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29/03/2020

LA VIDA ON LINE


Con toda la informática y los medios que tenemos, es tronchante lo de las clases on line, por Skype, por zoom. La verdad es que los profesores se lo están currando. Y los alumnos. Y es que una hora on line es neta. Dura exactamente una hora. Y hay que preparar mucho material para llenarla. Pero no estabamos prepararados, los chascarrillos no funcionan igual a traves de la red que cuando estas vieno a la gente en carne viva.

A las 7:00 suenan las alarmas y los progenitores se levantan. Los niños se retrasan un poco, remolonean: con suerte amanecen media hora antes de empezar las clases. La mayoría se lava la cara y los dientes y se peinan, se plantan una sudadera encima del pijama y se conectan. No hay mundo alrededor. La verdad es que tienen picos importantes de concentración. 

Antes de que empiece la jornada, chatean con los compañeros, como si estuvieran en la puerta del colegio. La infraestructura no es fáciles, algunos se apañan con móviles. Se ditribuye la familia por la casa para evitar en lo posible las interferencias. El padre cruza en salón. “¿Dónde está el iPad? Tengo una reunion de departamento a las 9:00”" ¡Papaaaaa!" "¡Uh! ¡Si estás en clase! Perdón, perdón, me quito. Pero si no has entrado todavía, ¡hola Tomás! ". "Papaaaáaaa" "Me voy. Saluda a tu padre"

Cuando ya están casi listos. "¿Qué contraseña es hoy? ¿A quién tenemos a primera hora? Mates, ah, vale". La profe es la que llega tarde, no le funciona la wifi, o su hijo ha cogido todos los datos. “¿Qué tal chicos?, Buenos días. Vamos a empezar donde lo dejamos ayer”. “No profesora, ayer no tuvimos clase con usted, somos la B”. “¡Ah! ¡Es verdad!” No lo es, como Ana Mari se chive, se entera. “Entonces, tema nuevo, empezamos con la representación de funciones”. Ponte tú a explicar asíntotas on line. Y eso que, con la broma, es la tercera vez que empiezan. “¿Me seguís?” “Síiii, profe” “Juan, no te he oído”, “es que no le funciona el micro”, lo ha colado Ana Mari, solicita. “¡Ah, vale! ¿Y dónde está Andrés?”. “Es que le dolía la tripa, se ha ido al baño, ha mandado un WhatsApp al grupo de clase”. Ana Mari es la misma de siempre. El chaval no podía pedir permiso y su pantalla está en pausa. A segunda hora hay lengua, que si el sintagma nominal o el verbal. Tela. Hacer un análisis sintáctico on line es de premio. Biología, química, ácido más base, sal más agua. Los hidrocarburos, todos llenos de ces. “Ana, tía, dile a tu hermana que se calle, o vete a otro cuarto, que no se oye nada!” “No es mi hermana, es mi madre que tiene una reunión por Skype y en su cuarto no llega la wifi, ¿qué quieres que me vaya al cuarto de baño?”

La imaginación al poder para explicar así. Además, sin poder ver si están tomando apuntes, una cara en la pantalla, es todo lo que hay. Si el que baja la cabeza se ha quedado frito o está concentrado no es fácil saberlo. Al menos las asignaturas de letras parecen más sencillas de explicar. Aunque mantener la concentración y la atención es duro. La historia, la literatura, al filosofía. Sin interrupciones se llega de la prehistoria a la Revolución Francesa en una semana. Pero el arte, el dibujo, son de nota. Hay maestros y docentes magníficos que graban videos, envían preguntas. Si es difícil controlar una clase in situ, que no será una clase on line.

Luego ocurre lo que me contaban los niños, que a uno le están resolviendo una duda y el gamberro de clase suelta una broma, normalmente una rima subida de tono, para hacer reír a todos y claro, también lo oye el profe. Se enciende. ¿Qué contesta Miguelón?, “No, profe, no era para usted, me lo estaba diciendo para mí mismo”. ¿Para sí mismo? No se le ha ocurrido nada mejor su manida exccusa. ¿Cómo le castiga la profe? “Miguel, te silencio”.  Le silencia. Y entonces el cachondeo ya es mayúsculo, porque por el grupo de clase empiezan a mandarse mensajes. Como papelitos. ¡Para sí mismo! ¡Jaaa!. Y ya el profe ha perdido el control. Están todos muertos de risa. ¿Cómo se requisa un móvil a distancia? “Miguel, al rincón”. “¿A cuál, profe?” “Al que quieras”. Se levanta y se le ven los calzoncillos y unas pantuflas de Rayo MacQueen. Ya las risas se cuelan en directo. Se le ha olvidado que no llevaba pantalones. ¡Miguel! ¡Fuera de clase! Expulsado. Pero profe, si estoy en mi casa.

Examen oral, intentan ayudarse unos a otros, que no es fácil, porque el profesor maneja la situación. “Felipe, la guerra de los 100 días”. La imagen de Felipe está congelada, aparentemente. Se está haciendo el muerto. Todos a una “se le ha ido la wifi”. “Pues tu, Jimena”, Jimena se congela también. Es contagioso. Le va a dar la risa. En ese momento, detrás de Jimena aparece su madre “¿Qué os apetece comer hoy?” “¡Mamaaaa!” “¡ah, que todavía estás en clase! ¡Uy perdón!”. Y todos se rinden. Muertos de risa. Vuelve el padre de la compra, ha salido pertrechado y todos se contienen en lanzarse a él, que les cuente qué hay ahí fuera. “¡Cuidado chicos, que me tengo que lavar las manos

Quien les iba a decir a estos chavales que echarían de menos el colegio. Y quieren descansar de esto en Semana Santa. No me lo creo.


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