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13/07/2020

HORATIO ES ROMÁNTICO

Horatio, Hache, es único. Horatio tiene una caída de ojos que ya la quisieran para ellas muchas divas. Cultiva un estilo y personalidad inimitables. Sin ser físicamente atractivo, y siendo al asaz menos guapo que muchos de los personajes que le acompañan en CSI Miami, es el personaje clave de la serie. No sé a quién se le ocurrió su contenido, personalidad, su imán. Aunque no fuera el jefe del laboratorio, sería sin ningún género de dudas, el protagonista.

Horatio escucha, parece reflexionar mientras lo hace. No apunta nada, todo lo retiene. Esa manera que ha, de decir tanto, estando callado, es parte de su atractivo. Las frases contundentes con las que fulmina a compañeros, jefes, subordinados, interrogados, desconciertan a cualquiera. Cierran con llave las conversaciones. Su tono y hondura son fruto de una transmisión directa desde el fondo del alma. Parece que las macera en su silencio. Tras reflexión sincera, emite un veredicto irrefutable. Esas sentencias arrastran multitudes. Serán citas entrecomilladas en un futuro cercano. Perdurarán en la memoria. Hay reuniones de amigos en las que los más eruditos tratan de emularle cuando concluye y elabora su discurso final. Muchas series le siguen la pista. Ya quisieran otros policías y detectives. No es fácil, precisa entrenamiento, perseverancia y un don, que ya solo se puede atribuir a los genes o a la educación.

Es importante también la pose. Se gira, manos a la cintura, en jarras, se inclina ligeramente, se le cae el flequillo rojo sobre la frente y la pantalla se llena con su perfil ligerísimamente encorvado. Suele atardecer al fondo, en la noche anaranjada de Miami, cerca del mar. Se le ve de canto, Horatio, con una lenta rotación asoma la camisa entre las solapas de la americana. Su postura al coger el arma, su manera de observar la escena del crimen, transmite el esfuerzo y el dolor compartido. Y el gesto clave: cómo se pone y sobretodo cómo se quita las gafas. Son todos movimientos milimétricamente planificados y que ocurren a cámara lenta, a la velocidad que salen sus palabras a la vez que levanta la cabeza y se enfrenta. El contenido y la mansedumbre con la que emite juicios los hace indiscutibles.

No sé hasta qué punto el pelirrojo policía habrá invadido la personalidad de Caruso. O quizá es al revés.

Horatio lleva la intuición en el ADN. Se da cuenta de las cosas por la piel. Sabe quién es el malo porque lo siente. Parece que lo huele. En cuanto lo ve, se le da la vuelta la expresión. El capítulo podría acabar ahí, en el momento en el que demuda el gesto. Los retales que siguen en el episodio no son más que demostración de axiomas. Mucho se tiene que torcer la cosa para que Horatio se equivoque.

Horatio es un romántico. Eso es lo más importante. Enamorado de un fantasma del pasado. Pasión y lealtad inalterables. Todos parecen quererle. Tan romántico que parece bajito, y el tío mide 1.86. No digo yo que no pueda haber románticos altos, pero a Horatio no le pega serlo, le pega ser pequeño. Tiene un toque femenino en su complexión. No es que esté delgado, es menudo. Su pasado es trágico, eso se sabe nada más verle, por la sensibilidad que aflora de sus poros pelirrojos. Por cómo se acerca de lado al doliente, al huérfano. Por cómo la gente le habla. Horatio es empatía en estado puro. Horatio es incorruptible. No tiene mácula. A pesar de su piel con esa tendencia ineludible a las pecas, a pesar de no lucir complexión robusta, es firme, fiable. No tiene parangón. Se puede no ser fan, pero respecto merece y el mío lo tiene.

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