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24/10/2020

NO ME GUSTA HABLAR MAL DE NADIE, PERO

 

Sinónimo de: "yo no quiero decir nada, pero". Mal empezamos si es ésa la introducción de una conversación. Esa frase es un preaviso de lo que va a ocurrir, es el anticipo de un futuro ventoso. Bomba de relojería encapsulada, envuelta en aparente bondad, en vehemencia. En esa comprensión fingida del que escucha sin atención, buscando el hueco para su juicio. Análoga situación a la que acontece cuando el conferenciante anuncia que va a encajar su presentación en el tiempo estipulado. Date por muerto. Acurrúcate en el sillón como puedas. Va para largo. Rebasará el tiempo asignado con creces. Es un “dime de lo que presumes y te diré de lo que careces” en plan muerte anunciada. ¡Agárrate que vienen curvas! Señales triangulares en carmín.

Mal andamos. La frasecita en cuestión puede darse en situaciones de todo tipo. Por ejemplo, tú vas a contarle un problema a tu marido, mujer, a tu jefe, a tu hermano; a tu padre o a tu madre, a una persona, en fin, en la que tú confías, que tiene un ascendente sobre ti. Un amigo, que amigos hay de muchos tipos, aunque amigos de verdad, son un punto y aparte: los hermanos que eliges. Eso es otro cantar. Te acercas, con tu saco de angustia pegado al alma; con una preocupación que no puedes contener; un dolor que no te cabe; unas ganas enormes de compartir para entender, para resolver. Al decir las cosas en voz alta a veces parece que se encienda la luz de la comprensión y no se necesita nada más que alguien con la paciencia de escucharte para devolverte el rumbo. Esa brújula imantada cuya aguja no deja de girar, por fin encuentra su Oriente, como la Perla. Nada más y nada menos. “Te lo cuento, a ver si así lo entiendo”. La reacción del contrario, debida seguro a sus ganas de resolver, de ser útil, apoyarte o ¡vete tú a saber a qué debida! su voluntariedad. La voz a ti debida. O la voz a ti de vida. La parte contratante de tu primera parte, o sea sé, el escuchante, lo que te dice es no que no le gusta hablar mal de nadie, pero. Sin más. Subido a un pódium de ilustración y prudencia. Escueto, presuntamente cándido y misterioso; dispone quizá de datos encubiertos, esconde razones que pertenecen al mundo del secreto de Estado. Si te lo dice tendrá que matarte. Lo único que va a ocurrir a partir de ese momento, es que se van a repartir bofetadas, se van a sortear las culpas. Se rifan responsabilidades y castigos con aparente justicia. Pero es al cabo un sorteo en el es más que probable que te toque alguna papeleta.

Nunca sabemos quién te puede venir con una respuesta de tal calibre, y no es cuestión de ser desconfiado a discreción. Pero es más que recomendable practicar una reflexión previa y cuidar mucho con quién compartes tu inquietud; porque a veces algo nimio se hace bola de nieve en pendiente. Se vuelve contra ti en plan boomerang y el cacharrazo que te da es inmenso. No es bueno soltar bombas que el otro sospeche que le pueden llegar a afectar o de las que de algún modo se sienta responsable. Estamos un poco solos, debemos hacernos cargo cada cual de lo nuestro. Asumir los errores y meteduras de pata, ser humanos en nuestra confesión. Y no criticar. Y compartir lo bueno, la alegría. Que cada uno lleva su propia mochila de miseria y de pena. Así es que me guardo mi lastre. Por si las moscas.


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