Me parece fatal que no hayan dejado ir al examen del MIR a los candidatos que han dado positivo en un test covid. ¡Hombre!, que habitilen un aula, ¡no fastidies!. Otra cosa es que estén enfermos, que no puedan ir. Pero un chaval que lleva un año estudiando como un cabrón, con perdón. Que no sale, que no está disfrutando de su divino tesoro porque tiene un objetivo, una idea. Los médicos van a ser quienes cuiden de nosotros, de los demás, quienes decidan nuestro tratamiento, los médicos son seres de otro planeta. Que juran en su profesión. ¿A quién se le ocurre, por un catarro, no dejar que se examinen?
Los estudiantes de medicina son los castigados del sistema. Es la medicina, según San Google, la ciencia de la salud dedicada a la prevención, diagnóstico, pronóstico y tratamiento de las enfermedades, lesiones y problemas de salud de los seres humanos. Santa RAE dice lo resume como el Conjunto de conocimientos y técnicas aplicados a la predicción, prevención, diagnóstico y tratamiento de las enfermedades humanas y, en su caso, a la rehabilitación de las secuelas que puedan producir. Me quedo con santa RAE, claro.
El médico es un ser superior, al que se le debe respeto y devoción. Estamos en sus manos, como en las del cocinero si es que no tenemos, cual César, un probador. Médico se nace. Un médico no se quita nunca la bata, ni cenando con amigos, ni como padre, ni como hijo, amigo. Un médico es médico siempre, un médico es como un padre, no se jubila hasta que se muere. Un médico sale del hospital y estudia, cierra la consulta y sigue trabajando, porque es algo más que una profesión. No imagino ninguna que requiera más vocación que esa. Pero la mierda de sistema que tenemos en España echa al traste todo. Entiendo que sea difícil acceder a la carrera, entiendo los filtros de entrada. Pero yo creo que debería haber un examen de acceso, específico para medicina. Porque los médicos de verdad se miden por otro baremo. No por tener buenas notas ya puedes ser médico. No. Cierto que hay que ser estudioso. Pero hacen falta muchas más cualidades. La famosa empatía, de la que muchos números uno no tienen porqué hacer gala. Y una dedicación completa, en cuerpo y alma, hacia el paciente. Eso no se ve en las calificaciones.
Por eso que un decreto, una normativa un boletín o lo que sea, impida a unos señores que ya han acabado una de las carreras más difíciles que hay, acceder al examen que va a marcar su vida, después de un sacrificio que solo ellos conocen, me parece que es solo signo de la ignorancia del que ha emitido esa misiva. Significa no valorar el esfuerzo. Significa no saber lo que es estudiar. Significa una ceguera de miras, una incomprensión, una estupidez sin límites. Los médicos, que se han puesto bolsas de basura en pleno verano porque no tenían equipos con los que protegerse del contagio. Los médicos, que han echado lejía en las mascarillas porque sólo tenían una a la semana. Los médicos que no han dejado de trabajar en estos dos años, que no se lo han planteado siquiera. Los médicos, tanto que les aplauden desde el balcón. Los médicos que se han despedido de nuestros muertos cuando nosotros estábamos en las puertas de los hospitales sin poder coger las manos de nuestros parientes moribundos. Ahí estaban ellos, sin manos para estrechar todas las que se iban. Los médicos. Y como resolución al modo de acceder a su examen, resuelven que los contagiados no pueden examinarse. Es una estupidez, es la traducción de aplicar la norma sin mirar, la tabla rasa. Es la falta de recursos para enfrentar problemas. Es la pereza por enfrentarse al conflicto. Es el miedo a equivocarse, al qué dirán. Es el reflejo de una sociedad enferma de verdad, enferma por dentro, de soberbia y estulticia y no de Covid. Una sociedad de cretinos, como decía Holden en el Guardián.
No lo he oído mucho en las noticias. Mucho Putin, mucho juegos de invierno, Ucrania, votos fallidos, días de radio, pero de los MIR ni hablamos. Menos aplausos y más coherencia. Habiliten un aula y dejen que se examinen los examinandos.
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