Hay frases históricas. Hay citas memorables. Están los dichos y los refranes. Pero en número uno del ranking mundial de las frases están las ínclitas, las maravillosas, el rock duro de las madres o los padres. Esas promesas imposibles. Esos juramentos que no hay manera de cumplir. O las afirmaciones radicales, que no admiten respuesta ni la piden. Incuestionables y ...que solo las pueden decir ellos.
Una frase clásica: "si no decís quién ha sido os castigo a no salir nunca más" ¿qué es nunca más? En una serie vi un día que un padre amenazaba a sus hijos con suspender la navidad. Ese es el extremo de las amenazas. "Como sigáis peleándoos paro el coche y nos volvemos a Madrid" Los hijos se quedan mudos a pesar de que saben en su fuero interno que llegarán a Motril, porque allí veranean todos los agostos, toman filetes empanados y tortilla en la playa. Se queman. Se ponen camiseta para bañarse porque no les gusta echarse crema.
"Que no me entere yo de que se meten contigo" "Se la va a cargar tu amigo". ¿Cómo? Si no sabe quién es. Si no ha pasado nada más que tu mofletudo hijo, el fantástico y maravilloso, el mejor de los mejores, ha llegado llorando y se le ha ocurrido decir que ha sido Miguel, que le ha quitado la merienda. Será verdad o no la historia. Pero ni el padre va a ir al colegio mañana a quitarle el donut a Miguel, ni el hijo lo ha pasado tan mal porque se quedara su chocolatina. Otras veces ha sido al revés. Pero ese padre que en un pis pas va va a arreglar la vida del hijo es lo mejor del mundo. Mira al padre y sabe que ya nada será lo mismo. Porque nadie tiene un padre tan fenomenal como el suyo. Es todopoderoso. A nadie le quiere tanto su padre como a ti te quiere el tuyo. Ya veremos mañana quién se atreve con mi merienda.
Pero la mejor es sin duda "Es la primera vez que me siento hoy". Una madre cuando llega a casa empieza a brujulear, que si la plancha no está recogida, a ver qué hay de cena, qué me pongo mañana, qué se ponen los niños. Falta algo en la nevera, salgo un momento a por cebollas. Da igual que tenga ayuda en casa, que trabaje solo en casa o también fuera. Las tardes siempre están llenas. Es una especie de tic nervioso. La madre recorre la casa buscando errores, comprobando posiciones. Dobla calzoncillos o enrolla calcetines. Recorre como un susurro los rincones del hogar. Lo toca todo, chequea las esquinas. Pasa una vez y otra por el mismo sitio, por un detalle olvidado. Es como los animalillos que se rascan al levantarse. No se puede evitar. Viene con la información genética. Por eso hay un momento en que esa madre se sienta y de ahí no la mueve nadie, ni para meterse en la cama. Todo lo tiene que hacer antes.
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