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27/09/2018
NO ESTOY DEPRIMIDA. ESTOY TRISTE
25/09/2018
DEL CONSULTORIO O DE URGENCIAS
Pero falta lo mejor. Sale la enfermera. Pregunta por Leonor Pérez.
Leonor obediente se levanta y atraviesa las puertas del misterio. Al minuto un chaval vestido con pijama verde,
que no tiene edad para conducir, sale del otro lado del espejo, mira el papel que
lleva en la mano, levanta la cabeza “Leonor Pérez”. La sala de espera se rebela. Está dentro. ¡Jaaa!. Y el murmullo. “¿Pero cuantos años tiene ese
niño?”. Es una medida disuasoria para
quien no esté malo de verdad desista. Pablo se quita el forro polar, la
parejita se incorpora, Herminia y Julián sonríen. A Pablo se le va deshinchando
la mano a medida que van saliendo yogurines vestidos de verde recitando nombres.
A ti el brazo te parece que ya está estupendamente. Estás con un pie fuera cuando oyes tu nombre de nuevo. Atraviesas la puerta del misterio siguiendo a un chaval que va disfrazado de médico. Con el fonendo en el bolsillo grande y en el del pecho un montón de rotuladores. La mirada segura detrás de unas gafas de pasta. Cruzas los dedos para que haya algún "mayor" en la consulta. Porque nadie oye lo que piensas y además te contienes. La realidad es que en tu imaginación te están arrastrando hasta esa puerta y tu quieres volver con tus amiguitos de la sala de espera.13/09/2018
LOS BESOS METRALLETA
Me encantan los besos metralleta.
Se esfuman problemas de protocolo o costumbres locales respecto al número de
ósculos, si es uno o dos o hasta tres los besos que corresponden a un saludo. Se
puede empezar por la izquierda o por la derecha, a voluntad, y según te pille
la postura y la mejilla. No hay peligro de choque de bocas inintencionado. Los
besos metralleta se dan en la parte de la cara que te apetece, vale la frente. Y también vale repetir en ambos mofletes, por
ejemplo. Son terapéuticos y
sonoros. Los besos metralleta se dan
cogiendo uno a otro la cara por la mandíbula, hasta los pómulos. Una palma a cada lado. Cubriendo la cara casi
entera. Algunos dedos casi llegan a la nuca; donde nace el pelo alborotado. Las
manos sujetan la cabeza toda.11/09/2018
EL RUNRUN
El runrún mata la alegría, destruye a las personas, acogota la felicidad. Impide la vida. Hace más daño que una enfermedad. ¿Has visto a fulano? Pues no sabes cómo iba ayer. Yo no quiero decir nada, pero parece mentira de lo buena familia que viene y él por ahí tirado como una colilla se pasa las tardes. Que dicen que le han visto con Mengana. Otra que tal baila. No me digas. Si hija. No me cuentes. No si yo no te quiero decir nada, pero es que su hijo va con la tuya. A ver, que tu hija es buena buenísima. Pero ya sabes dime con quien vas. Y así, la vida entera. Con las amigas, con el marido, con los hijos, compañeros. Malmetiendo, como un sacacorchos, hundiéndose y rompiendo a la vez. Y zurra, y dale. ¿Qué no quieres decir nada? ¡Lo que te habrás callado! Es increíble. Menos mal que no quería decir nada. Cuando una conversación empieza por ahí, mal asunto. Hay que salir corriendo. Porque lo que viene después solo puede ser veneno. Hacen círculos de criticas y dimes y diretes en los que no hay títere que aguante su cabeza. Ni por un momento pienses que tu no eres foco. En cuanto te alejes, cogerá carrerilla pues mira lo que me ha dicho, hay que ver lo rara que está , si yo no he hecho nada, pues no sé por qué se enfada.
No me extraña que el hombre muera antes que la mujer. Porque eso no hay quien lo aguante. Es un desgaste físico, mental, emocional. No queda nada más que el chisme, el cotilleo. Siempre hablando de los otros. Lo que hacen, lo que no hacen, lo que les dicen o les dejan de decir. Al final todo es malo. Si uno habla, por lo que cuenta; y si se calla por lo que oculta. Las mujeres runruneadoras no tienen límite, son insaciables. Además, cuentan tanto que olvidan. Porque su incontinencia es bestial. Lo que les entra por un sentido lo escupen por otro. Es imposible pedirles silencio. Por mucho que les digas que no quieres oír. No dejan nada. Ni espacio para el otro. Invaden y ocupan como la lava. Matan la vida y no dejan brotar. No descansan. No se puede luchar contra ellas. Solo se puede coger distancia.
EL TIMO DE LA ESTAMPITA
Tú, el otro, la otra y todos los que
vengan sois de la misma calaña. . A todos. ¿Qué es eso de que no todos somos iguales? Si,
hija, en la Universidad Pública todos somos iguales. Toditos. No hay unos más
iguales que otros. Es una cura de humildad para los hijos de papá, los
originarios de colegios de pago. Los de apellidos rimbombantes son iguales a
los de los que los tienen repes. Sí, da igual de dónde vengas. Cuando llegas a
la Universidad Pública el contador se pone a cero y da igual la nota con la que
llegues o dónde vivas. Da lo mismo que tengas beca o que te paguen tus padres
los estudios. Tabla rasa.10/09/2018
¿QUÉ TAL TODO?
08/09/2018
TE ECHO DE MENOS
LAS DEPORTIVAS O UNOS TENIS. CUESTIÓN DE CLASE
MOLINOS. ANA
Con
este libro me lo pasé en grande. Lo devoré. Lloraba de risa, les leía párrafos
y páginas enteras a los parientes. Por un lado, me sentía identificada, por
otro simplemente admiraba el humor con el que se desenvolvía en un mundo
adverso o cuando menos, complicado. En la vida, al cabo. No comulgo con ella.
Simplemente me parece tronchante, genial, estupenda. Da gusto leerla porque
siempre hace asomar una sonrisa. Aunque sea en la comisura. La escena de los
vómitos de sus hijas desde la litera la tengo pegada a la retina. Y esa salida
al campo un domingo en la que acaba recriminada por el ingeniero con un todavía estás así. Después de un
madrugón y una mañana de trajín haciendo bocatas, preparando bolsas, desayunos.
Discusiones mañaneras por la ropa. Un por si llueve, por si hace calor. Tan
pancho, con el periódico leído; él, tintinea las llaves; sonríe, resplandece y huele
a “Gotas de oro”. Como para besarle o montarle un escándalo. En su blog: El
post más brutal para mí fue el de hacerse pequeña. Lloré a cántaros. Su
teoría sobre el adolescentismo me hizo llorar de risa. Últimamente he pensado
en un derivado que sería la adolescentitis. Es el paso de lo inocuo a lo
patológico. Tela.06/09/2018
HE VISTO A PATXi

02/09/2018
ESE NIÑO QUE SE PASA EL DIA LLORANDO
En el hospital, recién nacido un bebé oí algo que
me dejó marcada cual res. “Si al mes no sonreíste, mala madre tuviste”. Es
verdad. Por deducción concluyo que el niño del 4º derecha tiene una madre
canalla. Desde que nació no ha parado de llorar. Por favor, ¿no pueden
consolarle? ¿no tendrá hambre? ¿Sueño? ¿Caca, pis, el pañal sucio? ¿Calor?
¡Frío! ¿Estará enfermo? Le dolerá algo. No puede llorar siempre un niño. Siempre
hay una razón. Lo dramático, es que ya no es un bebé, que el chaval va al cole
con una cartera más grande que su espalda. Viste un uniforme precioso, de
camisa blanca, corbata y pantalones cortos de cuadros verdes. Jersey de pico
color azul marino. Zapatos castellanos y calcetín corto, a juego con el jersey.
La ruta le recoge en la esquina de casa. Y él vuela sonriente y feliz hacia las
puertas que se abren automáticas a las risas o al sueño de la mañana. Es ajeno
a la llantina que le espera cuando vuelve a casa.He llegado a la
conclusión de que su madre es mala. No puede ser otra cosa. O su padre. O los
dos. No se oye otra cosa más que su llanto en cuanto cae el sol. Llora, llora y
llora sin consuelo y de pronto una voz masculina suelta “a dormir” y él
enmudece para coger fuerzas y volver a berrear. Visualizo que ocurre en cuanto
sale por la puerta el de la voz grave. Aunque estoy empezando a imaginar,
después de noche tras noche sin consuelo, que la instrucción la puede dar desde
otro cuarto, sin levantarse, el padre, mientras afila los cuchillos para la
próxima maldad que maquina. Mientras escucha las fechorías de las que se
enorgullece la madre al atardecer. Mientras se quita el disfraz de persona con
el que tapa su traje de bruja. “A dormir”. Y ya está.
Los niños cuando
lloran, lo hacen para comunicarse. Porque no saben hacerlo de otra manera. Pero
a este pobre chaval, que ya vuelve con deberes del cole, no le calmaron en su
día. No le cambiaron el pañal ni le arrullaron y ahora llora porque lo ha hecho
siempre. Llora por todo, no porque sea un mimado o esté malito, llora para
dormirse, como hacía de bebé cuando tenía motivos. Cuando no le calmaron,
cuando lloraba por sed, hambre, por lo que fuera. Ahora lo hace por costumbre.
Es su forma de encontrarse con el niño que fue, de conciliar el sueño. Y de
tanto llorar me va a hacer llorar a mí también. El que no quiera tener niños
que no los tenga. Y el que se crea que hay que dejar que los niños lloren hasta
que se hagan mayores, pues que tampoco tenga hijos. O que vivan muy lejos. Que
no quiero verlos.
PLUSCUAMPERFECTO MUCHI TAREAS
YO TODO SE LO DEBO A SALINGER

Hay una generación que se lo debemos todo, o casi
todo; que no es lo mismo, pero es igual, a Salinger. A Salinger y a su
guardián. O a Salinger y su guardián. O al Guardián de Salinger. No lo sé.
Da igual casi lo que
contara el libro. Aunque es lo más importante, lo que cuenta. Da lo mismo la
historia. Aunque la historia es la esencia. Pero cómo lo cuenta. El camino que
descubre, a través del lenguaje para filmar el trozo de vida que narra. Es fascinante.
Limpio, fresco y tan directo que da susto. Quita todos los filtros de los que
el lenguaje convencional dispone, para edulcorar y hacer bello el relato.
Desnuda el cuento. Le quita la piel.
Le debemos a Salinger.
Porque nos enseñó que lo que se siente se puede decir tal cual; que existen
palabras, expresiones, para todo aquello que bulle en tu alma. Que es mucho más
sencillo. Y doloroso. Que basta una sola voz. Una interjección resume el dolor
y la alegría. Nacieron vocablos viejos que en nuestra boca eran una seña
identificativa de comprensión. Porque sólo quien se había leído “El Guardián”
podía utilizar la palabra cretino con propiedad. Se estableció una red de
comunicación secreta por la que todo aquél que había leído el Guardián,
pertenecía, sin saberlo a una sociedad que nació a la sombra. Teníamos algo en
común de lo que no era necesario hablar. Y era mágico.
01/09/2018
CINCO MINUTOS MÁS
que no la ha usado.


