Las estupendas son unas necias que no quieren que sus hijas las superen y
añoran el Edipo de sus hijos varones. Les castran mentalmente para que no haya
mujer que les merezca. Les encumbran y les adulan de manera que nunca una
pareja verá en ellos tanta excelencia porque no existe. Porque es mentira. Generan
hijos hiperfelices en un ambiente insano del que no podrán ni quererse salir
jamás. Porque fuera hace mucho frio. Eso no es fomentar la autoestima. Es mentir.
Porque alimentan a una bestia que siempre tiene hambre. Las hijas siempre son
menos guapas y menos estupendas que ellas.
Ellas, las estupendas, no quieren hacerse mayores, y lo consiguen.
Peterpanas de la vida. Se visten como sus hijas, se alegran cuando las
confunden con hermanas. Son eternas adolescentes. Que se hacen preguntas a las
que debieron responder hace años. Son colegas. Amigas. No son madres nunca. No
contienen. Cestos. Rezuma el agua entre los huecos de su amor. Hijos huérfanos en
vida de madres súper guays. Visten vaqueros estrechos y tacones imposibles. Buscan
realizarse. Cuidarse a sí mismas. Abusan de la autoayuda. Están vacías las
estupendas. Pero molan. Y de eso se trata. En realidad, siempre se trata de
eso. De que mole. Llenan los gimnasios y alimentan su ego.
Las estupendas publican sus encantos en las redes sociales, actualizan su estado a diario. Y sus hijas las comentan lo guapas y geniales que son. Las estupendas son estupendas. Es así. No te quejes y sé tu una estupenda también. Al lío.
Las estupendas publican sus encantos en las redes sociales, actualizan su estado a diario. Y sus hijas las comentan lo guapas y geniales que son. Las estupendas son estupendas. Es así. No te quejes y sé tu una estupenda también. Al lío.
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