Lo importante que es llamar a las cosas por su nombre. Siempre pensé que yo no tenía personalidad. Mira tú por dónde. Es más, se me ha acusado repetidamente de decir una cosa y luego la contraria. Se me ha tachado de cambiar de opinión e incluso de criterio. Y yo dolida. ¡Hay que ver que mala persona soy, que poca cosa y qué manera de patear la coherencia! Yo, que ya me fustigo sola, lo que me falta es si encima me critican. Que no tengo personalidad es la menor de las lindezas con las que me autocalifico. Al principio me sale un “pío, pío, que yo no he sido”. Esa predisposición a evitar la culpa que me lleva a no hacerme responsable. Esa calma aparente que da tener razón. Sumo una justificación con otra y sobrevivo al día. Pero, es quedarme sola un segundo, reflexionar, y saco la fusta. Zurra y dale.
A mi alguien me explica un problema que no sea matemático (ahí no cedo ni
un milímetro, es lo bueno que tienen las mates, único lenguaje fiel y universal
de verdad) y me pongo de su lado. Empatizo, que se dice ahora. Ante un conflicto
de cualquier tipo, escucho la versión del implicado y le entiendo perfectamente;
surge un lazo de afinidad sin condiciones que me une al perjudicado. Pero si
conozco a la otra parte, la que le ha hecho sufrir, la que no está de acuerdo,
quien o a quien le ha hecho una faena; oye, me convence igual. Dentro de un
límite, claro. Quitamos malos tratos, asesinos en serie, y otros ejemplos. Si
hubiere terceras o cuartas partes, personas o versiones, también me convencieren.
Bien argumentado, todo me parece verdad. O me da pena. Cambio de opinión. En esas
y muchas otras ocasiones me he sentido, por tanto, veleta.
Si voy a una reunión con las ideas claras de lo que tengo que defender, arranco con convicción y energía, y al minuto se luce el contrario con un argumento imbatible y las orejas se me hacen
gachas. Es que soy camaleón. No. Es que tengo muchos registros. ¡OLÉ! Así me
gusta.
Yo es que tengo muchos registros. Lo mismo soy hippy que pija. Igual me
gusta el sushi, que la carne muy hecha. Puedo salir por Lavapiés o por Paseo. Tengo
amigos muy de un lado y otros muy del otro. Y así vivo, con mis registros y mis
contradicciones. Porque me da la gana. Porque no soy monocromática. Porque la
vida está llena de matices. Y sí, sí que tengo personalidad y el chocolate,
espeso.
Y me gustas por ello.
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ResponderEliminarMe guzta to
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