Hay quien piensa que sólo hacen cambio de armario los pudientes. Falso. Cuando se dispone de un guardarropía tamaño mini, es igualmente preceptivo, lo mismo que si tienes vestidor de longitud infinita, de esos que se van encendiendo luces a medida que detectan tu presencia. En tal caso quizá baste con darse la vuelta y mirar en el lado invierno en lugar de en el verano. Cada uno se organiza como puede.
Aunque sospecho que se da la circunstancia de que, independientemente
del tamaño del armario, éste se suele llenar. Bien sea de zarrias o de lujosa
vestimenta. Yo soy muy de HUMANA, y segunda mano. “No sé de quien lo habrás
heredado”, frase de mi madre. Era aparecer con una de mis maravillas recién
adquiridas, por su magnífica terraza llena de pavos reales; uno de mis tesoros
de un euro y la respuesta era automática. “¡Qué bonito!” Como automática era la
reacción ante “Es de Humana”, “menuda birria”. Tal cual. Sin solución de
continuidad. La doctora nunca tuvo término medio. Ni falta que le hacía. Pero
es que a mí me encanta el mercadillo, heredar ropa, buscar entre las zarrias y
encontrar una alhaja. Me mola. Me flipa llevar puestos anillos de mis abuelas
como vestidos de Mulaya. No es por ahorrar, que tengo agujeros en las manos.
En la hipótesis de que seas de los que hacen el cambio
de armario, es crucial el “cuándo”. Jamás es acertada la elección del día. O pasas
calor un par de semanas y hasta un mes, o te hielas otro tanto. Si haces caso a
los refranes estás perdido, porque entre el 40 de mayo y cuando marzo mayea, puedes
llegar al 1 de julio con la cómoda llena de jerséis de lana. Y eso es malo. A
mi me da un sarampión, porque, como calurosa que soy, tengo tendencia a
precipitarme. Jamás he marcado fecha en el calendario para esta tarea, pero
desde que tuve mi propia familia me resultó urgente organizarme, un poco. Entre
el primer y el segundo puente de mayo, el cambio estaba hecho. Así, aparecía en
reuniones familiares con pantalón de lino, Navacerrada, cumple de un sobrino,
junio, una hermana, una tía, mayo, y me congelaba. Menos mal que en esas casas nunca se guardaban
los jerséis gordos y siempre había algo con lo que evitar unas anginas. Además
de un vinito.
Por la calle se ve. Estos días de mayo que marcean,
los que han hecho el cambio de armario, van a capas. Y los previsores que no lo
han completado siguen con sus tebas y faldas escocesas, jersey de cuello alto.
Ante el cambio climático o el de armario solo hay una
solución: aguantoformo. Y un consejo: no te compres ropa antes de hacerlo, es posible que eso que te flipa: lo tengas.
Ja ja ja ja ja jajaaaaaaaaa(ma-jo♡)
ResponderEliminarJa ja ja... Efectivamente se notan por la calle las que se adelantan con el cambio de armario y las que no... 🤣😂
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