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08/05/2023

HABÍA EMPEZADO A HACER DEPORTE

Había empezado a hacer deporte. El asunto no es baladí, tiene su ritual o procedimiento. Requiere una preparación previa. Primero hay que decidir la actividad.  Descarto aquellos que supongan un compromiso con otros. No sé dónde tengo la cabeza, estoy como para comprometerme. Cada día es un vendaval. Eso sí, como en casa, promesa marital, que, a diferencia de las electorales o de otra índole se cumple. Pasado, presente y futuro. Salvo excepciones debidamente justificadas. De vida o muerte. 

En cuanto a la decisión deportiva: Quedan fuera los divertidos deportes de equipo, baloncesto: un imposible. ¡Con lo difícil que es reunirse! ¿Los miércoles un tenis? No me atrevo a ser la que falle.  Deportes solitarios, por descarte. Esquiar no, porque es verano. Nadar ni de coña, no tengo tanta vida interior. La parafernalia del gorro, el cloro, el pelo mojado. No. Ni pienso en meterme en un gimnasio. Me hablan de las bondades del pilates o hacer yoga. Ni se me ocurre dudar de la mejora postural, la flexibilidad, la tonificación muscular. Pero no me lanzo.  Visualizo la esterilla y el progreso, la satisfacción de dejar atrás la piel de naranja y controlar las lorzas y las bingo wings. Me emociono con el eventual resultado. Descarto: supone compromiso y vergüenza de que me regañen por gorda, aunque sea pensándomelo a la cara. Luego está el tema de la pecunia. Con lo que han subido la hipoteca y los precios en general, está la cosa como para excentricidades. Nada que cueste dinero.

Me quedo por tanto con la soledad del corredor de fondo. Preparo a conciencia mi equipación para que la madrugada no traicione mi voluntad. Dicen que, si haces una actividad 20 días seguidos, se convierte en rutina.  A por ello. 

Imprescindible resulta hacer descripción del atuendo, que retrasa la fecha de comienzo del reto personal.  A mi edad y condición no se les puede asociar una malla cualquiera del Decathlon. Por supuesto, me asesoro en el tema zapatillas, no son todas iguales, esas que tienes son de jugar al pádel, que no de tenis, ojo, me asesora un experto. Nada que ver. ¡Pero cómo te vas a poner eso para correr! Esas son de andar rápido, de asfalto, de superficie plana, accidentada. Desconecto en la explicación del aire de  la suela o el peso del material sintético que evita la sudoración o facilita la transpiración. Los ayudadores, en ocasiones, resultan un poco cargantes y ayudar, ayudar, ayudan poco. Al menos a mí. Que voluntad le ponen, ojo. Pero me da siempre la impresión de que se inventan la mitad. Si acaso fomentan mi temida procrastinación. Pienso que me están tomando el pelo. me apunto mentalmente que a la próxima debo ir con los deberes hechos y sabérmelo. Pero me interesa poco. En fin. Decido ir al corte inglés donde recuerdo a mi padre que, para comprarse calzado para la boda de mi hermana, de la que fue padrino, claro, le pidió al amable uniformado unos zapatos “ad hoc”. El dependiente lamentó no disponer de tal marca. Mi padre, con lo que era, se avergonzó de su broma cultureta, pidió disculpas y se fue a otro centro comercial, para no hacer sonrojar al vendedor. Lució zapatos ad hoc en nuestras bodas, como impecable padrino que fue y será. No padre, no pedí ayuda para comprar mis zapatillas ad hoc. Eso sí, salí del centro con un calzado que, por su precio podría tener alas. Convencida del éxito de mi propósito y sonriente, había satisfecho el primer escalón. 

Una vez iniciado el ritual, consigo mantenerlo los 20 días de precepto, una vez superados, con la tranquilidad que me da saber que he alcanzado la rutina, me relajo. Calzo mis deportivas y me embuto en la ropa chándal cada mañana tras la ducha. Pero un día tengo una reunión, otro: me llaman por teléfono, el siguiente que si la compra. Total, que entre ponte bien y estate quieta, llevo dos meses perfectamente vestida con ropa de deporte, sin salir de casa. ¿eso cuenta? Digo yo que sí. La manida actitud, que está en boca de entrenadores y psicólogos y coach de todo palo (a mí me suena a sofá, total, es una letra). Si puntúa la actitud, si multiplica, lo tengo ya medio hecho con ponerme las zapatillas. Otra cosa es que corra, ande, o me apunte a la maratón de Nueva York. Poco a poco. Pues ya si eso, me quito el chándal, que no me favorece nada. Pero de mis super zapas no me bajo. No vaya a ser que tenga que salir corriendo.


1 comentario:

  1. Habías empezado a hacer deporte, y eso no te lo va a quitar nadie. Has subido el primer peldaño, pero no mires hacia arriba por si el vértigo te convence de que el sofá es tu mejor amigo.

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