Los tacos son muy socorridos para engordar los argumentos. No es lo mismo un "¿Qué ha pasado?" ante una noticia inesperada que un "¿Qué cojones ha pasado?" o "¿Qué coño ha pasado?". La locución suave sería "¿Que puñetas ha pasado?". La versión limpia indica sorpresa neutra. La que alude a las glándulas sexuales masculinas lleva implícita la fuerza del varón, le da un toque de enfado lleno de implicación, de apoyo incondicional, con intervención temprana. La sección femenina transmite asombro, contundencia e indignación. Sin embargo, aquella que menciona la parte externa y decorada de la manga, encaje o vuelito de algunos puños (o manera de hacer un huevo frito); es azúcar glas sobre unas rosquillas de la Simone Ortega. En ambas se podría eliminar el predicado. Lo que da entidad y fuerza al discurso es el taco, al que se puede añadir un adjetivo interrogativo, pronombre o adverbio como complemento de la oración.
Una expresión que está muy de moda
(súper de moda), es "¿perdona!" Su objeto es análogo al de la palabrota; es decir, transmitir
al interlocutor un estado de ánimo, pasión, enfado, indignación o alegría. Con
solo hablar cara a cara o al menos, por teléfono, no sería necesario su uso,
pues el contexto y los gestos acompañarían a la conversación. Pero dada la
exclusividad que está tomando la comunicación a través de mensajes breves, es
necesario resumir, dar pistas, ir derecho al grano, para hacerse entender.
La
expresión “¡Perdón?” o “¿Perdona!”. Perdona en este caso va interrogada en todas sus sílabas, es una palabra esdrújullanaguda. Mezcla entre la interrogación
y la exclamación. Se parece mucho a "¿Es serio!", igualmente mezcla pregunta con sorpresa, duda con admiración en ese caso. No podría decantarme por ninguno de los dos símbolos. Sinónimo de WTF,
acrónimo del inglés, una vez más. Como es mundialmente conocido su significado
y por no ensuciar más las orejas, o los ojos de mis seres queridos que aún no
se han contaminado con tan ignominioso lenguaje, ni falta que les hace, me
ahorro la explicación. El “perdón o perdona” es una vez más no saber qué decir.
Lo que se conoce mundialmente como muletilla. No significa nada, es como un
taco. Se busca sonoridad, ritmo, decorar la conversación, interrumpirla, meter
baza de un modo baladí. Porque no aporta nada. Bien puede significar sorpresa,
alegría, enfado, indignación quizá. Pero está vacía. Bueno, miento, aporta y
busca apoyo del otro. Hacer un nos, un acuerdo. “En plan”, si tu amiga del alma
te cuenta una “súper” historia, que “en plan”, es que “wtf”, “lol”, pues
“¡perdona?” ¿O no? Está clarísimo. ¿perdón? Se puede alargar el final tanto
como quieras para aderezar tu complicidad.
Se me iluminaron las arruguillas de la frente el otro día con mis amigas de la infancia. Es curioso el lazo invisible que existe tras haber crecido juntos. Aporta una complicidad sorprendente. Una espontaneidad sin parangón. Al cabo de años sin habernos visto, siendo diferentes, sueltas un “¿perdona?” en una conversación y nos da un ataque de risa general. Así. Sin más. Ahora mismo hay tantas noticias que merecen mi sorpresa e indignación que estoy por tirar de muletilla e insertar un ¡perdón? de vez en cuando. Una vez asumido su vacío de contenido y sin encontrar la esencia de la presunta necesidad de la expresión, quizá debería darle una oportunidad. Para llenar el hueco de los tacos y las palabrotas. A ver si así tengo ocasión de entender, llegar a un acuerdo al mostrar solo sorpresa.
Gracias, Monti, por esto. Gustóme. Álvaro de Luna, en el Café Gijón, acerca de este tu título. Un saludo.
ResponderEliminarhttps://youtu.be/PQ4A8zBzOj8