Bob Esponja es una serie
producida por United Plankton Pictures. Parece ser que su autor, un tal “Stephen Hilenburg”, americano, porque
no podía haber nacido en otro sitio –no le hubieran dejado- además
de ser “artista” estudió Biología Marina. Será un frustrado biólogo marino,
porque si no, no se entiende. Con lo bonita que tiene que ser esa carrera, esos
estudios. Las clases se desarrollarían en el mar, claro, y serían objeto,
seguro, de la envidia de todos sus amigos. Pues no se le ocurre otra cosa que
dedicarse a los “Dibujos animados” a semejante individuo.
Para quien no tenga
televisión, ni hijos, sobrinos, nietos,... porque en ese caso no hace
falta dar ninguna explicación. (Esta serie se emite a todas
horas, en un solo canal, que yo sepa, pero repiten día tras día los mismos
capítulos una y otra vez, insistentemente, ante las miradas absortas de los
niños), pues eso, para los extraterrestres con alojamiento provisional en el
Planeta Tierra, Bob Esponja es el protagonista de una serie que se desarrolla
en el fondo del mar, en un lugar llamado Fondo
de Bikini, vamos, que ya el nombre tiene guasa. Bob vive en una piña. Su
casa está dentro de semejante fruto tropical, anclado al fondo del mar. Lleva
un sombrero de marinero y calzoncillos. Junto a Bob, que sí, es una esponja de
mar, están sus amigos: Calamardo, que es -¡oh, sorpresa!- un pulpo(con seis extremidades, para empezar a confundir al personal, ya de entrada)
que está siempre enfadado; Arenita, ardilla que necesita una escafandra para
estar con sus amigos del fondo del mar; Patricio, una estrella de mar tonta
perdida y un cangrejo (Sr. Cangrejo, original el nombre, eso no cabe duda) que
es el jefe de un restaurante donde trabaja el atontado de Bob Esponja
prácticamente sin cobrar. Lo deja todo perfecto. En Fondo de Bikini solo se comen las
“Burguer Cangreburguer” – más enseñanzas incorrectas, esta vez relacionadas con
la alimentación- que hace Bob Esponja en el Crustáceo Crujiente, que es el nombre
del restaurante.
Las enseñanzas de
ésta están a la altura de la estupidez de los protagonistas. La amistad
está llena de celos, de infidelidad. En los negocios se premia el monopolio y
el engaño. Se trabaja a destajo sin recompensa. Se explota al menos favorecido
mentalmente y todo el rato se intenta fastidiar, sacar tajada, competir sin
entender muy bien el objetivo. Los expresidiarios (Plancton se llama el
personaje, será porque hay mucho y casi no se ve, y es el alimento del resto de
los animales del fondo del mar) engañan a los pobres curritos y a pesar de que
parece que se rehabilitan al volver a vivir en el mundo libre, siguen siendo
los sinvergüenzas que fueron cuando los encarcelaron. Los
profesores premian a los “pelotas”, no aguantan a quienes no entienden las
cosas a la primera, no saben lo que es la paciencia. Todo el
mundo chilla, llora por bobadas, se saca mocos. Son unos marranos. Desde mi
humilde punto de vista estos personajes representan lo peor del ser humano para
nada, porque ni es divertido, ni es crítico, ni educativo. Simplemente es
una tontería.
Y lo malo de verdad es
ese momento en que tu pareja suelta una risilla a la vez que tus vástagos. O
cuando tu mejor amigo, cultivado, erudito, amante de la lectura te dice “es
genial Bob Esponja”. ¡Tiemblan los pilares de tu vida!
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