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05/06/2020

NO HAY DERECHO, CAMILA


No vale, Camila. Ser un escritor de éxito no derecho a publicar un bodrio. No vale. Se sale de sus relatos de Fjällbacka, dice la contraportada. No hace justicia al contenido. Mujeres que no perdonan es un libro que utiliza un tema manido como es el dolor de algunas mujeres en el seno del matrimonio por motivos varios. Abarca desde el maltrato hasta el olvido, pasando por la infidelidad. Desvirtúa y abusa del argumento, lo retuerce y banaliza. Se trata de un tema de moda, pero eso no da derecho a convertir un drama en una novelita súper ventas. Aprovecha la coyuntura de un modo desleal y hasta canalla. No homenajea a las dolientes reales. No las convierte en heroínas, no ilumina a las víctimas. Solo las utiliza para escribir una bobada. En cuanto a lo que novela negra significa es una burda utilización de un argumento sin sorpresa. Utilizado por el malvado Sr. Ripley y por Colombo y por supuesto por Agatha.

Ser escritor de éxito, no digo yo que obligue a escribir siempre un librazo, porque estar siempre a la altura solo lo hacen algunos. Pero no vale copiar, ni publicar así porque sí. Según La Repubblica, este nuevo libro es “Una trama perfecta de una de las maestras de la ficción mundial”. “Una novela fascinante sobre tres mujeres que deberán enfrentarse a los hombres responsables de convertir sus vidas en un auténtico infierno”, para La Gazzetta del Sud. Vale. Ni es perfecta ni fascinante la novela. ¿Quiénes son esos críticos canallas que rellenan la contraportada de adulaciones? No vale. Esa endogamia de la autoveneración y el self adulo es una trampa. Y quizá el motivo por el que yo no vuelva a leer a la sueca. Con cuarentena o sin ella.

Camila tiene su propia técnica, que repite y funciona. La ha exprimido, está en su derecho. Sus libros son siempre parecidos pero estupendos, para mí. Sin pretensiones. Hay un asesinato horrible y la súper escritora protagonista, esposa contenta de policía, mete las narices sin querer y a propósito, madre feliz. Se pone en marcha a base de dale que te pego, investiga, descubre, encuentra miserias y secretos. Acerca al hoy el pasado en sus libros, un paisaje igual de frio en ese pueblecito sueco que no hace falta que exista. Pero que tan bien conocemos. Personajes que envejecen de un capitulo a otro. Crímenes disparatados. Pero intriga decente y entretenida, literatura de verano, o de cuarentena.

Es cierto que se lee en una tarde, pero ese es no es indicativo de calidad, ni dato que aporta nada más que urgencia por terminar. No necesariamente es algo positivo ni una característica a destacar de un escrito, no es un indicador de buena literatura, ni siquiera de la obra de intriga o la intriga de la obra. El que es experto lector de novela negra se da cuenta del argumento del libro dependiendo de las ganas que tenga de ser sorprendido y hacerse el loco, a las pocas páginas de empezar. No vale nada. De verdad. Es una decepción total. Porque a la novela de misterio no siempre se le exige excelencia, pero algo, hombre. Tiene su público.

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