Este parece un tema para llamar a la radio y que cada uno diga cuál es su bocadillo preferido. Todo vale en el mundo del bocata. O casi todo. Basta con que el pan sea bueno. Lo demás son detalles y sólo marcan sutiles diferencias entre las especialidades. Un detalle que marca diferencias es que todo el bocata esté lleno, esto es, mejor sin pico, porque al pico no le suele llegar condumio. Además es bueno que esté partidito el "asunto" de manera que cada bocado tenga su relleno.
Hay ingredientes mágicos: los pimientos: Un pimiento rojo le dice mucho a cualquier bocata, por ejemplo un buen bocata de atún de lata y pimientos es difícil de superar. Valen pimientos asados y de piquillo, de lata. Sin problema.
Un clásico son los de calamares del Brillante. No sé que secreto guardan. Esos calamares que no son elásticos, tiene el rebozado perfecto y el aceite justo. Puedo olerlos ahora mismo, el recuerdo es tan nítido que es presente. Oigo a los camareros detrás de la barra invitando a la gente a probarlos.
La canallada en versión bocata es el 'rapidillo'. Esto es, en plan madre con prisas. Pan tipo chicle. Alguien lo guardó en una bolsa de plástico. No hay dos mitades separadas completamente, sino que el cuchillo no ha llegado a cortar del todo en dos el pan. Y el relleno: pegote de Nocilla durito, recién sacado de la nevera, o un par de rodajas de salchichón tiradas a boleo, que no ocupan la superficie entera de la miga por mucho que lo recoloques. O el típico que tiene una sola loncha de jamón, lomo o lo que sea y al primera bocado te llevas el contenido que masticas como puedes y te quedas con el continente en la mano vacío, sin relleno. (Como habíamos empezado a indicar en las instrucciones del buen bocata, esto es lo contrario) Una pena.
Pero para gustos los colores: El clásico bocata de chorizo de Pamplona, le echa un pulso, con pan rico, al que se ponga por delante. Donde esté el chorizo de Pamplona, con todo su colesterol, su grasita, que se quite el chorizo pata negra. Tampoco están mal los chorizos de Cantimpalos. Puede ser frito también, o al horno. Y si hablamos de salchichón, cualquiera vale. El bacon es un valor seguro. A los quesos les va mucho una rodajita de tomate. Cuanto más fuerte sea uno más le dice el otro. Si el queso es fundido pega con todo, filete de lomo, pimiento verde frito, panceta...Por supuesto no se puede olvidar el jamón, del negro, con todo el tocino. Sin pan también está rico el jamón. Bocata de torreznos, de patatas fritas de bolsa o de las de la tortilla. Bocata del camino. De tortilla francesa o de patatas. Bocadillo de morcilla, de la pringá del cocido. Pepito con un filete que boza. Siempre hay que conseguir que la grasa no sea excesiva para no ponerse perdido. Y tampoco los ingredientes deben ser excesivos para poder morderlo sin que se descuajeringue. A ser posible al dar un bocado se debe conseguir que el resto siga integro y no sea devorado al primer mordisco todo el contenido y te quedes con el continente.
¿Y ese bocadillo de mantequilla con azúcar? Ya no se estila. Pero tenía su punto.
En plan fino uno de mis favoritos es el de pastrami, o de salmón, con pepinillos y mostaza, entre dos rebanadas de pan de molde, si es negro, mejor que mejor. Pero en el momento actual de la cocina, lo que no lleve rúcula o canónigos, menta o albahaca, una gota de vinagre de Módena y cebolla crujiente...no tiene derecho a entrar en el arco del triunfo del bocadillo.
Pero para gustos los colores: El clásico bocata de chorizo de Pamplona, le echa un pulso, con pan rico, al que se ponga por delante. Donde esté el chorizo de Pamplona, con todo su colesterol, su grasita, que se quite el chorizo pata negra. Tampoco están mal los chorizos de Cantimpalos. Puede ser frito también, o al horno. Y si hablamos de salchichón, cualquiera vale. El bacon es un valor seguro. A los quesos les va mucho una rodajita de tomate. Cuanto más fuerte sea uno más le dice el otro. Si el queso es fundido pega con todo, filete de lomo, pimiento verde frito, panceta...Por supuesto no se puede olvidar el jamón, del negro, con todo el tocino. Sin pan también está rico el jamón. Bocata de torreznos, de patatas fritas de bolsa o de las de la tortilla. Bocata del camino. De tortilla francesa o de patatas. Bocadillo de morcilla, de la pringá del cocido. Pepito con un filete que boza. Siempre hay que conseguir que la grasa no sea excesiva para no ponerse perdido. Y tampoco los ingredientes deben ser excesivos para poder morderlo sin que se descuajeringue. A ser posible al dar un bocado se debe conseguir que el resto siga integro y no sea devorado al primer mordisco todo el contenido y te quedes con el continente.
¿Y ese bocadillo de mantequilla con azúcar? Ya no se estila. Pero tenía su punto.
En plan fino uno de mis favoritos es el de pastrami, o de salmón, con pepinillos y mostaza, entre dos rebanadas de pan de molde, si es negro, mejor que mejor. Pero en el momento actual de la cocina, lo que no lleve rúcula o canónigos, menta o albahaca, una gota de vinagre de Módena y cebolla crujiente...no tiene derecho a entrar en el arco del triunfo del bocadillo.
Solo hay una excepción para mi, y es el bocadillo de aceitunas. Una vez le dije a mi padre que qué problema tenía con los valencianos. Cuando llegábamos a Valencia siempre se enfadaba. A mi me daba terror su voz enorme. Nos perdíamos sistemáticamente para llegar al puerto. Yo soñaba con que al año siguiente supiera llegar. Pero de un verano a otro cambiaban el sentido de las calles o simplemente mi padre no se aclaraba. Entonces preguntaba y los paisanos nos liaban más todavía. Mi madre no ayudaba mucho porque acostumbra a dar consejos de copiloto peatón. Esto es, no tiene en cuenta que va en un vehículo. Sus indicaciones son de carácter instantáneo, sin tener en cuenta que estás circulando a 50km/h ni las calles prohibidas o giros impedidos. El caso es que yo tenía amigas valencianas muy majas. Y no entendía. Le pregunté a mi padre qué pasaba con los valencianos. Me dijo que eran bobadas suyas, que lo único raro de ellos es que se les atribuía el disparate de que comían bocadillos de aceitunas. Nos reímos. Al llegar a la playa un día se lo conté a mis amigas. Me miraron sorprendidas: "¿Y qué pasa con los bocadillos de aceitunas? ¡Están buenísimos! Sin hueso, claro." Por ahí no paso. Padre. No te preocupes.
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