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14/07/2015

MI TIO

Mi tío. No mi tío, el tío de Jacques Tati, aunque si me dijeran que se conocían no me extrañaría. Mi tío F decía siempre que el humor es repetición. Hay a quién no le hace gracia. Entonces hay que repetírselo otra vez porque eso es que no lo ha entendido. Las grandes bobadas las repetía sin descanso hasta hacer estallar la carcajada del absurdo. Como en la película de mi tío cuando se vuelve loco con los mandos a distancia de lo que hoy sería una casa domótica. Para encontrar la gracia a las cosas hay que entenderlas, acercarse y ser noble...tener el corazón blanco.
 
Lo malo es cuando la gente que no tiene sentido del humor es que a veces es incapaz de convivir. El humor es comprensión. Y la falta de humor deja al individuo sin el más mínimo sentido de la tolerancia, porque no entiende. Al final todo es eso: no entiende. Es una incapacidad total de ponerse en el lugar del otro. Es falta de inteligencia, porque el humor es resumir, asumir los defectos propios y ser capaz de ser generoso con los de los demás. Esta gente sin humor no sufre, los perjudicados, los que atraviesan los escollos, son los que les rodean. Porque mientras tratan de templar e intermediar padecen las consecuencias de la rigidez de la falta de sentido del humor de otros. Son fundamentalistas. Arrasan con su razón incapaces de tener cintura ante los argumentos de otros si no es a través de la confrontación y el enfado.
 
Encontrar la parte divertida de las cosas y no la dramática, que es la fácil, es tener altas dosis de inteligencia, ser íntegro, estar seguro de uno mismo... Entonces, cuando alguien te intenta poner una zancadilla, te intenta cuestionar, plantea dudas de tus argumentos...tu (él, ella) respondes con ironía, sin hacer daño, porque notas la bondad del otro, su inconsciencia y a la vez su vulnerabilidad. Y sientes ternura. Y todo lo cambia. Hay que ser muy buena persona y muy listo para sonreír. Para reír. Y mejor persona para que los demás sonrían contigo.
 
Como a mi tío, el mío o el de JT...lo desconcertante debe hacernos sonreír, debemos repetir, repetir, hasta aprenderlo, hasta que salga la carcajada al sentarte en un sofá absurdo. Mi tío decía que a los niños hay que tratarlos a lametazos. Todos somos niños.
 

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