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10/09/2022

LA REINA DE COLORES

En un país sin sol, siempre me gustó ese estilo elegido para sus apariciones públicas. De colores, como se visten los campos en la primavera. Olé la reina elegante. Ole y ole. Desapercibida no pasaba. Ni falta que le hacía vestirse de amarillo, rosa chicle o naranja. Ya quisiera yo esos colores para subrayar apuntes. Quizá sacados de la gama de los primeros "stabilo", la reina nos ha deleitado con un aspecto siempre original. Conjugado el atuendo del vestir con un sombrero a juego, no se podía pedir más. Su comodín: la sonrisa y el bolsito.

Y es que la elegancia del británico es innata. Se ponga lo que se ponga, un inglés es un elegante. Si catedrático de universidad, nada como uno de Oxford para imitar. Si lord, lord inglés. Si reina, Isabel, sin más.

La Reina Isabel nació en blanco y negro, nieta de rey y sobrina del heredero al trono. Su padre, con cierta dificultad para la comunicación en público, asumió el reinado después de que su hermano se marchara  a hacer las Américas. Desde pequeña fue testigo Isabel, de los derroteros que el amor conlleva, los cambios de rumbo que la pasión arrastra. Las consecuencias del amor de su tío por una mujer divorciada, nada más y nada menos que movieron los hilos de la herencia y la colocaron como heredera al trono.  A saber, qué ocurrió entre Eduardo y la famosa americana, o si era ésta un poco intrigas, aficionada a las cuñas y el mal meter, clásicos entre familia política hasta en las de la realeza. Porque no era la primera vez que un divorciado ostentaba la corona. Es curioso el rechazo al rey enamorado de una yanqui divorciada por parte de un pueblo cuyo rey Enrique VIII organizó todo tipo de intrigas para anular su matrimonio con Catalina sin tener que matarla, como sí hizo con la segunda, Ana.

No es extraño, por eso, su comportamiento con respecto a las pasiones ajenas. La benevolencia al amor de Carlos por la que hoy ya es reina, dejando cornuda a una pobre Diana, cuya muerte estrelló la inocencia que ostentaba, y como una vela en el viento quedó suspendido su recuerdo. Fueron épocas convulsas las que vivió la Reina Isabel. Annus Horribilis, las calificó ella misma a algún periodo. La Armada Invencible ya no era invencible. Ha recorrido el s XX como actriz principal, nunca protagonista. Ha recibido desde Churchill a su única tocaya en el cargo. Ha visto arriar su bandera en medio globo a medida que el Imperio quedaba capitidisminuido. Pero. Siguió siendo la Roca que es el Peñón. ¿Cómo serían esas reuniones que tanta cuerda han dado a los cineastas? Sus perritos siguiéndole a todas partes.

Mucho podemos fabular, que la verdad se entierra ya. En realidad, poco sabemos de la reina, más que lo que le daba la gana que se supiera. Y eso era, entre otras cosas, su pasión por el arcoíris y sus caballos, los perros. Y por su marido, al que le miraba y  cogía del bracete igual durante sus largos años de vida en común.

Yo imagino esa falta de soledad impuesta en los palacios, con una corte que le rodeaba siempre, desde el vestir y desde que nació. La veo recorriendo pasillos interminables de moqueta. Sola.

Y lo que no entiendo es este heredero que ha dejado. No hay derecho a que alguien acceda al trabajo de su vida, bien entrada la edad de jubilación. Creo que debería haber cedido el paso al siguiente.


1 comentario:

  1. Tienes que cuidarte que se te están ablandando los sesos y no tienes edad.....

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