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06/07/2021

Finés o finlandés


 Me he puesto a ver una serie finlandesa. ¿Que si no tengo nada mejor que hacer? No. Y además, me apetece. El ocio lo distribuye uno como le da la gana. Y cada uno elige con lo que aburrirse. La serie en cuestión, finlandesa, o finesa. Porque Finlandia existe. Mis padres tenían una amiga en Finlandia de larga melena pajiza que nos traía zapatos de pelo de reno con la punta doblada como los de los duendes. 

Deadwind, la costumbre manía de los españoles de cambiar de nombre los títulos en este caso ha concluido en Karppi, apellido de la protagonista. Viento mortal podría haberse rodado en blanco y negro. Para el caso. No existen los colores en el decorado. Salvo arboldado que cambia del verde oscurisimo al gris cuando la oscuridad avanza, la vida es monocromática. El agua, los edificios, todo se cabe en la escala de los grises, las personas visten en blanco y negro. Hay todas las tonalidades de gris.  Los espacios son grandes, los techos son altos en las viviendas, cálidas oficinas con muebles de madera, nórdicos claro, ventanales que miran la oscuridad iluminada artificialmente. El horizonte plano, vegetación abierta. Y frío, mucho frío, eso transmite Helsinki. No hay color que pueda con el blanco, la nieve que  invade el escenario. 

No sé yo lo que lo que es Finlandia. No sé porque me he puesto a ver esta serie, quizá es por un poco de romanticismo. Además de esa amiga que traía mensajes polares, mi padre consiguió una beca de estudiante y se fue a un pueblo de Finlandia a estudiar cosas de las maderas. Había tan poca gente en el pueblo, que un día que perdió el tren, al llegar a la estación justo estaba saliendo, el jefe de estación llamó al maquinista y el tren volvió a recoger a mi padre. En viajeros al tren no había escúchanos. O sea que quizá no ha sido por casualidad por lo que me he puesto a ver la serie finlandesa después de quedarme ya definitivamente huérfana. 

Son súper curiosos algunos detalles que se pueden observar de la vida en Finlandia. Además de la oscuridad.  Viven con la nieve. Nadie se asoma a la ventana y dice 'mamá que ha nevado", todo el tiempo ha nevado, todo el tiempo está nevando, la nieve forma parte de su día a día, nadie dice 'hace frío", nadie tirita en medio de una tormenta en la que se revuelven los pelos, las ramas de los árboles cimbrean, nadie se inmuta. Hablan de lo importante, no se distraen con tonterías. Tampoco resbala la gente, andan con normalidad, hay quien va con tacones por la calle. O no. Siempre hay una patina de hielo o de nieve en las aceras, en todas las calzadas en todas las entradas a las casas, en los coches. Brillo de estrellas, cristales congelados. Hay montañas de nieve el todos los cruces. Me río yo de Filomena. Me río de Janeiro. Las mujeres llevan en un bolso zapatos de repuesto. Todos, por supuesto, van súper abrigados, jerseys de cuello alto, chamarras con capucha, siempre llevan guantes en los bolsillos. Está nevando y funcionan los limpiaparabrisas de todos los coches, que corren si hace falta y frenan sin patinar, porque es una película policíaca y hay persecuciones policiales y los coches no es que vayan a 10 por la carretera. Vuelan.  Es una vida normal pero con nieve y a oscuras. 

Y una cosa que es lo más sorprendente de todo es que las puertas en Finlandia abren hacia fuera eso no sé por qué es pero todas las puertas de las entradas a los edificios, de las entradas a los domicilios, abren hacia fuera. Me gustaría saber por qué. 

Eso sí la tristeza de los rostros en los finlandeses o fineses es impresionante, lo serios que son, poca expresividad de las caras, la ausencia de sonrisas, incluso es los rostros infantiles ¿será una influencia de la falta de sol? es posible. Ni se habla del tiempo, nadie tirita ni se frota las manos no se echan el aliento en el hueco que los dedos forman un vaso. No se quejan ni golpean el suelo con los pies. Van equipados. Están preparados. La ciudad siempre está iluminada, la gente tiene casas con cristaleras enormes desde las que se ve siempre la oscuridad prendida con luces artificiales. 

Sus nombres son imposibles. Los de los sitios, los de las personas, llenos de kas e y griegas, uves dobles e imagino que vocales con diéresis o tachadas, y de erres. Duros, cantarines. Imposibeles de recordar. 

Las puertas abren hacia fuera porque sino las casas se llevarían de nieve. 

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