Arantxa Aguirre lo ha vuelto a
hacer. Un documental maravilloso. Dura alrededor de hora y media que se pasa en
un segundo. Literal. La fortuna que supone ver algo así antes que tus amigos,
te permite el privilegio de recomendarlo sin contaminarte. Se estrena en la
famosa semana del cine de Valladolid. Al que no le guste no tiene corazón;
hala, ya lo he dicho. Arantxa Aguirre lo ha vuelto a hacer. Y lo impresionante
es que ella no está. “No sale en la peli”.
Con esa modestia que ya no se estila.
Hoy en día que el periodista hace de la historia su propia versión, sin
contar apenas con las respuestas del interlocutor, que se queda en un figurín
apenas necesario. Acude a la cita con su
libro y sale de ella con él, decorado, eso sí, por haber mantenido con el
personaje protagonista una suerte de monologo, con preguntas más largas que las
respuestas. Sin réplica. Alguna foto y palabras sueltas entrecomilladas es lo
que concederá al entrevistado. Sin embargo, Arantxa es un punto y aparte. Ni
siquiera cede a la tentación “hitchcockniana” de cubrir un personaje,
ocupar una esquina. Pero lo llena todo.
Un documental de un músico. Enrique Granados. Eso lo cuentas por ahí y no
te acompaña nadie. Si quieres conquistar a tu pareja, lo tienes chungo. A no
ser que tengas un amigo friki o un entendido de música, que también es un
friki.
Desde el principio hay imágenes
en movimiento que atraviesan la pantalla quieta. Los pájaros sobre el mar en
calma. Dibujos de las ciudades donde la vida late por las luces que se
encienden y apagan en secuencias anárquicas. Esa postal de la madre embarazada
que viaja y su pañuelo ondea en la quietud de la noche. O el cuadro del fumador
en el que el humo ayuda a entender que pasa el tiempo; el ascua encendida cuya
intensidad evoluciona a medida que se consume el pitillo. Se huele, de real que
es.
Si no sabes de música, no tengas
miedo. Ve. Es una manera inteligente de acercarte. Es la música desde dentro,
desde las dificultades, los ensayos, desde el otro lado. El no me sale, otra
vez, las manos al piano. La fuerza de la mirada, del silencio, del contacto.
Sale de la pantalla con una energía que es una suerte disfrutar.
Te acerca con destreza a la
esencia, cuenta la Historia como una suma de anécdotas, incluso chismes o
chascarrillos. Todo eso te mantiene prendido a la pantalla, con los ojos
pegados a ella. Es un descubrimiento. Te convertirás en uno de esos personajes
de piedra que están en el gran teatro escuchando las composiciones de granados.
De piedra.
No mires en Wikipedia para saber
quién es Enrique Granados. Se aprende más en ese rato que con toda la conexión a
internet del mundo. Si no sabes quién es Enrique Granados, vete a ver el
documental de Arantxa. Conseguirás lo que parece un imposible, aprender
disfrutando. Es más, no te darás cuenta de que has aprendido, con esa visión tan
española nuestra de que la letra con sangre entra, ese sentimiento profundo que
implica la necesidad del dolor y el sufrimiento para alcanzar la meta del aprendizaje.
Saldrás lleno de música, de historias, de vida, de amor, de amistad. Y lo que
es más importante, con muchas ganas de saber más. Pero no busques en Wikipedia.
PS. Durante la proyección tomaba
apuntes en móvil. Para no olvidar detalles, emociones. Pero no me ha hecho
falta recurrir a las chuletas para contar mi historia. Pido disculpas a mi
vecina de butaca por los inconvenientes. No me estaba mensajeando con nadie.
Resultó además que me senté casi al lado de la madre de la artista. Gracias
Arantxa.
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