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16/08/2020

NO SÉ QUÉ PENSAR

Hice un montón de kilómetros a mi mini coche. Cuando tenía el Fura hacía igual.  Era Supermirafiori. Ojo. Calidad. Parecía un ser vivo. Mi mecánico de confianza, Jose, le daba palmadas en el capó. "Se porta muy bien.  Es un fenómeno". Luego tuve, tuvimos, un coche enorme, por avatares de la vida, coincidencias.  Era un cochazo. Un coche de verdad. Discreto. Precioso. Una vez un señor en un semáforo me hizo gestos para que bajara la ventanilla. Diligentemente apreté el botón que correspondía. Ese coche no tenía manivela como el Fura. Disponía de aire acondicionado también.  Un lujo. Me preguntó el caballero por cuanto vendía el bólido.  No está en venta. El amor de mis amores me dijo entonces que ése estaba intentando ligar. No me enteré.

Por cierto, cuando mi padre compró el que sería su último coche nuevo, pidió que no tuviera elevalunas eléctrico ni aire acondicionado. No sé si hubo despiporre en el concesionario. Pero mi padre tenía una voz, y una presencia enormes, por gravedad y contundencia más que volumen o tamaño. Enseguida se darían cuenta de que lo decía muy en serio. El vendedor no daba crédito cuando vio el gesto imperturbable de mi padre, sin un asomo de enfado. Lleno de tranquilidad y seguridad en sí mismo. Con su aura de hombre sabio que tenía un puntito de dar susto a alguno. Y un toque de humor. "Señor, no se fabrican coches sin aire acondicionado, Al menos en el modelo que usted quiere. Y tampoco hay ya coches que salgan, de serie, con elevalunas manual en todas las ventanas. En todo caso en las traseras, pero ni eso." Imagino a mi padre visualizando los viajes con mi madre: "uy, que calor hace en este coche, que frío, mucho viento, poco, sube las ventanas, no tanto, bájalas un poco".  Le veo. Veo su paciencia. Porque es que mi madre y sus hermanas, como Hanna y las suyas, tienen su carácter, pero sobre todo vinieron de fábrica con el termostato roto.  Y eso puede causar cismas. Cada vez que entran en un espacio, lo primero que detectan es la temperatura.  Da igual que sea público o privado, una Iglesia, el Ayuntamiento, un bar, casa de sus suegros, de sus hijos. Nunca está a su gusto. Y lo dice. No es "qué calor tengo", sino, "Qué calor hace aquí". Porque lo que ellas piensan y sienten es la verdad. Siempre hay que abrir alguna puerta para que haya corriente, cerrar otra para que no sea tan fuerte. Bajar o subir persianas, en fin. Ante eso, sus maridos, con un supuesto metabolismo de paramecio, inmunes al frío o al calor, se mostraban indiferentes. Se burlaban con guasa de sus problemas.  Pero en el coche no. ¡Hasta ahí podíamos llegar!. Si te gusta bien, y si no. Es lo que hay.

Me he ido por los cerros de Úbeda.  Hablaba de mi mini coche. Le he hecho en 10 días...3000 km. Así, sin despeinarme. Y se ha portado de lujo. Eso sí, al llegar a casa hizo clac y ya no quiso arrancar.

Lo llevé al taller y el encargado, que es un chico listo, me dijo que qué tipo de seguro tenía.  "A todo riesgo". "¿Y por qué no lo arregla". Faros, chapa por aquí, chapa por allá.  No he usado el seguro desde hace 10 años para esas cosas porque parece mal. Porque creo que el seguro está para cuando te pasa algo de verdad. No para las tonterías. Hay muchas cosas importantes como para estar pensando en los partes máximos a dar al año para que no te suban la cuota. No creo que sea ético.  Para mí.  Que cada uno haga lo que quiera.  De la misma forma que en estos momentos de pandemia y crisis, me parece fatal cogerse una baja. Que te operan ahora porque hay sitio en los hospitales, vale, opérate. Pero te reincorporas echando virutas.  No está el estado para bajas. Hay que apretarse el cinturón.  Papá-estado puede con todo. No vale decir que no vas a trabajar porque eres de riesgo, que se encargue el estado de tu salario. Me parece una irresponsabilidad. A lo que iba, el encargado zurra y dale.  Le dije “llame usted”. ¿Me autoriza? Sí.  Y me rendí. Traicioné mi esencia.

Al siguiente me llamaron del taller. El perito había dicho "arreglen todo, sin excepción, pinten el coche entero, cambien retrovisores, esta señora no ha dado un parte desde que se aseguró con nosotros hace 10 años, para alguien que es honrado, hay que darle un premio. Estoy harto de peritar bobadas para que la gente saque rédito a su seguro.  Es la primera vez que me pasa".

Entonces qué.  No sé qué pensar. ¿Soy tonta o buena? Con el Fura, cuando se caía a trocitos, cuando valía más un espejo o un faro que el propio coche, porque eran reliquias casi. Piezas únicas, difíciles de conseguir. Pero yo seguí cuidándolo hasta que murió. Hasta el final. Pensar que un viejo coche pueda estropear una bonita historia de amor... El mecánico, José, se quedó con mi Fura, para jugar. Me lo compró.


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