Hay que ver lo molan las
actrices de ojos llorosos
Hay que ver lo molan las actrices de ojos llorosos. ¿Qué no? Tienen que ser
de un azul imposible, que ni es cielo ni es mar…Parece que tienen una
conjuntivitis terminal o se han pasado la noche llorando (mal de amores,
incomprensión, una enfermedad dramática de su amado hijo-esposo-padre-hermano)…
Son fruto de pasión, en definitiva. En caso contrario, carecen de encanto. Te
dan ganas de decirle a la chavala en cuestión “conozco un médico estupendo que
esto te lo quita en un santiamén” o recomendarle tu misma, en plan bata blanca,
ese colirio mágico que un día te funcionó. Es cierto que te detienen algunas
razones: una de las más importantes es que no concuerda en absoluto la enfermedad
o el dolor que rebelan esos ojos que piden auxilio, con esa chaqueta de
cachemir de color frambuesa que cubre una perfecta camisa blanca, esos ojos no
encajan con el rubio luminoso de su pelo reluciente y amorosamente despeinado.
Esa mirada no concuerda con la armonía del conjunto…A todo esto ella no solo no
va al médico, imprudente, si no que todo indica que se pone vaselina en los
párpados y ojeras, para resaltar el aspecto licuado de su mirada. Tu voz de madre, de amiga, grita “¡pero eso
es malísimo!”, sin embargo, no dices nada. Tu instinto te frena. Algo se te
escapa. Esos ojos son garantía de éxito, desfilan por la alfombra roja, ajenos
a lo que tu auguras será una muerte inminente.
Si a esos ojos enfermizos le añadimos unos labios de fresa, gordos, muy
gordos…eso ya sí que es la apoteosis del éxito. ¿Quién, quién, quien? ¿Quién
inventó esos labios? Porque no es la genética humana responsable de esa
hinchazón, de ese despropósito que sea quizá útil en avatares de alguna índole,
o para cubrir un aparato dental que esconde unos dientes salteados. Esos labios
son fruto seguro de la imaginación de un ser confundido, de un solitario, o más
probablemente consecuencia de una larga y dolorosa convalecencia que además
impidió a la portadora, pobrecita, ingerir alimento alguno, de ahí su extrema
delgadez. Las dueñas cubren sus labios con colores primarios, para esconderlos,
para hidratarlos, fuego, rosa chicle (no tan primario)…Y mezclando el agua de
los ojos, el rojo abstracto de los labios y la lánguida figura…nace una diva.
¿Qué será de la mujer de ojos sanos, mirada limpia y
labios en estado puro que permiten sonreír o fruncir el gesto? ¿Qué será de las
mujeres bien nutridas? Nunca pasearán por la alfombra roja
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