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08/08/2015

LOS DUEÑOS DE MASCOTAS

Es un clásico. Estas dando un paseo por cualquier sitio y de pronto te sale un bicho que no mide más de un palmo y empieza a ladrarte como si le fuera la vida en ello y estuvieras invadiendo el territorio que tiene por misión defender. Tú sabes que el perro debía ir atado, estás tranquilo porque piensas que nadie deja un perro malo suelto. Pero miras inquieto a los lados esperando una figura humana que se haga cargo del animal. Oyes un silbido. Sigue ladrando, te enseña los dientes. Sultán! Como que Sultán? Esta birria? Llamale Fufú...que es cursi pero es lo que le va. Sultán! Te da la risa, pero el canalla amenaza. La siguiente voz en medio del concierto es un 'no hace nada, sólo quiere jugar'. Te ha faltado un ladrido y cinco minutos para dar una patada a Sultán y mandarlo por encima de una tapia que tienes a tu izquierda y mide tres metros de alto. Al otro lado sí que está un sultán de verdad y se iba a enterar esta rata de lo que vale un peine.
La dueña ha hecho un aparición estelar con sonrisa de anuncio de dentífrico y ha cogido sin prisas a su bicho que ahora se muestra manso y se acurruca en su regazo. Ella le besa en esa boca llena de babas. Viste con elegancia, discretos tonos blancos, ropa amplia, figura proporcionada; impecable la manicura, mechas, el flequillo que se le descoloca perfectamente. Lleva un maravilloso bolso de Loewe, un clásico, asoman unas bolsitas verdes para las vacas de su Sultán.
Te callas.

1 comentario:

  1. Ayer, cuando salía del hospital con una persona reciém operada de la espalda, aparecen dos personas con una de estas ratas que, a pesar de ir atada con su correa, eterna correa, se metió entre las piernas de esta persona convaleciente, de 89 años, que de no ir agarrada de mi brazo, hubiese dado con sus huesos en el suelo. La dueña del perro y su amiga ni se dieron cuenta de la escena, mientras la correa del perro se extendía ya unos 4 metros de distancia de ellas y me volví a decirle que, por favor, llevase a su perro a una distancia prudente de los pies de las personas y, ante semejante ofensa contestó: "¡Vale!,¡perdona, ehhhhhh!", con tono de asco y ganas de pegarnos dos tortas. Tengo prejuicios contra la gente que pone a las mascotas por encima de las personas, conocidas o no. Respeto al ser humano por encima de lo demás, y después, a los animales.

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