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09/05/2023

POCO SE HABLA DE LAS CAMISETAS DE CARLOS

No digo yo que haya que ir de blanco, como Wimbledon. O sí. Van guapísimos de blanco. Por lo visto el origen de la tradición está en la casualidad. Cuando se celebró el primer torneo, allá por 1877, los 22 participantes fueron vestidos de blanco. El blanco se asociaba con el color que usaba la aristocracia para los meses de verano. Tiene su lógica, decían: "al ser un color que se ensucia muy fácilmente no resulta práctico para los trabajadores". Pero, que nadie se engañe. No es que el blanco se ensucie más, es que se ve la mugre. Basta de farsas. La típica camisa negra del sector servicios,  tan manida, aguanta y disimula la porquería.  Pero está igualito de sucia que si fuera blanca.  Que no tiene un repelente de la mierda, vamos.

La verdad es que en las imágenes antiguas a los tenistas se les ve de blanco. Si bien se trata de documentos gráficos previos al color en la fotografía y televisión. Desconozco si se trata de un blanco puro, roto o medio pensionista. 

Según el reglamento, en Wimbledon "Los competidores deben vestirse con un atuendo acorde para el tenis que es completamente blanco y esto se aplica desde el momento en el que jugador entra en los alrededores de la cancha". La única licencia es : “Una línea de color en el cuello o en las mangas que no supere el centímetro de grosor"

Al cabo, el resultado es la elegancia. De eso saben mucho los ingleses. Pese al nuevo rey y sus excentricidades. Rey que, por cierto, debería imponer unas normas también para sus festejos. Se hubieran evitado algunas vulgaridades como la del bol que llevaba nuestra reina en la cabeza. Por muy "Carolina Herrera" que sea. En cuanto a sombreros o pamelas, no todo vale. Una tía mía era capaz de ponerte un tiesto en  todo lo alto si te presentabas en una boda con la cabeza descubierta. Pero una buena maceta, con sus geranios, tiene más gracia que la ensaladera de Letizia, con zeta. Helena, con hache. Los detalles marcan la diferencia. Por eso: Nada como una camisa blanca si no sabes qué ponerte.  Combina con un vaquero, con una falda elegante. A cualquier parte se puede ir con una camisa blanca.

El uniforme y las normas tienen su utilidad y su sentido. En el tenis, también. Blanco, polos, no camisetas sin mangas. La estridencia de estos tenistas daltónicos o sus patrocinadores, me desasosiega. Con lo bonito que quedaría ese blanco con el fondo de  tierra batida. ¡Qué contraste! Y si se ensucian, lo hacen igual, insisto, lo que pasa es que en el blanco se ve. Cosa que me da paz. Y si Carlitos gana y se quiere tumbar al terminar, que se tumbe. Allá sus problemas con la lavadora. No creo que le importe mucho después de ganar el torneo. Pero por favor, no te pongas más esa camiseta. Nunca más. 

Y es que los tenistas son muy buenos deportistas, no lo dudo, pero gusto al vestir no se les exige. Y, a excepción de Roger, y algún otro que se salva, no pueden presumir de él. Una pena, porque poco les luce el cuerpazo del que pueden con orgullo presumir. Así que me parece genial que impongan unas normas. de verdad, que en su vida privada se pongan lo que quieran, pero no castiguen al tenis ni a los espectadores con sus horteradas. Un deporte tan bonito, tan elegante, desmerece con esas pintas. Soy partidaria del uniforme. 

Otra cosa que me sorprendió del nuevo campeón en Madrid fue los besos, son besos de  pandemia.  Agacha la cabeza para que le besen la cocorota. Son besos de niño que no besa, que se quita los besos.

3 comentarios:

  1. ¡¡¡Cuánta razón tienes!!! (Ma-jo)♡♡

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  2. Bueno, que cada cual disfrute como pueda. A mí el tenis no me gusta nada, y cualquiera que sea el color de su ropa, no me va a hacer cambiar de opinión. Ni aunque jugaran en pelotas.

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