Seguidores

11/10/2021

YO UN AGUA CON GAS, SI ES TAN AMABLE

El agua con gas es, entre las bebidas no alcohólicas; lo que entre las alcohólicas es la ginebra sola, sin hielo, dos dedos; equivalente a tomarse una manzanilla como infusión. Una abuela muy querida, que no era mía, pidió un día en un bar, bañado por la brisa del mar, después de misa de 12:00, una manzanilla, a sus más de 90 años. Iba acompañada por su nieto, que eligió una cerveza muy fría. Cuando el camarero, angelito, llegó con la bandeja en alto, en la que descansaba la rubia helada y unas gordales y una taza de loza blanca llena de agua en la que se sumergía una bolsita amarilla dando sospechoso color al líquido; la noble dama preguntó al iluso de camisa blanca, pantalón negro, si es que acaso tenía ella mala cara. Con su elegante belleza, que arrastró hasta el último de sus días, como su inteligencia y simpatía. Así lo dijo. El camarero por supuesto se deshizo en disculpas, se retiró como un cangrejo y cambió la taza por una copita fría de manzanilla, el bochorno le acardenaló mofletes y nariz, y le tartamudeaban las palabras. Un agua con gas es el descafeinado de máquina, largo de café, corto de leche con sacarina. Es una bebida de mayores. El punto de inflexión. Es una bebida de que te duele la tripa. Es una bebida para hacer bien la digestión. Es una bebida que no es bebida ni es nada.

El agua con gas, además está malísima. Porque el agua con gas está salada. Es como si tragas agua en el mar. Dentro de las delicadas burbujas debe haber granitos de sal. A mí que no me vendan motos. ¿A quién le gusta el agua con gas? Uno se puede acostumbrar a ella, sí, pero rica, lo que se dice rica, no está. Y si te sabe bien, es que eres mayor, muy mayor. O estás malito, pobre. Eso sí, tiene efecto dominó, como el café con hielo. Si el último en pedir elige Vichy, apuesta a que más de uno altera su elección. 

También hay quien bebe agua con gas porque mola mogollón. O para imitar a los verdaderos. Los elegantes. Esa élite que camina sin tocar el suelo, para esos seres gráciles y etéreos que transcurren sin ruido por la vida, que no pesan, que son mágicos, ligeros y delicados; se trata de algo natural. Como que todo les salga bien, tienen un don y sin ser los más guapos, ni los más listos, son los mejores, llevan el triunfo escrito en su carta astral. Ellos pueden beber agua con gas sin fruncir la nariz la primera vez, al probarla. Porque están en otra dimensión, y eso se nota. Ellos no se van, se acercan a los sitios. Ellos no comen, degustan. Ellos no beben, catan. Ellos no trabajan, tienen compromisos. No se despeinan en un descapotable ni al quitarse el casco cuando se bajan de la moto. Discurren por la vida con sencillez y gracia, y les sale bien. Esa gente llega a un bareto cutre de carretera y pide un agua con gas, con hielo y limón y lo convierten inmediatamente en un establecimiento. Si se lo sirven, claro está. Porque el camarero, paño al hombro, puede hacerle alguna que otra observación. Por no decir que le suelta un taco o improperio.

Por favor, tráigame un agua con gas, en vaso de sidra, con mucho hielo y un poquito de limón. A ver. Una vez que te lanzas, es fácil. Enseguida empiezas a notar el halo y se sientes  a punto de levitar. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario