Hay
un tipo de personas que dice muchas estupideces creyéndose muy profundas e
interesantes. Estoy pensando en una “ella”, pero las hay de todo género y condición.
Las redes a sociales les han dado una autovía por la que circular, llena de
rotondas donde cuelgan carteles de sus pensamientos. Son tan osados que se
sienten únicos. Originales. La mayoría de sus elucubraciones son bobadas, fruto
de una incultura alarmante, de no haber leído nada, de no haber aprendido nada.
Pretenden ser profetas sin conocer el pasado. Sin saber ni un poquito. Internet,
Facebook, Instagram…son caldo de cultivo donde semejante “malatía” germina y se
expande como el virus que es.
Se repiten y copian a sí mismos y a sus semejantes. A
base de decir mucho una cosa, parece cierta. En general se trata de memeces que
han atravesado nuestro pensamiento mil veces; pero a esa edad en la que estás formándote.
Ya. Siempre nos estamos formando. Siempre aprendiendo. ¡Pobre del que no
aprenda cada día! Para centrar el asunto: la edad del mentecato en cuestión, algo
más de 40. Los que conozco, de 60 no pasan. Pero ya se andarán. No mueren.
Son como las pilas del conejito de Duracell. Tampoco asimilan, a pesar
de su aparente interés. Aunque te miren ojipláticos. Desconfía. Desconfía de tu amigo nena, el vampiro está
muy cerca de ti.
Esta
panda de lerdos, se creen más interesantes que el resto. Andan a un palmo del
suelo. Con su insoportable levedad. No te digo nada si tienen delante un vino.
No se dan cuenta de lo ridículos que pueden llegar a ser. De lo poco que aportan. No se enteran de que son tontos. Muy tontos.
Me recuerdan a los políticos. Si además de enarbolar banderas de memeces se
hace con lengua de trapo, ya no hay quien lo aguante. Se van a la cama tan a gusto.
Les
puede dar por varios temas. El más común es el amor, la felicidad y realizarse.
Porque es que eso es fundamental. Son
individualistas. Egoístas. Se miran el ombligo y nada más. Les crece el cuello
y les sale chepa de tanto observarse a sí mismos. Parece que escuchan porque
suelen hacer muchas preguntas. En
realidad, esperan agazapados para meter su cuña. Buscan un titular para su
próximo tuit.
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