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20/06/2020

Y ZURRA, Y DALE CON LAS CLASES






Cuando ya nada se espera personalmente exaltante,
más se palpita y se sigue más acá de la conciencia,
fieramente existiendo, ciegamente afirmando,
como un pulso que golpea las tinieblas…


Poco se habla de los niños.


Quiero daros vida, provocar nuevos actos y calculo con eso con técnica que puedo...Bueno. gracias Gabriel, que a mí me encanta que abran los bares, Por razones personales, me ensancho, me engancho.


Hago mías las faltas. Siento en mí a cuantos sufren
y canto respirando.
Canto, y canto, y cantando más allá de mis penas
personales, me ensancho.

Me encanta ver terrazas llenas de gente bebiendo y fumando sin apenas entusiasmo, aunque yo no pueda ir. Me gusta que dejen volar,  mira que no tengo alas. Estoy a favor de los besos y de los abrazos, si bien los veo muy de lejos, lo que me deja la miopía. Me encanta que la gente vaya al mar, pese a yo vivir en el interior. La montaña donde tuve un hogar, me gusta desde el olor hasta el frío. Que no es por mí. Me encanta ver a la gente fumar, soy pro fumadores. Y eso que ya no sé ni cuánto vale una cajetilla. Que no es por mí. Que a mí me ha molado estar en casa. Ha sido una oportunidad. Así lo he vivido. No me han molestado las clases on line ni inventar comidas. Ateniéndome a un inventado lema hace años que he hecho mío, he adoptado que la arruga es bella. Eso me ha dado un poco de margen a la exigencia. He pasado de los informes a la purrursalda y de la lavadora a la levadura y a las dudas de mates. Para mí ha sido un lujo. No soy aprensiva, no me alcanza la obsesión del gel hidroalcohólico, eso es cierto. Respeto las distancias por respeto al miedo del otro. Yo ya me he hecho a estar dentro. Es lo que hay, para mí.

Pero lo que no entiendo es que los niños y adolescentes hayan sido castigados de esta manera. Y lo que les queda. La espada de nuestro miedo les mantiene cautivos. Las amenazas sobrevuelan las cabezas y las vacían de integrales y sintagmas. Que si el año que viene acudirán a clase en porcentajes variables, que si mascarilla y guantes si la selectividad es presencial en julio. ¿Estamos locos o qué? Madrid, 8/07…alguien se acuerda del calor que hace? ¿Alguien se ha examinado en julio? Yo sí. Es horrible. Que se laven las manos, antes y después, que haya gel a la entrada ¡pero con guantes! ¿Por qué son ellos el objeto final de la exigencia? ¿Por qué ellos tienen que ser estrictos en el cumplimiento de las normas si son los menos vulnerables? ¿Alguien ha visto a una pareja beberse un vino con pajita? ¿Se deja alguien la mascarilla para cenar? Pues ya está. Luego se alarman de que hagan botellón. ¡Pocos me parecen! ¡Que tienen 18 años, 20...! Si hasta en la guerra se toman vino, copas, hay bodas y amoríos. Achuchones y besos escondidos es el pan de cada día. Como para tener edad de llevar las hormonas en carretilla y quedarse tres meses en casa. Santos, es lo que son.

Santos. Son disciplinados, mascarilla en ristre, gel a modo de saludo. Lo han interiorizado y asumido mejor que nadie.

¿Cómo puede ser que los Bancos estén abiertos, que haya vuelto la liga, futbol en estado puro, que la gente vaya a las oficinas, que no haya sitio en las aceras y que eso sea coetáneo con que no haya clases? Vemos a Ana Blanco que ha vuelto al Pirulí, a los 11-11 corriendo detrás de balones y nos parece lo más normal, cantamos goles y brindamos. Mientras, nuestros hijos practican el zoom y el Skype. Han aprendido a sumar por teléfono, nadie les ha cogido la mano para guiar sus primeras letras. Las discusiones de filosofía han bajado de tono, por el respeto obligado por el sistema a que cuando habla uno se silencia el otro. Es que no lo entiendo. Un profesor proponía reservar unas mesas en un restaurante con sus alumnos para darles clase. Es que alucino. Se puede ir en autobús y no a clase. De verdad. Esto son las prioridades. ¿Dónde está la educación? En la sombra incluso hay quien pretende aprovechar la coyuntura para cambiar leyes educativas. Lo más. Se nos ve el plumero y yo no doy crédito.


Los chavales se han portado de lujo. A saber si no lo tendrán que penar o pagar con el tiempo. Me contaba un padre que, para rebajar un poco la intensidad de su hijo en los primeros días, bajaban y subían las escaleras del edificio corriendo. Imagino que fueron delatados por un poli de balcón y suspendieron el entretenimiento. Una sobrina mía, que no tiene ocho años, se ha pasado el confinamiento botando en una pelota de Pilates. Normal. Y ahora no quiere salir. Sigue con su pelota. Lo raro es que no nos hayamos vuelto majaretas. Lo que más me sorprende es que nadie se sorprende. Eso sí, por la noche, ahora, después de cuatro meses, salen todos a achucharse al retiro. Tal cual abrieran toriles.

Por otro lado, tanto que lo están pensando los expertos, alguna vuelta les ha faltado. Porque toda esa gente que está en un ERTE, sin un duro, pero currando en mínimos. A lo mejor les han reducido el horario a dos horas diarias, tres, y el sueldo en consecuencia. Hay que ganar mucha pasta para trabajando dos horas, cubrir costes. Y encima con los deberes de los niños, que si “hazme una fotocopia”, que ¿cómo se hace un power point?. Todo esto se ve muy bucólico y pastoril, pero no hay tantos ordenadores en cada casa, ni impresora, escáner, y los niños a los mejor tienen cuatro o cinco clases, el resto a su bola. Es muy gracioso oír a una locutora que manda callar a su hijo en directo. Ji ji, Ja ja. Son medio actores. Pero si estás en una reunión con tu jefe y el niño grita que no hay papel, ya te digo yo que no es tan divertido. Que sí, que nos vamos de cañas. Eso sí, se acabaron las becas por buenas notas en la universidad pública. La renta es lo que vale. ¿Por qué no se puede premiar el talento y el esfuerzo? Será un bulo.


Me siento un ingeniero del verso y un obrero, que trabaja con otros a España en sus aceros.

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