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08/02/2022

A MI YA SOLO ME ESCRIBE AMAZON


Salvo afectuosas felicitaciones de Navidad y puntuales ídem de cumpleaños; esas, que con esmero imagino personaliza un atento trabajador. Salvo éstas, con remite de un conocido centro comercial o el Banco que nos aguanta la hipoteca. Llegan sin sello, tan solo estampado una fecha y el origen. Salvo, por supuesto alguna factura rebelde; a mi ya solo me escribe Amazon.

Con lo bonito que es recibir cartas, o lo triste. ¡qué tiempos aquellos! ¡Ay! cualquiera tiempo pasado fue mejor. ¡Qué mérito! Qué mérito tenía ese esfuerzo por condensar en unas letras, aquí te mando unas letras; lo que a uno le pasa en el día a día. Que no es nada y es todo. Porque ¿qué es lo importante? Lo importante es amar. Lo importante es el gesto, que en la distancia se pierde, lo importante el detalle, lo importante esa lágrima, que recoges con tus dedos torpes, para cuidar mi rostro, por donde hay surcos ya. Lo importante esa mano en mi espalda, pasa tu. Lo importante las gracias, los besos, los achuchones, las miradas cómplices, el apoyo diario, los sueños, la voluntad. ¡Ay! 

El objeto de las cartas es acortar la distancia, acercar corazones, evitar el olvido. Algunas misivas consistían ¿simplemente? en contar lo que había pasado, lo que habías comido, a quién habías visto, alguna charla, una película o un libro. Se trataba de trasladar al otro emociones, sentimientos a través de tu rutina, para que el otro formara parte de ella. Usando la tinta y esperando que sus ojos y su corazón recibieran todos los mensajes, de alegría, de nostalgia, de ganas de verse.  Plasmado en un papel, elegido a veces al azar, otras con mimo, si se podía. 

En una carta, igual que una frase consta de sujeto verbo y predicado; en una carta,  el texto consta de introducción, nudo y desenlace. Al inicio las preguntas  sobre el estado del otro, lo mucho que se añora su presencia, algo del clima y generalidades. Ojo, que no hace falta que sean cartas de amor. Los abuelos escribían a los nietos y a los hijos, las postales de los sitios visitados, son derecho no solo del enamorado. En el nudo, se entra en materia, detalles de tu estado de ánimo o de salud, desarrollo del tema del día. En el desenlace la despedida, los besos, el cariño, el ánimo, las ganas de volver a verse o en su defecto, obtener respuesta. 

Es un esfuerzo de cada día, o cada tanto redactar y resumir para el otro las pequeñas cuitas. Quizá ahora se consigue mediante las llamadas por teléfono . Pero una llamada es algo instantáneo, en tiempo real.  No requiere el mismo esfuerzo de síntesis, especialmente ahora con estas ofertas de minutos ilimitados. No es preciso resumir ni organizar el argumento. En pandemia yo hablaba con mi madre todos los días, la llamaba siempre a la misma hora y todos los días nos contábamos lo mismo, porque no había nada que contar . Pero antes de hablar, como el principito, yo me tomaba un momento, hacía un recuento, me concentraba, imaginaba la llamadas y anticipaba, para saber qué le iba a contar, y qué no. Llamar y contar miseria, sobre todo en pandemia, no vale. Es lo fácil. Es como el que escribía cartas de horror en la guerra, que yo no he vivido, claro; pero me imagino estar en pleno campo de batalla un chaval de 20 años que escribe a su novia para mantener una relación con ella en la distancia, para sentir que hay alguien al otro lado que le devuelva esperanza. No le va a contar las miserias de que su compañero de trinchera, que llora por las noches, tiene gangrena en un pie o echa de menos a su madre. Le contará lo bonito que es el paisaje en ese pueblo que nunca había visto; el cielo en esa ciudad, en ese país en el que no había estado. Y na novia leerá entre líneas y le devolverá energía y apoyo. Pues en pandemia lo mismo. No se llama para quejarte porque estás aburrido. No. Todos lo estábamos. Y solos. y estás. Cuentas que has visto cosas en la tele, que es buenísima una nueva serie, que te has leído un libro que estaba en la biblioteca, en la librería de tu casa desde hace un montón de tiempo y que era de tu padre, que te has acordado de él. Que gas hecho orden en el armario y has encontrado una chaqueta preciosa y la has puesto parches. 

Que a mí solo me escribe Amazon. 

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