instruido que había quedado más corto mi dedo chico de la mano izquierda, que el de la derecha. Aporté sin dificultad prueba gráfica. Añado aquí la calificación de mano catastrófica aportada por magnífico fisioterapeuta que pospuso su jubilación ante el reto de recuperar la movilidad de MI dedo meñique. Distinta fue la versión del médico que, pronto en la respuesta, me dijo: “Bueno, es el meñique, ¿para que usa usted el meñique?” Pues doctor, SU meñique no lo uso yo para nada, es más, no me interesa, pero el mío, me sirve. Y no estoy pensando en actividades de semáforo, feas costumbres que se disparan cuando uno no se siente observado y para las cuales el dedo más fino resulta conocidamente útil. No.

Mi dedo meñique lo uso para lo que se me antoje. Es más, su cambio de longitud ha afectado a mi escritura, a los mandos del portátil, así como a mi conducción. Ha perturbado a mi saludo, que ahora disimulo, como la sonrisa. Por no hablar de mi autoestima. "Irías a ser ciega, que Dios te dio esas manos", me decía padre. ¿Qué me diría ahora? ¿Dónde vas con ese dedito?

Como MI/SU meñique, cada uno tiene SU suspenso, su-suspenso en inglés, en matemáticas, música o educación física. Sí, ¿qué pasa? yo suspendí música. Según mis parientes fue porque, a pesar de mis enormes orejas, tengo un oído enfrente del otro. Pero no era por eso, era porque no sabía copiar en los exámenes. Nadie estudiaba ni música en esas épocas, copiaban hasta los listos. O tocabas la flauta hasta aburrir a los vecinos. Pero yo no. Así que me catearon. “Es para que se esfuerce la niña!, Así se motiva para la próxima evaluación”. A mí no me motiva que me den una mala nota. Me motivan otras cosas, pero un cate, no. "Te he suspendido porque quiero que saques un 10, tu eres de matrícula". Es que yo no quiero un 10, ni un nueve, no; lo que quiero es quitarme esta asignatura, ¡hala! una menos. A la porra. La ambición es suya, no me la transfiera, profesor. “Te apruebo a condición de que saques un seis en el siguiente examen”, vale. “Hazme un trabajo, entrégame los problemas”, eso me motiva. Igual que me motiva un regalito al hacer la compra, un descuento. Yo soy muy de conformar. A nada que me empujes me vengo arriba. Me encanta acumular cupones para acceder a chismes inútiles.  Que los regalos no se rechazan, no señor.

Igual que MI meñique, es MI duelo. (O TU duelo, entiéndaseme) Porque esa gente ilustrada, leída, como mi cirujano, que me dice “hija, pero olvídate”, ya ha pasado mucho tiempo. ¿Les digo yo acaso cuando olvidar? Pues déjame a mí, con mi recuerdo y con mi pena y mi meñique. Ya va a hacer más de un año, de dos, de diez, de 50, que se fue, que murió. Tienes que asumirlo. ¿Quién te dijo que no asumo? ¿Es porque no he vuelto a subir a las montañas? ¿O no he caminado más hacia la fuente por el camino umbrío? ¿Acaso lo dices porque no quiero pisar los adoquines de la ciudad del esgrafiado en sus fachadas? ¿O porque no dejo de subir allá donde volaron sus cenizas? No estoy majareta, sé que no va a volver, ni el tiempo pasado ni mis muertos. El derecho a la tristeza es como el de la pereza, personal e intransferible, y mientras no haga daño a nadie,…es que, ¿a quién le afecta?

¿Qué es eso de que tu meñique no sirve para nada? El tuyo a mí no me sirve. ¿Qué eso de que no te vistas ya de negro, que los padres, tu hermana chica, la mayor, tu hermano del alma murieron hace tanto? Que al fugado se lo llevó el viento o el mar no te lo devolvió. Ese momento en que se apagó la luz a partir del cual nada volvió a ser lo mismo. ¿Quién me va a impedir ser estatua de sal? Hay cosas que no caducan.  El anímate no sirve de nada. Solo remangarse y caminar juntos. Lo demás son patrañas. ¿Qué todo depende de cómo te lo tomes? Sí. En parte sí. Pero es mi dedo meñique, eso no me lo quita nadie.ie.

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