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17/07/2021

BIG BANG. LOS AMIGOS


Y digo yo, ¿en qué nos hemos equivocado? Que la ilusión más grande a la hora de la comida, de un adolescente, sea hacerlo como los de Big Bang Theory, tiene narices. En casa, solo o en compañía de otros, con un combo sobre las rodillas, y charlando o viendo una serie en la tele. O mirando cada uno su propia tableta o teléfono, su TikTok, Instagram o la red que corresponda. Es la muestra mayor del aislamiento social en el vivimos. Del fracaso. Ni Covid, ni pandemia, ni nada. Cada uno a lo suyo. 

Esta serie de comedia es la versión friqui de Friends. Apartamentos enfrentados que siempre están abiertos. Amigos chicos feos y listos que viven en uno, amiga guapa que vive en el otro. En Friends todos, o casi todos eran guapos y estupendos, hasta el antropólogo. Ellos en Big Bang, súper sónicos doctores en materias relacionadas con la física cuántica o el espacio sideral, ella de tonta no tiene un pelo, pero el lenguaje de trones y astronautas que manejan los superdotados no lo entiende. Y bien poco que importa. Ella es mortal y lo sabe, por tanto vive con ventaja y metida de lleno en la realidad, que no es virtual. Al cabo, la situación varía, por amor; y la distribución de los apartamentos cambia. Igual que en Friends. Intervienen personajes que no son vecinos, salen de la Universidad o de una tienda de comics donde ingenieros y físicos incomprendidos disfrutan de pasiones infantiles que les alejan de sus áridos mundos. 

En esencia es lo mismo. Un grupo burbuja de amigos que mantiene un relación endogámica, coinciden casi siempre comiendo o en casa de alguno, o en el bar donde trabaja Penny o Rachel, una quiere ser actriz, la otra dedicarse a la moda. Tanto monta. La diferencia fundamental entre los dos grupos de amigos estriba en que Mónica, la dueña de la casa matriz donde se desarrolla la vida de unos y otros, cocina; en Friends los amigos disfrutan de anfitriona y lasaña, tartas y pollo en Acción de Gracias. Sin embargo en Big Bang, la casa principal pertenece a Sheldon, siempre pensé que su nombre se debía a lo raro que es, más que raro es egoísta, egoísta, egoísta hasta límites intolerables, pero mantiene su grupo de incondicionales que le aguantan con estoicismo, supongo que esperando una recompensa en el más allá; el caso es que no cocina, ni él ni nadie, ni siquiera las madres cuando aparecen de visita. A la hora de la cena piden comida  a domicilio o van a por ella. Cada uno come diferente al otro, en platos y con cubiertos plástico. Solo el vino se sirve en vajilla auténtica. No tienen mesa para comer, si se Qno bandejas o fuentes que se colocan en las rodillas. Y así cada uno se zampa lo suyo, nadie comparte, solo se come lo que te gusta más, no vas a pedir lentejas o acelgas y pescado hervido con una manzana para llevar, se elige lo que más te gusta. Sin sorpresas. Y eso no es comer en familia, resultado de cocinar para todos, de compartir, de comparar con otras paellas u otros besugos con patatas al horno, no existe. No falta ni sobra sal, el consenso es innecesario. No es de extrañar la imposibilidad de discutir, de hablar con diferentes puntos de vista. Si en lo básico no somos capaces, ¿que pretensión absurda es esa de pretender la conversación en otros asuntos? Terminada la ingesta, con una bolsa de papel, muy ecológica, se recoge la montaña de porquería producida después de la comida basura. Y a correr. Sólo el placer. No se friegan platos ni se recoge. No hay  tertulia, solo chismes. Borrón y cuenta nueva. 

¿En que nos hemos equivocado? ¿O es eso lo que queremos? Llevamos casi dos años encerrados, al cabo de uno llegó Filomena, con lo que no hizo falta toque de queda para la cal y el canto. Ahora lo entiendo un poco mejor: nos tomamos a nosotros mismos demasiado en serio, solo desde el humor se puede conciliar, como hacen los británicos. Hay que quitar hierro a la vida y no ser tan fundamentalistas. Vivimos y morimos. Mientras tanto, se trata de hacer felices a los que tienes cerca y disfrutar de lo que te toca. 

15/07/2021

TORROJA. Jose Antonio

 

Para mi Torroja es José Antonio. Don José Antonio. Y José Antonio es Torroja. No hay más. Menudo en el físico y grande en todo lo demás. 

Daba una clase magistral de hormigón, en cuarto, para explicar el cortante. Todos nos admirábamos de que se desplazara Torroja de allá donde se encontrara, seguro que dibujando el trazado de un cable, o pensando una solución para un paso, un río, o charlando con gente más interesante que unos pardillos alumnos de ingeniería, él con un pitillo en la mano, sonriendo a medias con la mirada y el gesto, escuchando. Nos admirábamos de que tuviera tiempo en su constelación para bajar a mantener el silencio en una clase gris, acostumbrada a los números y a las fórmulas. Él era un poco más elevado, subía una octava la importancia de la materia y objeto de su explicación. El cortante. ¿Por qué elegiría justo explicar el cortante? 

En quinto curso nos dio "Tipología Estructural". A Torroja le caracterizaba la humildad, entre otras muchas bondades. El libro de texto de la asignatura era el que escribió su padre, del que el mío, no sé por qué, se sabía la frase introductoria: la heurística de las estructuras consiste en el conocimiento intuitivo de su etopeya resistente y las propiedades de los materiales que la constituyen. Más o menos. (En realidad es "La heurística de la estructura requiere el conocimiento intuitivo de su etopeya resistente y la de los materiales que la constituyen") Ahora también yo me la sé, más o menos. El libro iba y venía con él, sin abrir. Torroja entraba en la clase discreto, cuando todos nos habíamos sentado. Dejaba el libro en la mesa del profesor, un poco más alta que nuestros pupitres metálicos. Pero lo que contaba en clase eran historias, historias de sus problemas con los puentes, aventuras, anécdotas profesionales. Por fin. Lo contaba divertido, haciéndose el sorprendido, con ingenio nos mantenía en vilo. Nos reíamos en clase. Él nos hacía reír. A mí me eligió delegada porque era la única chica. Porque sí. Imposible negarse ante esa forma suya de dirigirse a los alumnos, como futuros compañeros, como si ya lo fueran. Con prudencia, la distancia justa, complicidad y una sonrisa. 

Torroja era de otro mundo. Era hijo de Don Eduardo y padre de la Mecana, padre de Ana; de Ana y sus hermanos, que los hermanos eran tropa, eran piña. Jose Antonio pintaba el asunto como un sándwich, él en el medio. Pero es que lo mejor del bocadillo es lo de dentro, por muy rico que sea el pan. Que lo era en este caso. Siempre le he visto con traje de chaqueta y corbata. Elegante. Grande. Hecho un pincel, con una brizna de humor en la mirada. Siempre. 

Era la época de los conciertos en la Escuela de Caminos, la movida madrileña, Rock Ola, Tierno Galván, Malasaña, el Penta, la Vía Láctea, el Rompeolas, el bar de los gin kases. Tuvimos suerte de que Torroja fuera Director de la Escuela. Cuando organizábamos un concierto, lo primero que hacíamos era consultarle a él, por deferencia, pidiendo su autorización o su veto. Todo le parecía bien, no sabíamos si conocía alguno de los grupos, pero con su hija haciendo pinitos y dando el do de pecho en la escena musical española, siempre daba su visto bueno. No sé si me lo he inventado, o es que lo sentía así, pero veo su imagen en algún previo a los famosos conciertos, a distancia, dándonos su visto bueno y su apoyo.

La gente se le acercaba en los congresos, en las reuniones, nunca estaba solo, irradiaba un peculiar magnetismo. Parecía que lo que te contaba fuera una confidencia dedicada solo a ti. Una luz le acompañaba. 

Recuerdo una exposición a la que asistimos, de la obra de su padre. Nos contó cómo se hizo el frontón de Recoletos, las charlas de su padre con Aguirre, que le pedía que se lo calculara. Él sabía que funcionaba. De ahí la frase. Y Aguirre, "sí, lo sé, pero hacemos una maqueta, un modelo al menos..." Y la risa cuando el modelo a escala salió mal, no por un fallo de la estructura, sino de unos coeficientes que no vienen al caso. El hipódromo, y su soberbia lámina portada de publicaciones de prestigio, orgullo de la ingeniería, que queda capitidisminuida con el absurdo cierre de las taquillas. Imposible admirar su bravura y la revolución que supuso. Las anécdotas del mercado de Algeciras, donde los encofradores estaban asustados de la delgadez de la cubierta. Don Eduardo tan pancho. No le imagino con tan buen carácter como a don José Antonio. Siempre admirando al padre y a los hijos. En mi oficina contaba un compañero suyo de pupitre, que José Antonio era mucho más brillante que su padre. Que en clase inventó el pretensado...antes mismo de que se inventara. Pero esa es otra historia. Descansa en paz José Antonio. Muchas gracias. Eras un hombre del Renacimiento. La huella que dejas en tus alumnos, colegas, compañeros de la Oficina, está lejos de la pena de tu familia, de la orfandad legítima de tus hijos, a los que pienso hoy especialmente. Pero todos hoy somos un poco más huérfanos sin ti. 

14/07/2021

PARA SER ARQUEÓLOGO, ESTÁ EN FORMA INDIANA

 


Harrison siempre hace de bueno. Desde la guerra de las galaxias, pasando por Indiana, Blade Runner, Único Testigo; fuera dudas: tenía que ser Richard en El Fugitivo, segunda o enésima versión. Se lo debió pedir. No hay personaje que enamoré más que ese médico viudo y enamorado, perseguido y traicionado. Air Force One, por supuesto, Peligro Inminente, y todas las pelis en las que es más o menos protagonista, el tío es un fenómeno. Defiende principios, enarbola banderas nobles con discreción. No presume. Quiere a sus amigos.
No se rinde ante nadie, las injusticias le dan sarpullido. Y se transparentan por su tez duran pero traslúcida. Busca Harry en las cenizas de una caja negra la dolorosa verdad. Parece humano, o no, casi es demasiado perfecto, humilde, sencillo, buena gente. Es de carne  y hueso, y etéreo a lo vez. Se chupa la sangre del dedo cuando se corta. Suda. Se cae  cuando hace esfuerzos exagerados, tarda en levantarse si le atizan un puñetazo. No aparenta excesiva agilidad, en fin, que transmite ser una persona casi normal, que se ha visto, por las  casualidades de la vida (que no existen), que por las circunstancias... ha acabado metido en peculiares dramas o situaciones de las que da la impresión de que sale improvisando, a trompicones. Como lo haría cualquiera. Hace asequible su aventura. Asustado. Probando fortuna con ocurrencias de todo tipo. Es pertinaz, en fin. Se tropieza. Se le mancha la ropa y se le rompe. Eso sí, está cachas el tío. Especialmente sorprende en Indiana. Nada más salir de esa clase maravillosa  cuyas paredes están forradas de madera y el arqueólogo embelesa a las alumnas con datos e historias que no comprenden ni lo pretenden; nadie hubiera pensado que el erudito resultaría ser el aventurero del sombrero y el látigo. Que sí, que el arqueólogo no solo es un ratón de laboratorio, ni ese señor flaquito con gafas que limpia una vasija con un pincel mientras una excavadora espera a su vera, amenazante, para llegar al núcleo de la tierra a mordiscos. Pero de ahí al Estado de forma envidiable de Indiana, hay un trecho. 
Cuando le ves en una película todo parece posible, acerca al espectador a la fantasía, hace casi real lo imposible. No hay más que recordar la cara que pone cuando su padre, en la ficción, abre el paraguas en la playa de Mónsul y las gaviotas (eres idiota) alzan el vuelo y hacen que la avioneta que con ahínco les persigue, se estrelle y ellos salgan indemnes. Jones padre sigue andando como si tal cosa.  Se echa el paraguas a la espalda divertido y cierra el episodio con una cita elevada. El impecable Sean, vestido de Tweed, con camisa, chaleco, corbata, satisfecho con su ocurrencia y la cara alelada de Indiana hijo, no tienen precio como imágenes. Realmente parece que a Júnior le ha pillado desprevenido. A continuación pasean por las cálidas arenas almerienses como si tal cosa. Natural. 

Preferiría no saber nada de él. No me gustan los infieles. Las personas que no tienen palabra...no gusta. Me da lo mismo la edad, el sexo o la condición. Con razón. O sin ella. No me gusta la traición. No me gusta la infidelidad en ninguno de sus aspectos o vértices, vertientes, o como quiera que se quiera disfrazar. Gracias a los infieles teníamos chica los sábados, decía mi padre. No sé mucho de Harrison, solo lo inevitable. Mira que dejar a su mujer perfecta por la flaca Ally McBeal. Puaj. Un showman. Es lo que es. Y la serie molaba. Muchos abogados se fraguaron al amparo de esos compases. ¡La música! 

Lo que es estupenda es su faceta de hombre bueno como actor. Ese yerno al que todo padre aporta confianza. Que le queda el traje pinchado y está en su salsa con la ropa informal. Con barriga en bañador, sin presumir de pectorales. Se presenta voluntario en familia para encargarse de la barbacoa, juega con los niños, besa con pasión a su mujer por muy arrugada que esté, la hace más bella. Friega platos, trapo la hombro; sus trabajos son siempre interesantes, los hace así. Ya sea como presidente del país más poderoso del mundo, premio Nobel, secuestrado, bombero, policía, siempre inocente, siempre dispuesto a ayudar. Altruista, familiar, amante y padrazo. Da gusto Harrison. Me pregunto si pide ser bueno en las pelis o es que le pega con esa tez de rubio que tiene, ese cuerpo grandote y el pelo que no se le cae pero se vuelve gris, duro e indomable. Me pregunto quién manda. Como una peli famosa, basada en un libro, en la que uno de los protagonistas moría, y el actor principal exigió cambiar el guión. Para no morirse. El resultado era nefasto, no se entendía nada. Evitar la muerte en escena para salvaguardar su ego, tiene en el conjunto un efecto análogo al de la censura, que provocaba incestos al cortar trozos de cinta con besos de pasión. El efecto es que no se entiende. En fin Harry, no sé cómo serás de verdad. Quizá deberías quedarte en la pantalla, hombre bueno. Nosotras arrebatadas y ellos celosos, Indiana, Indiana... 



11/07/2021

FRATELLI D'ITALIA


 ¡Cómo son los italianos! Todo pasión. En otro extremo estamos nosostros, apasionados mediterráneos pero que por no tener, no tenemos himno. Bueno sí, existe, nuestro chunda chunda.... Ta chunda chunda chunda chunda chunda chunda...al que bate casi cualquier cosa, así no se puede ser patriota
Eso no vale. Los italianos se cogen  corazón cuando empiezan los acordes...¡no te digo! Se me encoge a mi el alma. Fratelli d'Italia, Italia sedesta dell'elmo di Chipio... Schiava di Roma e Dio la creo. Así, sin saber italiano suena de miedo. No entiendes mucho, pero que eran esclavos de Roma y Dios la creó, queda clarinete. Por eso gritan los jugadores de la selección cuando tronan su himno. Que tiemblen las gradas. Retumba el espacio. En las olimpiadas, en el colegio, la Universidad, cualquier momento es bueno para entonar un himno que significa unidad. Y que hace llorar a hombretones de dimensiones variables. Me encanta ver cómo la emoción  no depende de la apariencia. Que las energías que definen nuestro contorno encuentran espitas para liberarse con pequeños alicientes. 

Lo de Inglaterra, como siempre  tiene que ser la diferencia: les gusta a estos habitantes de la famosa isla, constreñidos por mar, escoceses, galeses, les gusta dar la nota. Pero sin himno nacional oficial, mira por dónde. Una de las propuestas es el «God Save the Queen», ahí es nada. No quiero ni pensar que en nuestro himno se hiciera una referencia a su Majestad.  Encima que le cuide o le salve Dios. Los agnósticos de uñas, los ateos pidiendo espacio, los republicanos enarbolando banderas con colores discordantes, los federalistas a saber. El caso es no estar de acuerdo.  Porque si hay alguien de más allá de Madrid o Castilla seguro que muestra su  disgusto. Casi solo los de Madrid vamos a acabar siendo españoles. Sin playa. Y sin letra en el himno. 
Para himno la Marsellesa, como no podia ser de otra manera. 
Allons enfants de la Patrie,
Le jour de gloire est arrivé !
Contre nous de la tyrannie
L'étendard sanglant est levé ... 
Estos son hijos de la patria. Casi me gusta más lo de los hermanos de Italia, en cualquier caso se trata de parientes, eso es lo importante. La patria y la familia. 
Y nosotros con el chunda chunda. Así nos va. Mientras, al portero de la selección italiana se le veía la campanilla cuando cantaba, y eso que aún no habían ganado. No quiero pensar cómo la cantará siendo campeón. Felicidades. 

10/07/2021

SI SE TE VEN LOS BOLSILLOS, ES QUE EL PANTALÓN ES DEMASIADO CORTO

Si se te ve por debajo del pantalón vaquero, el fondo de los bolsillos, o son muy largos, o el pantalón "short" es demasiado corto. No suele ser el caso lo de los bolsillos excesivos. Y mira que hay vaqueros que los tienen enormes, sin ir más lejos, los muy queridos 501, que tan bien sientan. A veces, en las lejanas costuras, se encuentran sorpresas. Lo mejor es cuando son prestados. Notitas de amor, monedas, medallas, mensajes, caramelos. ¡Qué recuerdos! Ahora están de moda los pantalones cortos cada vez más escasos. De todo tiene que haber en el mundo. Si se combinan con tacón de aguja, plataformas, no sé ya que decir. El pompis ahora se ve ya casi entero. Digo pompis, sí, porque es lo que es. Y es culo. Que se ve claramente que es culo. Esos pantalones dejan los cachetes al aire, para lo cual es menester el uso de cada vez más escueta ropa interior. O en caso contrario dejarla a la vista para tapar las carnes. Ya nos hemos acostumbrado a esa mínima expresión del pantalón, pero ya si asoman los bolsillos, es que te has pasado cortando. Es feo. Muy feo. El abuso en seguir la moda a pies juntillas tiene absurdas consecuencias. Sin ir más, la bobada de que se te vean los bolsillos un poco más abajo de los flecos del desgastado pantalón. No digamos si te has guardado las propinas o las llaves o el tabaco en el ínclito, que además la visión es de burruño (gurruño). En fin. No es bonito. María Manuela me escuchas, yo de vestidos no entiendo, pero ¿de veras te gusta ése que te estás poniendo? Tan corto, tan transparente... Con lo bella que es la sorpresa, enseñar demasiado no es atrevido, no es revolucionario. Es sencillamente vulgar.

Igual de cateta es la moda, obsoleta ya, a Dios pongo por testigo y agradezco, del pantalón caído. ¿Sabían los chavales a quién debían, en origen, tan singular manera de vestir que con desparpajo y orgullo imitaban? Vestían su incomodidad como si fueran únicos, revolucionarios, transgresores. Y sí, fueron los presidiarios, además de privados de libertad, se les había prohibido el uso del cinturón. Al cabo de largos períodos de tachar fechas en el calendario, se adelgazaban sus figuras y lo que antaño era ceñido, “volvíase” holgado. Así, las camisetas ausentes de estructura languidecían sobre los hombros huesudos, y los pantalones sin cinturón que apretar y pasar hebilla al siguiente agujero, era menester arremangarlos o dejarlos caer haciendo inevitable que se les viera el culo o el calzón. Con perdón. “Iríanse” los presos a colgar con el cinturón, quizá. “Evitaronse” peleas con tal restricción. Quizá. Podrían hacer uso para tales fines de los cordones de las zapatillas, también. Fuera cordones. Por eso las llevaban abiertas, dejando al aire los desnudos pies en los tropiezos. Otra tendencia imitada, por cierto, con la sutil diferencia de llevar los cordones enganchados al zapato, de manera que el peligro de caída aumenta, ya no sólo por ir el pie en modo chancla, sino por el riesgo de tropiezo con las cintas sin usar. Pues de este porte se llenaban las calles de adolescentes y de no tanto. Los escaparates más preciados intentaban decorar sus vitrinas con imposibles maniquíes cuya ropa debían prender con alfileres, para no tener que retocar a diario el atuendo. De esta moda se beneficiaron los vendedores de ropa interior decorativa, que a medida que el pantalón bajaba más, hasta caerse casi, se hacía más visible lo que normalmente se esconde. Grandes marcas han salido ganando para tapar culos prudentes.

Pues eso, como al que no le gustan las botas con falda, a mí los pantalones demasiado cortos y/o caídos me parecen feos, feos. Y sientan fatal a todo el mundo, menos a los que están "rebuenos", pero esos no cuentan. Seguro que se quieren quitar la mascarilla y todo. Es lo que tiene ser guapo.

07/07/2021

NO HAY CAJA DE RESONANCIA COMO EL COCHE EN SOLEDAD

Mejor que la ducha. ¿Dónde va a parar? Espacio para explayarse, alberga el autodiálogo sin necesidad de recurrir a los auriculares para que no parezca lo que es, que estamos hablando solos. Y que, si nos ven, lo mismo nos tachan de falta de cordura, igual nos etiquetan de diferentes. ¡Ay, qué buena es la diferencia!, por otro lado ¿Quién define lo que es el juicio o la sensatez? Las manos al volante, nos estamos explicando algo, sin avergonzarnos, con naturalizad, gesticulamos e insistimos si no nos entendemos; o quizá le estamos diciendo a alguien eso que no sabíamos cómo decir cuando le teníamos delante. Un "te quiero" a tiempo. Un "no" bien colocado a quien corresponda, o un bonito y sentido “sí”. Pues eso, que no hay caja de resonancia como el coche, espacio que alberga el desahogo. El tamaño es un mito. Cada uno tiene sus cositas, ventajas e inconvenientes. Todos valen. Lo importante es amar. Lo importante es viajar. Ventanas abiertas. La mano al aire, intentando quedártelo. Queriendo comerte el tiempo a través del viento.

Eso de que llegue una canción, si es en la radio, mejor, por lo inesperado. Esa canción que no puedes confesar a nadie que te flipa, porque es una supuesta horterada, porque no es del gusto de tus amigos, de los de los que saben de música, pero que a ti te ha gustado siempre, aunque sea cursi. Porque te lleva a un sitio que añoras, porque te recuerda a momentos mejores, o distintos. Si te pilla de un humor difuso: salida de clase, un examen que no ha ido del todo bien, una reunión enrevesada, una conversación que no hubieras querido tener nunca, un silencio que te duele...en fin la vida, con sus cositas que solo se resuelven con “es lo que hay”. Inopinadamente suenan los primeros acordes, se produce una conexión en algún lugar donde albergas tus recuerdos. Te la sabes, te apetece, te emocionas, esa desazón que te atormenta necesita una espita para salir y llorar, para gritar. Visualizas a Liza Minnelli bajo el puente, con su grito. Sube el volumen. Te desatas, te sueltas la coleta. Si tienes santo (varón), y está a tu lado le despeinas el flequillo, le mandas besos, se los das. Te achuchas a él en cuanto llega un semáforo. Se averigua una sonrisa en ese rostro ajado, Abres el corazón y sientes la sangre que galopa por tus venas. ¡Vida! Sube el volumen. Quitas con peligro las manos del volante, primero una para señalar, en plan brillantina, es la monda. Las dos, para cogerte la cabeza y con la boca abierta moverla de izquierda a derecha a ritmo de pop and roll. ¡La monda! LA monda caracolera. Abres mucho la boca, frunces los labios, da igual que no te sepas la letra, "¡aigotyu...dermoltipayer!" vocalizas con emoción desbordada. Pones ganas, mueves el cuerpo hacia delante y hacia atrás, cimbreo de cintura (si existe), los hombros hacen círculos. Es el baile máximo que permite el espacio, te inclinas sobre el volante, le gritas al parabrisas hasta empañarlo, cantas a voz en grito. Te da cobertura la música a tope. Y ¡dale vatios! Dale vatios. Que suene. Eres las Rafaela Carrá de tu Fura 127, Saab o lo que vistas. Tanto da.

It must has been love, but is over now....

What's love got to do with it....

Dancing in the dark

I was....born in the USA...

She moves like she don't care, Smooth as silk, cool as air, Ooh it makes you wanna cry, She doesn't know your name, And your heart beats like a subway train, Ooh it makes you wanna die...

O un Sabina, Julio, Chavela....Ana, 

Cuando tienes confianza para subir la radio, romper con los decibelios límite y cantar así con alguien en el coche, o son tus hermanos o tus hijos o, y si es tu chico, es el hombre de tu vida. Tenlo claro. Verídico, da igual la calvicie o las canas, las arrugas y los michelines. La apnea o los ronquidos, mulle el cojín, prepara mimos y un brindis. Si cantas con él en el coche, micrófono en mano, lánzate en plancha. Es de toda confianza. Ha merecido la pena, por breve que la vida sea.


06/07/2021

Finés o finlandés


 Me he puesto a ver una serie finlandesa. ¿Que si no tengo nada mejor que hacer? No. Y además, me apetece. El ocio lo distribuye uno como le da la gana. Y cada uno elige con lo que aburrirse. La serie en cuestión, finlandesa, o finesa. Porque Finlandia existe. Mis padres tenían una amiga en Finlandia de larga melena pajiza que nos traía zapatos de pelo de reno con la punta doblada como los de los duendes. 

Deadwind, la costumbre manía de los españoles de cambiar de nombre los títulos en este caso ha concluido en Karppi, apellido de la protagonista. Viento mortal podría haberse rodado en blanco y negro. Para el caso. No existen los colores en el decorado. Salvo arboldado que cambia del verde oscurisimo al gris cuando la oscuridad avanza, la vida es monocromática. El agua, los edificios, todo se cabe en la escala de los grises, las personas visten en blanco y negro. Hay todas las tonalidades de gris.  Los espacios son grandes, los techos son altos en las viviendas, cálidas oficinas con muebles de madera, nórdicos claro, ventanales que miran la oscuridad iluminada artificialmente. El horizonte plano, vegetación abierta. Y frío, mucho frío, eso transmite Helsinki. No hay color que pueda con el blanco, la nieve que  invade el escenario. 

No sé yo lo que lo que es Finlandia. No sé porque me he puesto a ver esta serie, quizá es por un poco de romanticismo. Además de esa amiga que traía mensajes polares, mi padre consiguió una beca de estudiante y se fue a un pueblo de Finlandia a estudiar cosas de las maderas. Había tan poca gente en el pueblo, que un día que perdió el tren, al llegar a la estación justo estaba saliendo, el jefe de estación llamó al maquinista y el tren volvió a recoger a mi padre. En viajeros al tren no había escúchanos. O sea que quizá no ha sido por casualidad por lo que me he puesto a ver la serie finlandesa después de quedarme ya definitivamente huérfana. 

Son súper curiosos algunos detalles que se pueden observar de la vida en Finlandia. Además de la oscuridad.  Viven con la nieve. Nadie se asoma a la ventana y dice 'mamá que ha nevado", todo el tiempo ha nevado, todo el tiempo está nevando, la nieve forma parte de su día a día, nadie dice 'hace frío", nadie tirita en medio de una tormenta en la que se revuelven los pelos, las ramas de los árboles cimbrean, nadie se inmuta. Hablan de lo importante, no se distraen con tonterías. Tampoco resbala la gente, andan con normalidad, hay quien va con tacones por la calle. O no. Siempre hay una patina de hielo o de nieve en las aceras, en todas las calzadas en todas las entradas a las casas, en los coches. Brillo de estrellas, cristales congelados. Hay montañas de nieve el todos los cruces. Me río yo de Filomena. Me río de Janeiro. Las mujeres llevan en un bolso zapatos de repuesto. Todos, por supuesto, van súper abrigados, jerseys de cuello alto, chamarras con capucha, siempre llevan guantes en los bolsillos. Está nevando y funcionan los limpiaparabrisas de todos los coches, que corren si hace falta y frenan sin patinar, porque es una película policíaca y hay persecuciones policiales y los coches no es que vayan a 10 por la carretera. Vuelan.  Es una vida normal pero con nieve y a oscuras. 

Y una cosa que es lo más sorprendente de todo es que las puertas en Finlandia abren hacia fuera eso no sé por qué es pero todas las puertas de las entradas a los edificios, de las entradas a los domicilios, abren hacia fuera. Me gustaría saber por qué. 

Eso sí la tristeza de los rostros en los finlandeses o fineses es impresionante, lo serios que son, poca expresividad de las caras, la ausencia de sonrisas, incluso es los rostros infantiles ¿será una influencia de la falta de sol? es posible. Ni se habla del tiempo, nadie tirita ni se frota las manos no se echan el aliento en el hueco que los dedos forman un vaso. No se quejan ni golpean el suelo con los pies. Van equipados. Están preparados. La ciudad siempre está iluminada, la gente tiene casas con cristaleras enormes desde las que se ve siempre la oscuridad prendida con luces artificiales. 

Sus nombres son imposibles. Los de los sitios, los de las personas, llenos de kas e y griegas, uves dobles e imagino que vocales con diéresis o tachadas, y de erres. Duros, cantarines. Imposibeles de recordar. 

Las puertas abren hacia fuera porque sino las casas se llevarían de nieve.