Hace calor, sí, es que es verano. Es España,
hemisferio Norte, clima continental y en verano, calor. ¿Qué esperabas? ¿No te pasará lo que al presidente aquél que
llegó en diciembre a Argentina y la poner pie en tierra en Buenos Aires, con su
abrigo camel, dijo "uy, que calor hace aquí"? fresquito no esperes.
Yo estoy hasta la coronilla de la ola. De la noticia
de la ola de calor en concreto. Vamos a ver, llevan hablando de la dichosa ola
desde hace una semana. Que va a ser la peor de verano y las temperaturas serán
las máximas en 75 años. Vale. He oído que llegaremos a 46ºC en Madrid. ¡46!
Jolines que hoy he salido a la calle enseñando todas
mis lorzas, embadurnada de crema solar, pegada a la fachada del edificio,
andando despacito, a las seis de la mañana, para no pillar las peores horas y
cargada con una mochila de botellas de agua para hidratarme. Paraguas en mano para esconderme de los malísimos rayos de sol que tanto bien me hacen. Me he tenido que
volver, porque la oficina la abren a las 9:00 y no podía ni aprovechar para ir
al súper, que estaba cerrado. Claro. De vuelta a la penumbra del hogar,
persianas bajadas, cortinas cerradas, ventanas a cal y canto. La siguiente vez
que he osado salir lo he hecho con el mismo miedo e igual equipación. Asustada estoy en un rincón.
Calor hace, sí. Pero normal. Para calor el que hacía
en Zújar en septiembre, que no se podía salir a la calle después de comer, pero
no se podía literalmente. El aire era totalmente irrespirable, no se movía una
brizna. Ni por la sombra asomaba nadie la cabeza. No salían ni los malos. Calor
hacía en el aula de exámenes de la escuela un cinco de julio. Calor y sudores. Calor hacía
mientras preparabas esos exámenes. Sin aire acondicionado ni ventilador. A
pelo. Eso era calor.
Calor hacía en una boda que fuimos y mi chico se puso
el chaqué de su abuelo, que era de invierno, sartén de Andalucía, pleno julio,
ni un mal gesto, ni una queja. Calor hacía en aquella comunión que fue en abril
sin embargo pero le dio al tiempo por ser así, 38ºC y vestidos de invierno.
Todo sonrisas. Es que ya está bien de quejarse, que cuanto más me digas que
hace calor, más calor tengo, puñetas. ¿Qué te crees? ¿Qué no me he dado cuenta?
Pues sí, lo mismo que cuando alguien tiene un grano enorme en la nariz y se lo dices.
¡Innecesario! ¿Arreglas algo? Pues vamos a hablar de otra cosa.
Calor hace en agosto en San José. Yendo a la playa del castillo y el agua potable. Llena de hippies en pelota. Que no se puede ir más que andando o el barco. Casi una hora de camino. Eso es calor. Estas viendo las películas del oeste en el camino, ves derretirse al enemigo inexperto. Eso sí, al llegar, por un módico precio te tomas una cerveza con trazabilidad cero. Pero a quién le importa. Calor en Monsul sin sombrilla por mucho que aterrizara indiana. Calor en esos aeropuertos y estaciones petados de gente. No hace falta ser exótico. Que en España el AVE congelado, la EMT refrigerada.y las autopistas nos parecen el pan nuestro, pero pasa el Pirineo, ya verás. Tanto aire y tanta pijería. Te vas a enterar de lo que es pasar calor. Los autobuses y trenes italianos, un infierno, el tubito de Londres, para darle de comer aparte. Fresco solo en los paises ricos del oro negro. Y la botellita de agua por un ojo de la cara.
Es que hay gente experta en señalar lo evidente.
Llueve a cántaros. Jolines como llueve. ¿Ah sí? No me había dado cuenta. Le
contestas con el pelo chorreando. A lo mejor es que no tienen otra cosa que
decir. Bueno. Pero de tanto hablar me está entrando una calorina que "pa qué ".