Si me hicieran una prueba de pies, el tuyo lo reconocería entre un millón, le dijo al nacer. Y es que su pie, como ella, es único. Tiene una forma peculiar, saliendo del tobillo sin solución de continuidad, gordito y mullido, pero se va estilizando a medida que ella crece. Las uñas están encajadas en cada dedo, son tiernas, como el resto. La piel es suave y sin ángulos.
La moda de las fotos de pies empezó hace muchos años. En primer plano tus pies, detrás el paisaje. Siendo éste el foco de atención, lo bello. El pie, una mera referencia a que tu estabas allí, posiblemente solo. En otro caso hubieras salido tú de cuerpo entero en la foto. Fue un poco rompedor, innovador, quizá un avance de la soledad en la que vivimos; pero ahora las fotos son selfies de pies, en invierno calzados: un corro de niños y sus zapatos desde arriba, de colores, rotos, sucios, limpios. En verano, los pies sobre la arena, desnudos sobre la hierba. ¡Qué poco pudor! Ya sólo llevar sandalias es una señal erótica. O ese hombre que anda descalzo, con el pantalón ancho un poco por encima del tobillo, dejando una huella en la arena que el mar borra al momento.
Ahora está de moda hacerse fotos de los pies tal cual, de protagonistas. Y como hay redes sociales, la gente los comparte. Los pies son tan feos como íntimos, en general. Entiendo las culturas que obligan a esconderlos... algunas por las atrocidades a las que se someten para hacerlos pequeños. Eso no lo entiendo... Pero de ahí a sacarse una foto del juanete y mandarla a propios y extraños, hay un abismo. Me da igual que sea una foto del juanete que una foto de ese pie inmaculado de pedicura, con las uñas color rojo pasión. Veo el pie como algo íntimo que solo se enseña en caso de necesidad.
Los pies, como las manos, dicen tantas cosas de nosotros... además hablan sin que podamos contenerles. Porque no está en uno mismo la capacidad de callarse, si no en el que observa, en el que mira ese meñique gordo de tanto ubicar los muebles en la oscuridad. Ese pulgar enorme que hace que tu pie derecho calce un número más que el izquierdo. ¿Y ese dedo índice más lago que el pulgar? Ese pie nervudo, que habla de fuerza, de seguridad. Ese pie esquelético de mujer histérica. Ese pie gigante imposible de dominar. Ese chiquitito, que calza cualquier tacón. El pie regordete, con lorzas, de un adulto comilón, que hubiera podido nacer en la Roma de Nerón. Y siguiendo con los símiles el pie de gladiador. Que no necesita calzado para pasar por las brasas de San Juan.
Hay tantos tipos de pies como personas, pero mi pie favorito, es ese pie que solo tiene cuervas, que parece que no tiene huesos de lo blandito que es...ese pie sería para mi objeto de escultura de Botero. Ese pie daría una buena patada en el culo a quien le diga una tontería. Ese pie es de alguien sensible y fuerte. Divertida y seria. Profunda y linda.
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