El
frío como sensación no significa que lo haga, que a veces sí, las personas
tenemos frío, lo sentimos. Tiritamos incluso, se te amoratan los labios, congélanse orejas y hasta a desprenderse llegan, como los deditos de los pies, pregunten a los montañeros. Sembradas las cumbres deben estar. de meñiques. En
fin. Un famoso periodista, médico a la sazón, presume de que frío no hace,
que con una rebequita se puede salir a la calle. El tío vive allá abajo, donde
huele a naranjo y la torre de la catedral destaca en el horizonte. En la ciudad
del río que no es río. Sales a la calle haciéndole caso y se te congelan los
humores. El caso es que uno siente frío y el que tiene al lado no. Igual que el
agua, hay para quien el agua está fría y para otro no. El mismo mar, la misma
bañera colmatada de sales, para el padre es hielo donde marchitarse, para la
madre caldo. En fin. La temperatura adecuada es motivo de disputa. Lástima, con
lo fácil que es. De hecho, las discusiones térmicas en las oficinas han dado
más de un quebradero de cabeza a los pobres encargados de las instalaciones. Es
más que habitual en estos edificios magníficos que ahora se proyectan, de
grandes luces y espacios diáfanos. Esos edificios premios nacionales,
acristalados, de estructuras valientes, esculturas bellas en las que se refleja
el atardecer de la ciudad, pero que han olvidado la función que cumplen. La
idea se centra en los espacios abiertos en las oficinas, volúmenes despejados,
sin papeles, sin despachos. Para ello el empeño del arquitecto y el esfuerzo
del ingeniero en eliminar pilares, inventar y reforzar secciones. El diseñador
de las instalaciones adecúa su trazado a las exigencias del guion. Después llega
el ocupante del espacio, en ocasiones un ser humano que se comporta como
criatura veces miserable, con un orgullo que le hace pelear por fronteras, ¿cómo
va a permitir no echar una meada en su ubicación laboral? ¿cómo no proteger su
mediocridad con tabiquería y puertas que se cierren? Es sólo un síntoma y el
menor de los problemas del imbécil.
Mi
padre, con su metabolismo de paramecio (él no sentía frío ni calor y tampoco
dolor, pero eso es otra cosa), decía que los pies y la cabeza son el acceso que
encuentra el frío para entrar en el cuerpo. Con los pies y la cabeza
calentitos, el resto también lo está. A la vejez, sombrero y zapato cómodo con
buen calcetín. Los bebés, patucos y gorrito. Un recién nacido siempre tiene
manoplas para que no se haga heridas con esas uñitas que hacen de alfileres en
su cara nívea, un gorro a juego, bien pegado a la cabeza aún abierta que sigue
creciendo, y los patucos, que acaban entre las sábanas al primer movimiento en
el sueño. Tapado también con una manta fina y una toquilla que dejan ver los
bordados del embozo. El sueño del bebé es como el fuego, cambia todo el rato.
El sueño del bebé es como el mar, con su ritmo, con sus idas y venidas,
diferente y lleno de paz. El sueño del bebé alimenta la armonía, el ambiente
huele a polvos de talco y colonia. Huele a infancia y a arrullo. Con los pies y
la cabeza calentitos, para que no cojan frío. Ya un poco más mayores oirán “no
andes descalzo que vas a coger frío”.
Lo
que no entiendo es que el frío te haga ponerte malo. ¿Vienen los bichos con las
bajas temperaturas? Son los cambios bruscos, me dicen en la farmacia, ese frío
de la mañana y a mediodía calor. ¿Por qué eso hace que nos pongamos malos? En
efecto, salimos de madrugada vestidos de invierno por la mañana y a mediodía
estamos achicharrados, sudando y ofreciéndolo todo por una sombra y una
camiseta de tirantes. Que el otoño, con sus veranillos, es una época propensa
para ponerse malo.
Me
pregunto si, como tantas veces, será todo esto fruto de una mala jugada que nos
ha hecho el lenguaje. Nada más dañino que no entendernos. Ya se nos castigó en
Babel. Si en inglés “Frío” es “Cold”, y catarro es “cold”, entonces cuando un
británico, con la nariz como un tomate de tanto sonarse y los ojos como
chupes, se excusa con un “i've got a cold”, ¿y qué quiere
decir? ¿Qué se ha puesto malo o que ha cogido "un" frío, ¡ojo, contable! literalmente hablando?
Porque para el COLD es frío y catarro, palara polisémica. Pero una es "contable" y otra "uncontable". Ahí está el quiz de la cuestión, porque no que no es contable no se puede coger. ¿Cuánto coges? ¿Un montón de frío? ¡no! ¡No se puede medir!
Pues
yo he cogido frío. ¡Hala!
María, me has hecho reír. Estando en Estados Unidos, me constipé y dije que había cogido frío y por eso estaba constipada y me dijeron que los españoles éramos los únicos que seguíamos pensando qke el frío pudiera ser la causa de un constipado…… No lo entienden, jajajajaj
ResponderEliminarJeee
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