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01/11/2018

LOPETEGUI, POR EJEMPLO


Es en el fútbol profesional, uno de los raros sitios en los que el jefe es despedido si salen las cosas mal. Eso, si damos por sentado que el jefe del equipo es el entrenador. No está tan claro. En cualquier caso, el considerado responsable es el que, en la situación de que la cosa vaya mal, que no haya goles a la postre, sale fulminado. El asunto tiene su lógica, porque es el entrenador el que tiene la visión de conjunto, es él quien dirige y organiza el equipo. Los futbolistas, con su entrenamiento y habilidad y buen hacer, siguen instrucciones.



Parto de la base de ser una ignorante del deporte traducido aquí como balompié. Pero ya que opinar es gratis, procedo. Me cuesta trabajo creer que la responsabilidad del fracaso de los últimos partidos del Real Madrid, en concreto del 5-1 en el Campo Nuevo contra el Barcelona, la tenga toda Lopetegui. Que un balón ha dado al poste, sí. ¿Y? Tira otra vez. De lo mejor que he oído después de su sustitución es que le contrató Puigdemont para que dejara colgada a España en el mundial y luego hiciera que el Madrid perdiera, como colofón, ante el Barcelona (algo así)

Lo que me impresiona es este nuevo entrenador, que viene con su labia del cono sur y suelta que el equipo va a jugar con dos "c." el próximo partido. Alucino. ¿Cómo jugaban antes estos fieras?  Estos chavales armario que corren en camiseta y calzón de un lado a otro de una hectárea verde rasurada al milímetro, dando espectáculo, reventando corazones, levantado pasiones. Estos tiarrones que dejan sin voz ni aliento estadios a reventar. Espectadores fieles si edad ni termostato, que ignoran horarios y climatología para animar a su equipo. “Su” equipo. Ellos, los seguidores, deberían tener mucho que decir. Ellos, que visten camisetas de colores, que desgañitan su alma cuando les pidan, ajenos a intereses televisivos. Ellos solo observan. Resulta que el 11 titular salía al campo desprovisto de valor, por decirlo suavemente. Por culpa del entrenador. No lo entiendo. Mucho poder tiene el banquillo.

Si trasladamos estas relaciones de poder y responsabilidades a otros sectores laborales, el esquema no coincide. Si en una empresa de bebidas gaseosas los números no cuadran, se echa a la mitad de la plantilla, no al financiero de turno. Si en una farmacéutica los pedidos se retrasan, echan a los conductores, no al jefe de logística. En fin. En una gran empresa los indios, que trabajan, que tienen su cometido diario, independientemente de su formación, son los primeros que salen paleados como culpables en caso de reestructuración. Pero los responsables del fracaso, los entrenadores en cuestión, se quedan tan panchos.  Casi me parece mejor lo del fútbol, aunque me dé pena Lopetegui.

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