Seguidores

07/12/2016

SI TU NO ESTÁS AQUÍ, NO SÉ...

La pérdida es adimensional.  La ausencia más que  auténtica es incomprensible. Tanta pena no sabes abarcarla,  no te llegan las manos. Es difícil de manejar, no es dócil. El torrente de lágrimas llega de pronto y el manantial parece siempre abastecido. Te refugias en el abrazo, entrelazas tus brazos a la altura de tu estómago para consolarte, para intentar contenerte. Para calmar el hipo de tu respiración entrecortada y húmeda.
Cuando murieron tus padres no volviste a esa casa, tu casa. Nunca. No volviste a pasar por delante, a pisar tu calle, la calle donde viviste toda tu infancia. La calle que recorrías con tu abuelo cuando le acompañabas al Casino. La calle que bajabas para ir al cine con tus hermanos. La calle por la que paseaste tu sonrisa abierta y tus encantos, tu felicidad. Los rizos se fueron cayendo y empezó a poblarse tu barba. Pero lo que tienes desde siempre es la integridad. Te distingues de otros en eso. De ahí que siempre hayas podido sonreír. Has estado en paz. En paz con tu pasado. En paz con tus creencias. En paz con tus amigos. Por tu justicia y tu coherencia. Podías escuchar sin ofenderte. Eras impermeable a la estupidez, que no al dolor de tus seres queridos. Eras un hombre serio, sí. Eras un hombre austero, sí. Pero siempre seguiste tu propio sendero. Por eso transmitías tranquilidad. Por tu coherencia. Creías en el esfuerzo. Mantuviste el interés y el tesón hasta el último aliento, como si siempre hubiera un mañana. Como si el futuro no te lo fueran a robar. 

Ahora entiendo que no quisieras pasar por tu casa, con su esgrafiado. Yo tampoco quiero ir a la mía. No quiero ver que no estás. Que nunca estás. Que te has ido. Me queda una suerte de consuelo de esta forma, es como si estuvieras de viaje, como si justo ahora no te he encontrado. No quiero saber que te has ido del todo. Ahora que soy mayor y estoy más cerca de ti. Estaba. Ahora que siento que converjo. Sentía.

Paralelas vienen siguiéndome; espacio y tiempo juegan al ajedrez ahora tú, no dejes de hablar, somos: coordenadas de un par....


Soy egoísta y me hubiera gustado que te hicieras viejo, lo que nunca fuiste. Eras mayor y estabas enfermo. Pero nunca fuiste un anciano. Egoístamente pienso que estarías aquí y podría disfrutarte. Tantas veces siento ganas de contarte algo que ha pasado, comentar contigo un éxito de un pariente. La felicidad que noto en tu yerno al verle hacer lo que le gusta. Te quiero llamar, preguntarte una duda, contarte un chascarrillo. Compartir un libro. Un paseo. Hacer fotos del mismo sitio. Escuchar una y otra vez la misma anécdota. Egoístamente. Porque para ti hubiera sido sobrevivir y no vivir. Perdóname por intentar retenerte. Perdona.

No hay comentarios:

Publicar un comentario