¿Has sabido la noticia?
- ¿Qué noticia?
- La de Juan, ese pobre carpintero tan amigo de papá.
- ¿¡Pues cómo?! ¿Qué le ha sucedido?
Así empezaba un relato que nos contaba mi abuela cuando éramos pequeños.
Con ojos redondos y oídos atentos devorábamos la historia y cada una de sus
palabras, que siempre eran las mismas. Un sábado detrás de otro contaba idéntico
relato, exactamente de igual manera. Entonación teatral y ondas en la voz para
atrapar nuestra atención y entretener las tardes de invierno al calor de la
camilla y el brasero. De noticia a desgracia evolucionaba el cuento, de una vez
a otra.
Me dan ganas de decir ¿has sabido la noticia? Ante los acontecimientos
que últimamente se agolpan en el telediario, en Twitter, emisiones
radiofónicas, etc. Pero no me da tiempo a digerirlo todo.
De verdad pienso que no merecemos a nuestra clase política. Para mí, se
salva sólo una mujer que trae vientos africanos. No es que esté de acuerdo con
lo que dice o piensa. Es que me parece la única que es de mi planeta. No voy a
decir nombres. De los demás, ni uno. Ni el astronauta, que mira que tiene mérito y debe ser un fenómeno. Podría con alfileres aceptar a alguno.
Pero no puedo arriesgar. Serán muy buenas personas y querrán mucho a sus
parientes y amigos. Pero el César tiene que ser algo más. No se me ocurren
muchos ejemplos de irresponsabilidad comparables a los de nuestros supuestos
representantes entre la clase votante, no dirigente. A mí no me representan.
En general no doy crédito a la deslealtad nunca. No por bondad propia,
sino por perplejidad ante la maldad ajena. Me sale pensar que se trata de
errores u olvidos, antes que reconocer en alguien a quien respeto o admiro
cometa un acto de falta de escrúpulos en cualquiera de sus posibles facetas. No
soporto que se falte a la palabra. Nos
hemos dado la mano. Eso me encanta. Pero lo que están haciendo los
políticos españoles no tiene nombre, supera deslealtad y mentira, entra en una
categoría de sinvergonzonería que no puedo nombrar sin ensuciar con tacos estas
líneas.
Se doblan las muertes desde hace un año. Cada día. Todos los días. Y los
gobernantes, como si les sobrara el tiempo, con la que está cayendo; se
entretienen con mociones de censura, anticipo de elecciones, estrategias varias
para tomar posiciones preferentes en la próxima salida. ¿Son acaso parientes
del Diablo matando moscas con el rabo? No les merecemos, no les necesitamos.
Se suspende temporalmente la vacunación con una de las fórmulas por
inseguridad ante posibles efectos secundarios graves. En paralelo el
vicepresidente deja el gobierno y se presenta como candidato a las elecciones
que ha convocado prematuramente la presidenta de la comunidad de Madrid porque
en Murcia a su vez han presentado una moción de censura a su partido y teme que
le hagan lo mismo a ella, cosa que ocurre, a la media hora de haber disuelto el
parlamento autonómico. No una, sino dos mociones de censura, se presentan por
parte de dos partidos distintos. Ante el amontonamiento de acontecimientos, los
“censuradores” de Madrid llevan a los tribunales la decisión de la presidenta.
Con lo que los tribunales se entretienen con semejante butade que de antemano
se sabía que era absurda reclamación. Y es que entra dentro de la aplastante
lógica que una vez disuelto el parlamento no sea posible presentar mociones de
censura, ya que entonces nunca se podrían disolver las cortes. Parece que el
miedo de la presidenta estaba justificado. Esta presidenta que parece antigua,
pero no lo es. En Murcia mientras tanto, dominó del caos, parece que renuncian
tres de los diputados de centro izquierda que presentaron la moción. Se recurre
entonces a la derecha de la derecha para que apoye a la moción que quieren
echar a la derecha del gobierno. Echan del partido a tres diputados de la
derecha de la derecha que finalmente no apoyan tampoco la moción. Otra surge en
Castilla León, también encabezada por los de la rosa. Tanto da. El promotor de
tal reto asegura que no dimitirá, aunque fracase su propuesta. Muy bien. A todo
esto, se ha muerto uno de los afectados por la reacción de la vacuna. Es
noticia. Sí. Pero lo que es noticia es el follón que tienen en el parlamento.
Se acusan de estar en campaña unos a otros. Entre risitas y maldades se regañan
por hacer promoción de su candidatura antes de tiempo, unos desde el escaño otros desde el despacho
de súper ministro. Tanto da. Acusan de comprar voluntades unos, otros de
manipular tarjetas de teléfono. Se afean la conducta unos a otros sin
reflexionar sobre la propia. Es una porquería. Se lanzan miserias e insultos. Todos utilizan los muertos y damnificados por la pandemia para
hacer política, para ganar puntos en esta carrera que es llegar al escaño.
¿Pero qué es esto?
¿En qué mundo viven esos individuos? Ahora solo hay una cosa importante,
salir de ésta. Lo demás tienen que ser alegrías. Buena actitud, disposición para
ayudar. No hay más. No pueden despistarse ni un radián. Apunten bien señorías.
Hasta la coronilla estamos de toque de queda, de mascarillas, guantes y gel.
Que ya vale con la bromita. Hartos de malas noticias para que vengan ustedes
con su culebrón. No nos aturullen más. No discutan de bobadas señorías, o de asuntos
que no tocan. A ver, se les paga bien, tienen cubiertas las espaldas de la
seguridad, se les lleva y se les trae. Pues al lío. No se me despisten.
Queremos buenas noticias y que se centren, ya. No quiero oír nada que no tenga
que ver con lo que toca. ¿Qué hacen debatiendo la ley de la eutanasia? ¿Qué
hacen decretando y metiendo goles con alquileres, subiendo impuestos, bajando
rentas? No toca eso. No toca. A ver Joe, no puede usted llamar asesino a Vladimir.
No toca. ¿Qué pretende? ¿Meternos en otro lío? No tenemos cintura. ¿O es de los
que lanza la piedra y esconde la mano? Estamos en guerra, en estado de
emergencia, bajo mínimos. La gente no tiene más agujeros en el cinturón y estos
tíos cambian la flota de coches de los diputados o compran iPads para todos. Tanto
hablar de los bares, veremos si hay perras cuando se acabe vivir del crédito y
del cuento, para llenarlos. No toca. Quienes necesitan iPads son los chavales
que no pueden ir a clase. No ustedes señorías, apunten con papel y boli. Como
hacemos todos. No necesitan wifi en el hemiciclo. Concéntrense en lo que toca.
Y no me vengan con pamplinas, que si no se ponen de acuerdo. Pero ¿qué me están
contando? Pues castigados sin recreo. Hasta que no lo arreglen, de ahí no sale
ni Blas. ¡Ya está bien de tanta tontería y tanto obrero parao!
Somos todos. No estamos para coñas. Tráigannos buenas noticias, denle a
la mollera. No sean acusicas. Estén a la altura. Se les recordará como la peor clase
política de la democracia. Toca otra cosa. No imagino a Winston debatiendo con
Isabel las margaritas a disponer en los salones de palacio. Pues ustedes lo
mismo, damas y caballeros, al lío. Que, si se portan bien, somos un equipo, y
aquí nos tienen para empujar, con la carretilla para arriba.
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