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18/08/2015

NIEBLA EN EL ESTRECHO

EL CONTINENTE ESTÁ AISLADO
A continuación y sin animo de pontificar enuncio algunos lugares comunes y no tan comunes sobre los británicos. Mucho de lo que digo es de mi cosecha, gran parte forma parte del 'romancero' popular, la mayoría son bulos, dimes y diretes. No hay que tomarse nada demasiado en serio.


Al hilo de la introducción hay que decir que el humor británico es único, fínisimo y de los más divertidos y ocurrentes. Juegan con las palabras, con los estereotipos, con sus manías y sus costumbres. Es a la vez un juego de autocrítica y orgullo maravilloso.


Un británico da las gracias y pide excusas permanentemente. Si es varón se cambia de acera si camina solo por la calle y ve que se va a cruzar con una mujer. Es considerado: su intención es darle tranquilidad. Que no se sienta amenazada, que no se asuste.
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El británico nace democrático y nunca machista. Nadie le instruye sobre lo que vale su mujer. Jamás ha pensado que pueda ser más que ella, ni menos. Eso de la igualdad de sexos le suena a chino.  Un inglés no lleva la cuenta de lo platos que friega ni las veces que pasa el aspirador o hace la comida. Lleva años siendo reina Isabel y su marido no es rey. A Margeret todo el mundo sabe porqué no se la permitía usar falda.

 
Pero eso sí, lo mejor de Gran B son los hombres. Las mujeres son muy peligrosas. ¡Unas víboras! ¿A quien no le ha robado un amor de juventud una inglesa que había venido a España a pasar el verano?... Tan rubia, tan flaca, tan alta, con esas faldas tan cortas y esas piernas como palillos y una idea de libertad que le es intrínseca y dista tanto de la de las mojigatas mediterráneas. Sin embargo el hombre inglés, monógamo consecutivo: caballero, atento, torpe, aburrido. Quiere vivir en la soleada Málaga, comer churros sin saber pedirlos porque nunca aprenderá  castellano, sorprenderse de la impuntualidad mediterránea, reírse con una espontaneidad que les ruboriza. Un inglés no abandona nunca su espíritu, sus cigarrillos ni su bebida vaya donde vaya... Tampoco consiente en cambiar de periódico, que consigue que llegue al pueblo más recóndito de la provincia de Soria o a una cala de nudistas en Ibiza.


¿Cómo viste un británico? Es el hombre elegante. De sport: camisa Oxford azul, como sus ojos (es mundialmente sabido que todos los ingleses tienen los ojos claros); jersey gris oscuro de cuello redondo, muy francés (según ellos), vaqueros o chinos color crema; americana para parecer europeo y zapatos tipo castellanos. Un estilo que medio mundo quiere imitar. Y cuando visten de traje son impecables en la achura de la corbata y la pernera del pantalón. Cinturón o tirantes conjuntados. Zapatos de cordones, calcetín oscuro, camisa clara, y abrigo si es menester.



En el trabajo, el británico es puntual y no tiene vergüenza. Dice lo que se le pasa por la cabeza, sin miedo a hacer el ridículo, a plantear un ideón de premio Nobel o una soberana tontería. Eso es sano, siempre surgen ideas interesantes que empujan hacia adelante. Es tenaz y valora su tiempo libre, que lo mismo puede emplear en leer o en beber sin compañía.

Gran Bretaña ha sacado partido a su oro, que es su idioma. ¡Hay que ver lo bien que hablan inglés! Ningún británico se morirá jamás de hambre por el mero hecho de saber hablar su propia lengua. Es como si nosotros los españoles sacáramos partido del buen tiempo. Que lo tenemos de nacimiento.

Hacen de la sencillez una virtud. Y que todos queramos ser como ellos. Hasta los americanos. Porque como decía alguien, ingleses y norteamericanos tienen muchas.cosas en común y una que les hace diferentes: El idioma.

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