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20/08/2021

QUERIDA TÍA TERESA

Querida tía Teresa, para muchos Tere, yo siempre Teresa. No me gustan los diminutivos ni en adultos, mayores y tampoco en niños. La gente  a la que se quiere es siempre grande. Entiendo que son cariñosos. Es que yo tengo una tara, soy de Segovia. Eso es Castilla la Vieja. Unos cardan y otros tejen. A pesar de mis orígenes sé querer de verdad, montones. 

Vamos a ver Teresa ¿dónde está ahora esa cabeza lúcida que tu tienes? ¿Por donde vaga? ¿Que derroteros recorre? Haz el favor de escucharme y dejarte de bobadas. Bobadas con las bes fuertes. Ordena tus ideas, recomponte, repara los enlaces dañados, comprueba las valencias, el número molecular y peinate un poco. Déjate de miles y de moles, que estas al lado mismo del mar, huele su aliento. Siente su sal. Respira hondo y sonríe, ríete como tu sabes. Como Felipe te hacía reír. Esa risa que atraganta, que se hace tos. 

A este año tan largo tú has sobrevivido en movimiento. Habrías salido movida en cualquier foto, quiero pensar que estás cogiendo fuerza, entiendo que una suerte de agotamiento se ha apoderado de tu voluntad transitoriamente. Esa voluntad de hierro que te hizo aprender a hacer sopas de colores para cada día, sin trucos. Esa voluntad para ir hacia delante, aunque fuera a trompicones, con las manos a la espalda. Eso sumado a lo demás, que el bicho que tenías en el pulmón lo ha debilitado y tus pobres alvéolos no trabajan igual, y el cabrito del nuevo bicho, a pesar de la vacuna, se ha colado en tu organismo y ha bloqueado una vena de las grandes. Sí. Y estás parada. Coge fuerzas Teresa. Estás parada pero no quieta. Dentro de ti están nuestros recuerdos, tus viajes, tus paseos, está Felipe, tus padres. En esa biblioteca que habita tu ilustre cocorota tenemos mucho invertido los que te queremos, tú eres la que objetivas, la que colocas las cosas en su sitio, sin mirar Internet. Tu eres el armario de nuestra memoria. Recuerdas incluso lo que no has vivido y soportas las muchas versiones que los Montoya fabulamos, los detalles añadidos. 

No hay mejor sitio para ese reposo que el que te ha tocado, el microclima marbellí. Esa temperatura perfecta, ni frío ni calor, esa brisa de la tarde, los jeringos en los plaza y la playa cada vez más estrecha, sin dunas, pero siempre magnífica. Así es que, has elegido bien. Descansa un rato, que te lo has ganado, te lo mereces. Vas a salir delgada y tiposa, dando envidia a todas las que no hemos llegado a tiempo a la operación biquini. Pero no te pases, no tanto. Te estamos esperando. 

Se han juntado los elementos y tormentas contra los que te has defendido con uñas y dientes, apoyada en y por amigos y parientes y unos médicos salmantinos que se parecen mucho. Desde aquel día de mayo en que el tío Felipe se fue, no sin antes certificar que el ponche del Alcázar no era imitación; desde ese día  el camino no ha sido fácil. Se marchó Felipe, con mi padre. No valía copiar, pero ocurrió así. Y aquí quedamos unos cuantos Montoyas que necesitamos de tu clarividencia, que nos pongas en realidad cuando se nos va la pinza al mezclar la realidad con la imaginación y con lo que nos gustaría que fuera el mundo, la vida. ¿Que no sabemos qué pedir en un restaurante porque no sabemos qué nos apetece?, ahí estás tú.  Nos hace falta tu aleación, tu formula precisa para garantizar la objetividad. Así es que Teresa, ya sea con química orgánica o inorgánica, conecta las pilas y vamos adelante. 

Estamos todos queriéndote un montón, como te hemos querido siempre. Antes eras la tía Teresa, la mujer de Felipe, cada vez serás más la tía Teresa. Pero haz el favor de ponerte buena, es egoísta esta petición, nos haces mucha falta. 

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