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16/05/2015

GRU, TU VILLANO FAVORITO


 

Es un peliculón. Si eres padre y llevas al cine a tus hijos con ese secreto y obscuro deseo de echarte una siesta, si vas pensando -”¡bien, se apagan las luces y a disfrutar!”- Si sueñas con ese momento de semioscuridad y ruidos de todo tipo que te van a mecer (y amortiguar tus ronquidos)… no vayas a ver  “GRU, TU VILLANO FAVORITO
En “GRÚ…” todo funciona bien. El esquema es genial porque el malo –el protagonista- en realidad es bueno y se va haciendo cada vez más guapo a medida que avanza la película, igual que ocurre en la vida real. Los malos, insisto, son unos tíos cojonudos: valientes, amigos incondicionales, se cuidan los unos a los otros, son solidarios, se gastan su pasta en los demás, son generosos con su tiempo, sensibles… En general fallan todos los estereotipos. La señora que es muy mona, va bien vestida, peinada de peluquería y no fuma y lleva collar de perlas... es mala de verdad. Los supuestos buenos son unos “cabrones”. Se critica en la película la “blandenguería”, la estupidez. Hasta sale la crisis económica… porque a quien de verdad se machaca y ridiculiza es al banquero, que encima de ladrón, tiene un hijo que es un enchufado, niñato, celoso, que no sabe hacer nada por sí mismo, que saca provecho de los demás… un prodigio de virtudes. Y el banquero lo protege, anula la competencia, la creatividad de otros a costa del triunfo del lelo de su hijo. No quiero olvidarme de La Madre –y no me refiero aquí al admirado Bertolt Brecht ni, por supuesto, a su Madre Coraje-, es esa clásica “castradora” que no se puede ser más antipática y bruja que ella, que no premia jamás a su hijo, en el que no hace otra cosa que ver defectos… pues tiene su punto. Los niños son buenos, y los muñecajos son feos, pero majos.
Y el argumento es genial, porque el malo lo que quiere es robar la luna haciéndola chiquitita... ¿Qué puede ser más real y más bello? Y se hace bueno porque empieza a querer a alguien, a unas niñas huérfanas ¿He dicho ya que está llena de estereotipos? ¡Hasta las niñas hacen galletitas que venden por las casas! De las escenas que son para recordar es cómo va cambiando el cuarto de éstas a medida que Gru las va queriendo más y que se deja a sí mismo sentir afecto. Se convierte en el mejor padre del mundo.
La película está llena de guiños, de humor, se escenifica la amistad, el amor, la solidaridad de verdad, la generosidad. Hay que ir a verla.
 

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