Hay textos que tienen la extensión apropiada para ser lectura de cuarto de baño o de retrete. Para ser más exactos. Suelen ser los artículos de contraportada de El País, por ejemplo. Ni mucho ni poco, ni para comerse el coco. En una sesión te lo liquidas. Sin poner nervioso a nadie, es decir, no hace falta excusar la tardanza.
Estoy pensando que el número de palabras de los articulistas de contraportada está acotado con ese objeto. Claro que ellos no conocen Zújar. Porque allí los cuartos de baño son otra cosa. A Zújar llegó en agua corriente con calma, imagino. Casas grandes en ese pueblo de interior de Andalucía. Cerca de Baza, donde íbamos a comprar pasteles iguales de formas distintas. Si te parece difícil decir Pamplona con un polvorón, es que no has probado esos pasteles - bollos o como se llamaran. Al adaptar esas viviendas a la modernidad del grifo y la higiene, muy manido el tema hoy (apuesto que no ha habido un caso allí, en el pueblo de los melocotones, ahora del pantano), el caso es que construyeron cuartos de baño faraónicos, dando cambio de uso a una de las habitaciones, dormitorio, cuarto de ja plancha, por ejemplo. De esta forma, el cuarto de baño de mis abuelos debía tener unos 20m2 y me quedo corta. Era la mejor habitación de la casa. Y el resto era magnífico. Era la más fresca, la más moderna. Había revistero, butaca. Butacas. Para charlar. Dentro se podía celebrar una reunión. Estantería, no para artículos de baño, que también, para libros. Esas lecturas de verano. El padre Brown y Agatha Cristy. Wodehouse y algún Tbo. Una bañera gigante. Por supuesto el retrete estaba forrado, eso le encantaba a mi abuela, segoviana ella, acostumbrada al frío del invierno castellano llevaba sus costumbres al Sur, donde el contacto de la loza casi se agradece en contraste con el calor que se cuela por la luz. Allí no llegó el papel higiénico el Elefante, en su forro de ganchillo, ese se quedó en Corpus. Las cortinas echadas, contraventanas a cal y canto. Solo se abre de madrugada. Pero cualquier rendija es un camino para que es sofoco invada una habitación. Esas casas de Zújar, con jardín al sur donde crecen higueras y acerolos. Ahí las lecturas de retrete tenían una duración mayor. El confort de la habitación te llamaba a independizarte del paso de las horas.
Pero en las casa normales, la lectura de retrete es esa, a la que da tiempo. Un articulo de un blog, un Manuel Vicent, un Rosa Montero, Almudena Grandes. Almudena, querida. Dos líneas más y se te duermen las piernas.
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