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17/05/2020

UNA DE LAS DOS ESPAÑAS HA DE HELARTE EL CORAZÓN



Nos acercamos a grandes zancadas al enfrentamiento por la discrepancia. Nos estamos separando por el desacuerdo. Y eso nos hace cada vez más vulnerables.

Nos hace falta recibir la noticia limpia, llega llena de ruido. Hay verdades que por no ser objeto de titulares, pasan desapercibidas. Estamos colmando nuestro vaso con números que creemos asépticos, pero ni en ellos podemos confiar. Nos vamos llenando de informaciones dirigidas, mentiras a medias. Interferencias que bozan nuestra percepción. Otra vez una historia mal contada. Los locutores desde el barro, sin tomar distancia, lanzan arengas. Son comentaristas parciales, de un lado u otro o medio pensionistas, pregonan opinión. Estoy segura que no hay mala intención, ni perversión deshonesta de manipularnos. Estamos empezando a mirar al que opina diferente como si fuera un imbécil, estuviera desinformado, le faltaran datos, inteligencia y raciocino. Es una sorpresa real cuando oímos a alguien expresar lo que piensa y no está alineado con nuestra opinión. A unos y a otros nos parece tan evidente, que sin maldad nos anclamos en el pensamiento único. Llevamos la mochila llena de argumentos. Nos creemos todos muy leídos y satisfechos de datos. No estamos dispuestos a argumentar posturas, de manera espontánea nos nace el insulto del ombligo. Sale de la garganta un “no es discutible” grabado a fuego por el enfado, la indignación, el miedo, el susto.

Este no es el camino. Estamos armando dos ejércitos a ambos lados de una grieta que crece deprisa. Una brecha innecesaria, porque nos enfrentamos a un problema objetivo, que es científico, y como tal debemos resolverlo. Juntos, unidos, sin aprovechar el momento para intereses propios.

Yo voto por la riqueza que aporta la diferencia, por seguir hablando, por no hacer más vasta la herida; yo voto por lanzar redes, por escuchar, por trabajar en equipo. Cuanto más hondo excavemos este precipicio, más difícil va a ser volver a entendernos.

Una de las dos Españas nos va a helar el corazón, ya lo dijo Don Antonio, que se marchó y murió enseguida, triste, ni siquiera supo del final de la guerra. Estamos posicionándonos y creo que nos estamos equivocando unos y otros. Todo empieza por no hablar, con tal de no recibir insultos o la callada por respuesta.  A la postre el peligro no es solo perder amistades sino enemistarse enconados. Los ánimos están tan caldeados y agrios que las consecuencias son imprevisibles. Se alejan las posturas como las placas tectónicas. Se agranda la distancia de aquellos que no comparten nuestro extremo. Y cada vez nos radicalizamos más, nos vamos alimentado de modo endogámico. Nos vamos pudriendo y encallando en esta selección tan peligrosa de información y amigos que alimentan nuestra teoría, cada vez más radical. Aislados, cada vez más enfadados, cada vez más enfermos, cada vez más solos.

Ya hay un español que quiere
vivir y a vivir empieza,
entre una España que muere
y otra España que bosteza.
españolito que vienes
al mundo te guarde Dios.
Una de las dos Españas
ha de helarte el corazón.


No vale repetir, no vale copiar. Somos hermanos, somos amigos. Nada ni nadie puede alienarnos hasta quitarnos lo que merece la pena de verdad, nuestra esencia. Lo que más vale es la familia, la vida, la amistad, el amor. Todo revuelto. Todo junto. Eso es lo que importa. Tu gente, los abrazos, el apoyo incondicional. Escuchar, esperar de noche, compartir silencios, alegrías y dificultades. De la mano, No mirar si hay culpa, seguir queriendo siempre. Obviar las inclemencias mirándolas de frente, luchar y seguir. Y seguir queriendo siempre, aunque duela.

Mi corazón también esperaba otro milagro de la primavera. Pero ya no. La pérdida de la esperanza es la esencia de la traición.




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