Sí. No es obvio. No sé cuántos tipos de friegaplatos
existen. Como usuaria conozco los de dos cestos, el inferior para platos
con cestillo aparte para cubiertos y superior para vasos, tazas, copas y platos
pequeños. En la parte de abajo últimamente los separadores de platos son
abatibles, invento muy útil que debe ser consecuencia del ingeniero encargado de la reparación de palitos rotos, por incrustar cazuelas o sartenes
en tal área de cualquier manera. La parte superior dispone, en los laterales, generalmente de dos
bandejas también abatibles, que se pueden quitar (son removibles, dirían los
anglófonos). Tales superficies resultan inquietantes respecto a su función y
utilidad real.
Otro modelo es el de los dos cestos más rejilla
superior de cubiertos. Lo que en realidad había supuesto una revolución del
aprovechamiento de espacio, no ha tenido tanto éxito como el esperado. Colocar
los cubiertos en semejante rejilla saca de quicio al que lo hace correctamente , y el que
los deja de cualquier manera los tiene que fregar a mano cuando saca el
lavavajillas, porque no quedan bien.
Por último están los friegaplatos de bar, que duran
dos minutos y no necesitan jabón; el agua lo lleva incorporado. En éstos lo
importante es la pasta. Porque coloques las cosas como las coloques, si son
buenos, sale todo reluciente, y si son malos por mucho que vuelvas a darle para un nuevo lavado? nadie, te quita un repaso.
Tras la descripción somera, vamos al grano. ¿Cómo se
coloca un friegaplatos? La edad nos hace intolerantes en este tema, como en
muchos otros. Porque cualquiera puede pensar ¿qué más da? Pues da. Y mucho. Lo
peor es que, como en casi todo, no existe una solución única. No hay una que
sea la buena. Por mucho que tú creas que es la tuya. Error. Suena un gong de
equivocación. Eliminado del concurso. Cubo de pintura. Cierra los ojos.
Desde mi punto de vista hay dos cosas importantes,
una es no mancharse cuando metes cosas, para eso hay que disponer los enseres
de manera que la colocación del siguiente no se vea obstaculizada por un plato,
tenedor o taza. Para lograr tal objetivo es importante, en la parte de los
vasos, empezar siempre por lo más incómodo, por atrás. Es menester abrir
completamente la puerta del electrodoméstico y sacar la bandeja o cesta correspondiente del todo. No vale lo fácil, abro un poquito,
lo justo para que me quepa la mano; meto mi taza la primera y que arree el
siguiente. No. Eso no vale. Las tazas de más lejos a más cerca, y en la zona
lateral, la de las bandejas abatibles, hay que colocar las más pequeñas, o los
cuencos, porque entonces si abates la bandeja ahí pueden acomodarse cucharones
de servir, espumaderas, cuchillos largos, etc. En los huecos adyacentes las
copas o vasos más altos. Como casi siempre se llena la parte de arriba antes
que la de abajo, que si una taza para el café, el vaso de agua de por la noche,
la copita de cerveza, el vino, los cola caos, etc.; recomiendo que los cuencos
y platos pequeños se releguen a la zona inferior, cestillo de platos. La teoría
dice que a un lado van los llanos, al otro los hondos, y en perpendicular los
de postre. Esto es lo estricto, si luego metes un pírex o una cazuela, vete al capítulo
de las excepciones. Pero que levante la mano quien no tenga una vajilla que no
pueda lavar a la vez platos hondos y llanos porque no caben de anchos o tiene
que saltarse un separador de cada dos para inclinarlos y que no choquen con las
aspas. Los platos duralex para los que inicialmente se diseñaron los
lavavajillas eran mucho más pequeños que los de ahora. Antes la vajilla de la
Cartuja, verde, roja o como la tuvieras, se lavaba a mano. Ya ese mito de que
se estropea no se lo cree nadie. Era un truco de nuestras madres para que les dejáramos
algo de sobremesa, para que nos ocupáramos. Lo único que no se puede meter en
el friegaplatos son cacharros que estén hechos de dos materiales, con uniones
pegadas, un chuchillo de plata, y la cafetera italiana, lo demás, sartenes,
cazuelas…si quedan regular, las vuelves a meter. Bueno, esos vasos de cristal finísimo,
no; la tapa de la olla, no; los cacharros antiadherentes, mejor que no.
Un invento es el del cestillo superior con varias
posiciones. Cuando va gente a tu casa y sacas copas, lo bajas, para que quepan
de alto. Lo malo es si has usado vajilla de los platos grandes, entonces dan
con las aspas del agua. No te digo nada si te has decidido por esa vajilla tan
bonita cuyos componentes son todos cuadrados. Para comer, queda preciosa en la
mesa. Además, con el mantel azul, resaltan mucho, pero no caben en el
lavavajillas, ni quitando la cesta de los vasos. Lo mejor es abandonar y
dedicarse a la sobremesa. Ni se te ocurra sacar vasos de tubos para los
cubatas.
La programación es importante. Generalmente hay seis
programas. El 1.- de lavado a altísima temperatura 70ºC, el 2.- lo mismo, pero
tiene otro dibujo, el 3.- un reloj que marca las 9:00 y 40ºC, el 4.- económico
45ºC, 5.- unas gotitas que parecen una ducha y el 6.- una copa y 30ºC. Más o
menos. Hasta ahora se puede calificar como críptico el panal de mandos. A lo mejor el hombre del futuro lo entiende. Estará hecho para él. A la derecha hay varias opciones incomprensibles, un enchufe, un dibujo
de un rectángulo con un círculo dentro y algún que otro jeroglífico que, aunque
recuerde no entiendo. Lo peor de todo es el programa económico, que dura alrededor de
cuatro horas. Por mucho que te explique el de la tienda que es el que menos
energía gasta, hay una resistencia popular al uso de semejante opción.
¿Nadie usa ya el abrillantador? ¿Entonces porque
sigue teniendo su sitio en las máquinas? Esas pastillitas de jabón a las que
hay que quitar el plástico no compensan. Muy baratas tienen que ser.
Por fin, el error. Cuando un friegaplatos falla,
empieza a pitar sin descanso. Lo abres, y en la ventanita de los minutos que
faltan para que acabe el programa aparece “20” o "SO" o "S0" 0 "2O". Ni idea. ¿Qué es eso? Has guardado el
manual. 20.- la máquina está desenchufada. ¿Cómo que desenchufada? ¿Dónde está
el enchufe? Hay veces que es mejor lavar a mano.
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