Exactamente ¿cuántos zapatos/ camisetas/ pantalones/faldas se puede poner al día un adolescente?. No me refiero a un día de fiesta, ni a una puesta de largo, hablo de un día de diario, sin picos. Es más, sea un día de quedarse en casa (hipótesis). De estudio e introspección. Una jornada cualquiera, sin fiestas ni altibajos. Sin llamadas que desordenen las horas ni el sueño. Una jornada cargadita de rutina. Aburrida y pacífica.
La entrada en el cuarto de un adolescente la he visto comparar con pasar las puertas de Narnia. Ver http://www.cosasqmepasan.com/search?q=narnia#.Wwu_JqpPqM8 A mí me parece tan terrorífico como atravesar el espejo. Pienso en Alicia. No conozco el camino de vuelta, si es que lo hubiera, y ni siquiera soy capaz de imaginar si duele. Me aterra la oscuridad que intuyo en ese más allá. Tan cerca. Tan lejos. Atravesar esa puerta requiere una dosis de amor incondicional, paciencia sin límites, y alguna ayuda añadida a la que se pueda tener acceso, sin hablar de fármacos. Aunque se me ocurren ideas de uso con restricciones. Incluso prohibidas. También resulta interesante recurrir a los recuerdos propios. Un poquito de autocritica, aunque no esté de moda. Aunque no esté de moda, repite conmigo.
El picaporte. Primer eslabón al
abismo. Giro. Cerrado con llave. ¿En qué hora accedisteis a instalar un cerrojo
en el cuarto de tus hijos? Momentos de debilidad los tiene cualquiera. Knock knock
knocking on heaven’s door. La música dentro está tan alta que las posibilidades
de que te oigan tienden a cero como uno dividido por infinito. Pueden tener los cascos puestos y estar jugando con toda su clase. Los vecinos de la calle paralela saben bien los gustos
roqueros y raperos de tus hijos. Queda la opción de llamar a su móvil; que estará en
silencio, claro. O en modo avión, para ahorrar batería. A no ser que le llame un amigo, eso seguro que lo oye. Para él existe la desconexión. Lo mejor es decirle a algún primo
o amiguete que le envíe un snapchat, o un facetime o como quiera que se llame
la última moda para contarse cosas los adolescentes. Eso sí, tienes que
conseguir que ese otro adolescente te conteste. No siendo su madre aumentan tus
posibilidades. Transmiten muy serios, preocupados y responsables un “llama a tu madre”.
No importa el número de veces que
se le recrimine a un chaval ğpor llevarse comida al dormitorio. Amenazas sobre
arácnidos y roedores gigantes que poblarán sus sábanas y sus sueños. Son permeables
a esa información biológica. Les resbala, les asusta, les impresiona y les da
lo mismo. Son incapaces de asimilarlo, de encontrar relación alguna entre unas patatas fritas sabor a vinagre que se comen en la cama para descansar, con el olor a
celda de su dormitorio. No hilan las hormigas con las migas. El causa efecto no
existe. Botellas vacías, envases de zumos. Cuencos con restos de salsa Perrins o un fuerte olor a mantequilla que delata una buena ración de palomitas. Llegan a sus dormitorios por arte de
birlibirloque, pero no saben salir de allí. Una fuerza mayor que la gravedad, un
núcleo de masa de altísima densidad que ejerce una atracción fatal deja todos esos pecios en el dormitorio de tu hijo. ¿Realmente quieres entrar?
Volvamos a la ropa, que
alfombra el suelo. En un mismo día un niño se quita el pijama, que cae a sus pies, del revés, junto
con la ropa interior, al borde de la cama. Se pone un pantalón vaquero y una
camiseta. Le entra frío al rato y coge una sudadera, pero se quita la camiseta porque
las dos cosas van a ser mucho. Cae sobre el pijama. El zumo se derrama en la mesa y
mancha los vaqueros. No tardan ni cinco minutos en caer sobre la camiseta y el
pijama. Se va haciendo un montículo de se expande cual organismo vivo por el suelo. A eso se suma la cama sin hacer, la ventana cerrada, la mesa desordenada. Apuntes por todas partes. Libros abiertos. Libros cerrados llenos de papeles. La pizarra en el suelo.
Y esa cara de sorpresa cuando les cae la bronca del siglo. "Lo iba a hacer ahora mismo". Ya lo decía Antonio (Vega): hay algo más recuérdame que hay que ordenar la habitación.
Y esa cara de sorpresa cuando les cae la bronca del siglo. "Lo iba a hacer ahora mismo". Ya lo decía Antonio (Vega): hay algo más recuérdame que hay que ordenar la habitación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario