A veces no hace falta más que abrir la boca para meter la pata. Se nota mucho en las modas. Nuestros padres bebían cubalibres. Si nosotros hubiéramos ido a Pachá y hubiéramos pedido un cubalibre hubiera sido peor que llevar calcetines blancos a la entrada. Todo un insulto a nuestra modernidad ochentera. Y no digo ya si lo hubiéramos pedido en el Penta, El Siroco, Rompeolas, el Sol, El Pirata, El Delanys, Rockola, El Honky, La vía Láctea, el Café Ruiz...¿Se ve de quién soy, no? Un sol y sombra o un anís era símbolo de estar sin un duro.
Pues ahora, si estás cenando y quieres dar la nota, pídete un licor de manzana con el café, o un Licor 43. Cositas. Te pides un Peppermint y directamente llaman a seguridad.
Sin embargo nos parecía tan normal a nosotros, pedir un cerebrito (yo no) : Baylis con tónica, que se cortaba. ¡Puaj! O un "Hasembury" en la chocita Sueca, un mini con submarino en uno de los Paradores de los Arcos de Moncloa. Paradores numerados con números romanos, unos clásicos. Ir a Chapandaz iba asociado a pedirse una leche de pantera. Ay ay ay, que me sabe a Calisay. ¡Qué anuncio! Paternina banda azul: otro planeta.
Por no hablar de ir al Vips, donde quien se atrevía, pedía un banana split, o cualquiera de esos postres importados imposibles de terminar, pero que por supuesto no queríamos pedir para compartir. Se derretía el helado, se mezclaba todo y era una sopa de colores que mejor tomar en solitario. Y esa tarta al güisqui que no podía faltar en una carta de un restaurante castellano a mucha honra. Niño, tu no puedes tomar, que tiene alcohol, como la mus de chocolate de mi suegro, solo para adultos, con su chorrito de ron. Pedirse unos entremeses suena a hablar en chino, eso sí, si dices antipasti en un italiano, dejas en el sitio ala camarero. Hay que pedir AOVE, ni se te ocurra decir aceite de oliva....¡no!. Los huevos rellenos (sorpresa) están descatalogados, y tienen su punto. La pechuga villaroy no se hace porque es una lata. Ahora no están de moda los revueltos tampoco, y mira que daban juego. De ajetes, de morcilla, de según. E incluso huevos con bechamel, una delicia. Bueno, donde hay bechamel que se quite el resto. Poco se ve el Ossobuco y el Strogonoff, poca broma. Ragú. No podía con él, y esas patatas flotantes.
Gracias a Dios pasó el boom de las endivias, que en mi casa las hacían de todas maneras, en ensalada, con bechamel y jamón de york o serrano. Vino la endivia con el kiwi, que la gente no compraba porque parecían ratones. Mi madre, muy moderna, siempre estaba en vanguardia. Quien a los suyos se parece, honra merece, yo era fan del helado de after eight y la comtessa. El pijama, de postre, no lo probé nunca.
Antes, pedir ron Havana Club era estar un poquito por encima de la media. Ron oscuro, calidad. Ahora lo raro es pedir un ron blanco. Como tomar botellines. ¿Quién pedía un botellín pudiendo pedir un charco de esos de donde bebían varios? Con el coronavirus ahora nos llevamos las manos a la cabeza. Quizá fue una manera de inmunizarnos. Las guindas en los cocteles, o las aceitunas...¿se siguen poniendo? ¿Quién se come las guindas? ¿Y qué me dicen del huevo hilado, manjar donde los haya? Que solo se encuentra en las mejores pastelerías. Porque hacer huevo hilado en casa....¿quien come melocotón o piña en almíbar? Tan socorridos ambos. los huevos al plato, que servían para un reciclaje.
Ahora todo combina con el aguacate, desde una ensalada a un filete, como si te lo tomas de desayuno. El coctel de gambas ya no es antiguo si lo bañas en guacamole. Eres un cateto si no sabes lo que es el Kéfir. El brócoli ya es antiguo, ¿no has probado el bimi, el jengibre? El jengibre con el que la madre de Ana, de los Cinco, hacía pasteles. Y nos metemos con la comida británica. No somo nadie sin esa planta de la familia de las zingiberáceas, cuyo tallo subterráneo es un rizoma horizontal muy apreciado por su aroma y sabor picante. El Bok Choy, bambú, choy sum, son imprescindibles en nuestra dieta. No eres nadie si no sabes manejar unos palillos.
Eso sí, como la vida es cíclica yo sigo enseñando a mis niños a distinguir los cubiertos de pescado. Verás, que el melón con jamón va a ser el sushi del futuro. A lo mejor no vuelven las hombreras, pero apuesto corderos contra pajaritos que volvemos a alabar los potajes y las patatas a la importancia ocuparán su sitio en el menú.
Hay mucho tonto que no sabe lo que es comer
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