Es
en el fútbol profesional, uno de los raros sitios en los que el jefe es
despedido si salen las cosas mal. Eso, si damos por sentado que el jefe del
equipo es el entrenador. No está tan claro. En cualquier caso, el considerado
responsable es el que, en la situación de que la cosa vaya mal, que no haya goles a la postre, sale fulminado. El
asunto tiene su lógica, porque es el entrenador el que tiene la visión de
conjunto, es él quien dirige y organiza el equipo. Los futbolistas, con su
entrenamiento y habilidad y buen hacer, siguen instrucciones.
Parto
de la base de ser una ignorante del deporte traducido aquí como balompié. Pero ya que opinar es gratis, procedo. Me cuesta trabajo creer que la responsabilidad del
fracaso de los últimos partidos del Real Madrid, en concreto del 5-1 en el
Campo Nuevo contra el Barcelona, la tenga toda Lopetegui. Que un balón ha dado
al poste, sí. ¿Y? Tira otra vez. De lo mejor que he oído después de su
sustitución es que le contrató Puigdemont para que dejara colgada a España en
el mundial y luego hiciera que el Madrid perdiera, como colofón, ante el
Barcelona (algo así)
Lo
que me impresiona es este nuevo entrenador, que viene con su labia del cono sur
y suelta que el equipo va a jugar con dos "c." el próximo partido. Alucino. ¿Cómo
jugaban antes estos fieras? Estos
chavales armario que corren en camiseta y calzón de un lado a otro de una
hectárea verde rasurada al milímetro, dando espectáculo, reventando corazones, levantado pasiones.
Estos tiarrones que dejan sin voz ni aliento estadios a reventar. Espectadores
fieles si edad ni termostato, que ignoran horarios y climatología para animar a su equipo. “Su” equipo. Ellos,
los seguidores, deberían tener mucho que decir. Ellos, que visten camisetas de
colores, que desgañitan su alma cuando les pidan, ajenos a intereses
televisivos. Ellos solo observan. Resulta que el 11 titular salía al campo
desprovisto de valor, por decirlo suavemente. Por culpa del entrenador. No lo
entiendo. Mucho poder tiene el banquillo.
Si
trasladamos estas relaciones de poder y responsabilidades a otros sectores
laborales, el esquema no coincide. Si en una empresa de bebidas gaseosas los
números no cuadran, se echa a la mitad de la plantilla, no al financiero de
turno. Si en una farmacéutica los pedidos se retrasan, echan a los conductores,
no al jefe de logística. En fin. En una gran empresa los indios, que trabajan,
que tienen su cometido diario, independientemente de su formación, son los
primeros que salen paleados como culpables en caso de reestructuración. Pero
los responsables del fracaso, los entrenadores en cuestión, se quedan tan
panchos. Casi me parece mejor lo del
fútbol, aunque me dé pena Lopetegui.
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