¿Pero, cómo puede ser que un posible heredero al trono de la Pérfida Albión, corona donde las haya, se deje manejar cual marioneta por una actriz de moda de la que se encaprichó? Alguien en la línea de sucesión, con su bagaje y su experiencia. "Me traigan a la chica esa que hace de abogada". Se haga. Del mismo modo que otro aspirante hizo lo propio con una locutora. Esa que le quitó la mano del hombro a la abuela de sus hijas y coló su diminuta silueta entre el objetivo del fotógrafo y las niñas. Tal si las protegiera, ingenuos dálmatas, de la mismísima Cruela. Entre reinas anda el juego. Esa que se aburre de saludar al pueblo, al que hace bien poco pertenecía, con parientes humanos, que sacan chuletas en los exámenes o sufren dolores con los que no soportan vivir. Lejanos a la divinidad que otorgan oropeles y coronas. Lejos del trono. El Trono lo quiero para posarme sobre él, y satisfacer mis deseos, los mas sublimes y los mas perversos. Esa, insisto, que reprocha al cónyuge que se entretenga, obviando que es su misión hacerlo. Pero eso es otra historia. De otra manipuladora. Porque al cabo, los Reyes son Reyes y la plebe, el pueblo llano. Y la distancia infinita entre ambos es la que hay entre un Dios y un humano. En realidad no son seres miscibles. Vivimos en el mismo planeta pero en mundos distintos.
Por todo eso, Henry, controla a tu parienta. Vamos a ver: Mendel, hace ya unos años, enunció sus leyes. Nos las enseñaron con guisantes, con tulipanes, ovejas, en fin. Aplicado al hombre se traduce en que la "unión", con resultado de bebé, entre un hombre de raza blanca, de árbol genealógico sin mácula; con mujer mulata, por clara que sea, de padre o madre oscuro, antepasados negros; puede dar como resultado un bebé de color. Y cuando digo de color, quiero decir de color negro. Basta de bobadas. Así es que ¿por qué a Isabel, Majestad, no iban a rondarle tales pensamientos? Isabel, que departió con Winston, y con Margarita. No su amor. Doña Isabel, que ha aguantado con estoica actitud las bobadas de sus hijos, tanto propios como políticos. De la que se ha hecho una serie que ya la querrían para ellos muchos gobernantes. Porque se trata tu figura con verdadero respeto ¿A quién no se le pasó por la cabeza lo del color? ¿Es acaso racista ser conocedor de la herencia genética? ¿Lo son los científicos? Esta chica es muy mona, un pivón, sí. Pero malmete. Tiene mucha mala leche. Y no hay peor defecto que ese. El ''yo no quiero decir nada, pero" ¡zasca!. El "te lo digo yo que lo sé de buena tinta". Chavala, la monarquía podrá ser derrocada, considerada o no un sistema arcaico y decadente. Tachada de obsoleta por propios y extraños. Cada uno puede pensar y votar en conciencia, pero no te erijas en portadora de una bandera que va contra la sangre que fluye por las venas de tu propio hijo. Es la misma savia. De color azul, esa sí. No te hagas cabaretera. No metas cizaña, no intentes abrir grietas en su relación con sus parientes. Porque aunque ganes esa y todas las batallas, habrás perdido la guerra más importante. Le habrás quitado a tu marido y a tu hijo, lo que más vale, su familia, sus orígenes, sus raíces. Por mucho que les des, jamás repararán esos lazos. Y aunque no te importe, y aunque no te enteres, esa merma, siempre va a ser su roto y tu tendrás tu mijita de responsabilidad.
Odio a las manipuladoras, odio que ganen siempre, odio que abusen de la bondad o de la tontería. Porque está mal engañar a un tonto o aprovecharse de un buen hombre. No hace falta ser duquesa para ser un bicho. Abundan en todos los estratos.
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