Las deportivas, o los tenis.
Decir “Los tenis” es mucho más fino.
Porque yo me imagino a mí misma vestida de blanco. Un polo impoluto y una falda
de tablas por debajo de la rodilla; ensayando mi revés en una pista de tierra
batida. En Inglaterra. Por supuesto. Mi
profesor me ofrece un refrigerio al terminar el partido y mis cuatro hijos
rubios vienen corriendo a verme junto a su padre, mi ex novio. Exultantes los
cinco. Felices y acalorados todos nos vamos a comer juntos una barbacoa que
feliz prepara él. Mientras yo le miro arrobada. Un domingo de sol tibio de
otoño. Eso evoca en mí el dúo "los tenis". Por otro lado, llamar tenis
a las deportivas indica que eres de toda confianza, o que tienes tierras. Que
alguna vez te has asomado a la ventana y no dejabas de ver olivos. Donde se
esconde el horizonte, esos también eran tuyos.
Ahora hay zapatillas de deporte para dar y
tomar. Las hay doradas y de colores vivos.
Con cordones y sin ellos. Dentro
de la gama de cordones se pueden atar o ser elásticos. La necesidad de saber
atarse los cordones como primer síntoma de autonomía después del control de esfínteres,
es cosa del pasado. Las hay de todos los precios y materiales.
Últimamente las mujeres mezclan zapatillas
de deporte y ropa de vestir. Hace años era un signo “identitario” de ser
americana, del norte. Igual que llevar sandalias de cuero con calcetín blanco
era denominación de origen alemana. Si por la calle veías a una señora con un
traje de chaqueta y zapatillas de deporte es que era guiri. Punto.
Pero todo cambia. Los españoles, tan
propensos como somos a que nos guste tanto lo de fuera y tan poco lo nuestro;
enseguida adoptamos costumbres ajenas. Esto no quiere decir que cuando estemos
por ahí no nos pasemos el día diciendo “como en casa en ningún sitio”. pero
también es parte del no estar bien en ninguna parte. Adoptamos las modas con
intensidad. Ahora Madrid está llena de mujeres con vestidos de flores y
deportivas. No se sabe si es que han ido andando o en bici al trabajo y llevan
los tacones en el bolso. O los guardan en la taquilla. O simplemente van así
porque quieren y les gusta.
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