Seguidores

30/04/2020

Y DALE CON LAS PELUQUERÍAS

¿Será posible? ¿Pero qué pasa con las peluquerías? No entiendo esa prisa. Y ojo, soy partidaria de volver, volver, vooooolver. A tus brazos otra vez. Quiero llegar al por fin ya es viernes, fichar a las 14:30. Despedirme deprisa. Comer con mi chico, espaguetis al aglioelolioepeperonchino, entre besos, complicidad y alegría, celebrar estar juntos. Separarnos un rato para dividir tareas. Mientras él se queda trabajando y haciendo sus propias cosas, llevar el coche a que me lo dejen impoluto y mientras tanto, me voy a la pelu, córtame un poquito, que me lo quiero dejar largo. ¡ay estas Marías Magdalenas! Se queja el peluquero, que quiere chicas existencialistas, de pelo corto, moderno. Como unas segovianas que salieron en los 60 para Madrid y se instalaron en la Residencia de señoritas de Fortuny. En la pelu me hago las uñas, de manos y pies. Salgo hecha una princesa, recojo mi coche impoluto. Vuelvo a casa, el amor de mis amores ha recogido a los niños, se han atiborrado de chuches y anécdotas.  Pasamos una tarde normal, de familia, cine, parque, primos, peleas, risas y llantos aderezada con alguna discusión y muchos besos. Y por la noche, cuando vuelve la calma, él y yo salimos a recorrer Madrid, sin planes, parando en un bar escondido o comprando flores en una esquina, un broche en forma de libélula, o desgastando suelas sin más. Yo quiero volver a mi rutina sin planes. Sí. Sueño con fuerza cada día. Despierto con el deseo de que todo haya sido un pesadilla. No.

De ahí a que el primer plato de este desembarco, sea abrir las peluquerías, me da qué pensar, porque el presi y el vice no parece que necesiten mucho cuidado capilar, uno porque se lo puede cortar con una maquinilla al tres y el otro con su coleta nadie va a notar si se hace un corte apañado con las tijeras de las uñas.
En épocas de alguna ministra pepera ya habrían echado sapos y culebras contra tanta preocupación por la laca y el carmín. Que si las rubias de bote, que si la manicura francesa de las pijas.  Memes inundando las redes burlándose de féminas que quieren ir arregladas. Acusaciones de superficialidad a la mujer florero de la derecha porque se tiñe. Eso si, si una de izquierdas se hace la permanente o se pone el pelo rojo sigue siendo profunda. No me da la cabeza pa'tanta tontería. Hay tías con canas y con pelo de mentira de todos los gustos y tendencias.  No hace falta ser fea para ser de izquierdas ni guapa para ser de derechas. Pero este gobierno ha decidido  abrir peluquerías y centros de estética con una urgencia que raya con la prisa, antes de que podamos ir a ver a los abuelos. Eso no, tenemos que aguantar, por mucho que nos queramos.Bueno. Sus motivos tendrán. Somos gente paciente. Me pregunto que hará Boris en la Pérfida.  Porque él, muy sensibilizado no está con el manejo del peine. A estas alturas de la pandemia el que no se sabe peinar no tiene excusa, tiempo ha tenido para aprender. Mira. Yo si me quiero teñir, me voy al "carrefú" y me compro el tinte y si va mi chico a por él a lo mejor me vuelvo más morena o más rubia según le de. Y si lo que quiero es ponerme unas mechas, tiro de papel de plata y Dios proveerá. Si me salen regular, repito. Las uñas me las pintan mis hijas mientras nos ponemos al día. 

De verdad que entiendo la prioridad. Vamos, que yo no puedo ir a dar un achuchón a mis parientes, pero sí me puedo ir a hacer unas extensiones. Que no puede venir un niño a estudiar a casa y sí me puedo cortar las puntas. No sé qué les ha dado con las peluquerías. Porque ¡anda que no hay negocios! Desde ferreterías, mercerías, y, sobre todo: los colegios, las universidades. Los niños, señores, inocentes pagadores de nuestra ineptitud. Que ellos no se contagian, abran la espita de salida que ya no tenemos argumentos. Almas de cántaro. Son unos santos. No entiendo. ¿Las prioridades como las han fijado? A ver, que vamos a entrar por turnos a tomar café y sin embargo el pelo no vamos a tener niquelado. Unas divinas solitarias que deambularán una hora al día monísinas todas y solas.  Yo quiero que abran todo, bares,  burdeles, hoteles, discotecas, parques y jardines. Las pistas de pádel, de tenis. Las terrazas. Peluquerías y centros de belleza, tambien, pero que abran las puertas papelerías, cafeterías, las librerías, tiendas de comics. El IKEA, Decathlon, La Casa del Libro y las tintorerías, que se les han olvidado. 

28/04/2020

LES LUTHIERS. LES LUTIERS



Ahora todo el mundo pronuncia Le'Lutiè. Como si hubieran ido a Liceo Francés. Cuando de toda la vida eran Les Lutiers. Además, la palabra existe en el diccionario.  Del fr. luthier, y este der. de luth 'laúd'. 1. m. y f. Persona que construye o repara instrumentos musicales de cuerda. No sé desde cuando el personal se ha vuelto tan fino. Como Sean Connery (ʃɔn ˈkɒnəri) Más o menos Shon, o Humphrey Bogart, sin llegar a los españoles nacidos en 1900 que les llamaban Sean y Umpri. O mi profesor de geología de COU, que nos explicó algo de “nefton”. Contuvimos la risa al comprender que hablaba del famoso físico, Don Isaac, el de la manzana; porque el Sr. Sos no daba puntada sin hilo, todos sospechamos que por algo lo diría de aquella manera. En efecto, al vernos aguantar la respiración y las carcajadas, nos contó la anécdota de Unamuno, que por lo visto daba conferencia en la Universidad de Salamanca sobre William Shakespeare. Pronunció tal cual el apellido, shaquespeare, estallaron las carcajadas en la audiencia, y a la segunda, dijo “ya que tienen ustedes un gran nivel de inglés, continuaré el resto de la charla en dicho idioma “. Siguió Don Miguel su conferencia sobre el ilustre en perfecto inglés, con lo que la mayoría del respetable se tuvo que marchar porque no se enteraban de nada.

Además, aunque lo intentemos, los españolitos de a pie, por mucho que nos pongamos, nos cuesta, hacernos entender por el angloparlante, especialmente si es nativo de la grandísima Bretaña; con nuestra pronunciación de algunos nombres propios. Te quiero oír pronunciar Hitchcock. (hɪʧˌkɒk). Imposible. Pues con Les luthiers igual. Cualquier liceano se va a reír de todos estos marisabidillos que tanto han viajado a París.

Yo era de las pocas chicas de en mi facultad, escuela. Mi amigo el vespa era mucho más fan que yo de los argentinos. Nos sabíamos discos de memoria. Teníamos conversaciones en las que cada uno decía una frase de los genios. Por ejemplo “y fundó Caracas” Y la fundó en pleno centro de Caracas, que ya estaba fundada, y no lo vio”. Si alguien discutía colábamos un “haya paz, que si seguís discutiendo os vais a ir a la…haya paz”. O ante un amigo teóricamente valiente, “¡firme ante el enemigo! ¡Firme, con valor, firme, don Rodrigo! y don Rodrigo, firmó la rendición”. Si una conversación se tornaba tediosa, y nos dejábamos convencer “mi honra está en juego y de aquí no me muevo” “quinientas leguas al norte”. O ya, por gusto “somos los incas, un pueblo incansable, nuestras riquezas son incalculables” “y nuestras canciones son todas incantables”. Y la risa del absurdo, intentando darle la vuelta a todo:” usted dijo tonto” “dije tontamente”,” bueno, parecido” “parecido no es lo mismo” …” he dicho aficionades porque usted dijo verdades” “luego usted dijo mentiras” …Ja ja ja. Así nos podíamos pasar horas. ¿Y por qué la gallinita dijo Eureka? – “No nene, no, las gallinitas, no hablan” ¡Bua! Él entraba siempre después de haber empezado la clase. Saludaba. Se le recuerda por cantar mientras subía las escaleras. Qué bella plebeya! ¿Debo abdicar al trono por amor a ella? ¿Vale acaso más una fría corona que un solo reflejo de sol en los dorados cabellos de María Blessing?" “Quien conociera a María amaría a María”. O quizá es “quien conociera a María a María amaría”. O “Oh María yo te amo”, esperaba respuesta: “oh María él le ama”. Yo escondía colorada. Hubiera sido genial que en una de esas entradas triunfales los 200 estudiantes de cálculo numérico, enfundados en ecuaciones diferenciales o pedruscos, nos hubiéramos levantado a cantar. Fantasías.

 Sí, se pronuncie como se pronuncie, me encantan Les Luthiers, me encanta que me hagan reír. Creo que es difícil conseguir las sonrisas de los otros de una forma tan limpia, tan inteligente. Hay mucho talento detrás de cada canción, de cada monologo. Hay mucho trabajo y mucha alegría. Ellos no se burlaban de nadie, se burlan de las bobadas. Llevaban la realidad al absurdo. Cuentan historias tan imposibles, que probablemente podrían ocurrir. Hay que ser muy listo, muy generoso, muy bueno para dar tanta alegría, para conseguir tanta risa. Gracias. Se ha muerto un Luthier, de voz honda y sonrisa contagiosa. Adiós Marcos Mundstock. Gracias por los buenos ratos. Buen viaje.

27/04/2020

AMATEURS. PRINCIPIANTES. NOVATAS. AFICIONADAS.



Me gustaría hablar de las amas (o amos, no sé qué es lo correcto en cuanto a lenguaje inclusivo se refiere) de casa novatas (o novatos). 

El asunto del confinamiento ha acarreado una histeria colectiva en cuanto a la limpieza. Confieso que yo he delegado siempre que he podido las tareas del hogar. Sin llegar a no querer saber hacer las cosas, pertenezco a esa generación de “tu estudia, hija”. Cuando mi abuela cosía con su Singer y nos fascinaba el pedaleo, jamás nos enseñó. “Tu estudia, hija”. Ella estudió, también, acabó la carrera de derecho a la vez que estallaba la guerra civil. “Tu estudia, hija”. Mi otra abuela me enseñó a orear colchones de lana y a colocar bien el embozo. A mi abuelo se le daba genial hacer tortillas francesas, cenaban eso cada noche. Era un arte verle batir los huevos ya en la sartén, en el aceite caliente. Como buen andaluz, siempre abundante. En casa tuvimos suerte también de tener siempre ayuda, así es que me considero amateur en este tema, como en muchos otros. 
Resulta que una parte importante del encierro la ayuda externa; antes llamada asistenta, chica y recientemente cuidadoras, porque se encargaban casi completamente del cuidado de nuestros hijos; no ha sido posible. Me arremangué. El virus mata, las pelusas no, me dijo una amiga sabia. Así decidí enfrentarme a currar desde casa, en casa, la casa y la familia. Desde mi inexperiencia reconocida.

Encargarte por primera vez de una tarea cuando se te ha inoculado que es la higiene lo que puede evitar la catástrofe, tiene consecuencias que lindan con la paranoia, especialmente con las novatas. El primer problema con el que te enfrentas es el de fijar prioridades. Todo te parece crucial. Encuentras tan importante el quicio de la puerta y las molduras de ésta como las alfombras. Al ir a poner una lavadora caes en la cuenta de que tienes que desinfectar el tambor, pero no con lejía, porque te cargas la ropa. Echas una hora limpiándolo y cuando vas a poner en marcha la máquina te llaman por teléfono y se te olvida. El montón de ropa sucia queda apilado y en el olvido. Si tienes un robot que aspire y lo dejas puesto, perderás algún calcetín o se quemará el motor. 

Una ventaja es que ni entra ni sale nadie de casa, eso limita la esterilización de puertas para dentro, al menos hasta que se acaban las provisiones. Los repartidores dejan la compra en el ascensor o descansillo, depende. En la puerta están los zapatos de pisar la calle, como en el barrio de Monte Carmelo, cuando llegó el colegio Alemán y los alemanes y sus costumbres. 
Las tareas del hogar llevan muchísimo tiempo cuando no se está acostumbrado. Las novatas empantanamos la casa, que si la fregona en el cuarto de los niños para cuando tengan un descanso de la clase “on line”, por no salir en el video. 
Te levantas pronto para lavar sabanas y toallas a diario. A 60 grados, que se muere el virus. Al cabo de 40 días las sabanas son transparentes y las toallas no secan. Eso sí, el bicho, si estaba, murió. No planchas. Asumes como propio el eslogan de la arruga es bella. Extiendo - tiendo bien o va todo a la secadora, y pasas la palma por la ropa limpia que huele a talco y a bebé, antes de guardarla con cuidado en los armarios y cajones. La mano es la mejor plancha. Fregar el suelo con una mezcla inventada, propia del doctor Bacterio, que siempre contiene lejía en dosis variable. Unas veces te parece poco, otras te pasas. A mi un día salieron unas burbujas verdes que me hicieron ser más contenida la siguiente vez. Estuve a punto de conseguir una mezcla explosiva. Eso sí, hubiera acabado con el virus en mi casa (edificio completo) y buena parte del barrio. ¡Qué tentaciones de usarla en otro contexto! Porque me he olvidado de las proporciones, que si no…Hacer la comida. Se me quema la cebolla porque me han llamado para una reunión a cinco con Colombia, Perú y mis jefes en Madrid. En un momento dado congelo mi pantalla porque huele a chamusquina, demasiado tarde. Limpiar el alféizar de todas las ventanas, esas juntas entre las baldosas, ¿serán refugio del bicho? Me da un ataque. Y qué me dices del pomo de la puerta de entrada. Ese tubérculo olvidado, una mezcla de limpia metales con su chorrito de lejía. Reluce más que el día de la Asunción. Una esquina de la librería, te da por sacar brillo a los CDs. Por no hablar de los enchufes. Fuente inagotable de bacterias y parásitos que podrían contaminar la asepsia de mi “quirofanoso” hogar. Por poco no me da un calambre. Los limpio entre convulsiones de pasión, con lejía diluida, luego una gotita de amoniaco en un paño de papel, que después tiraré dentro de la bolsa de los derivados del eucalipto. Tengo tantas bolsas distintas de basura que soy la reina del reciclado y ustedes lo van a ver. Cuando bajo al garaje a tirarlas no sé dónde ponerlas. El portero me ha dicho que me encargue yo, que él ya tiene bastante. He notado acritud en el tono.

En fin, que vivan las amas de casa de verdad. Que vivan las asistentas. Debemos dar el valor que tienen por ejercer tan denostada labor. Nunca se le da suficiente mérito.  Además, la casa más impecable parece invadida por los bárbaros en un par de días de ausencia de esa labor silenciosa.La cocina hace hogar y el orden y la limpieza dan mucha paz.


26/04/2020

QUE VUELVA ROLAND GARROS



Ya casi no me creo nada. Pero hay algunas cosas que son evidentes. Entiendo que no se pueda jugar al rugby, futbol, vóley. Vale, Pero ¿Me van a decir que no se puede jugar al tenis? Es como decía Eugenio, "el queso, que se ve claramente que es queso, que lo llamen, formage". Pues eso. Hay que tener un poco de sentido común. Que no se pueda correr, que no se pueda jugar al pádel, andar por la calle para ir a ninguna parte. Ya está bien. Tenemos que salir de esto ya. Es que estamos llegando al absurdo. Vamos a pasar de confinamiento a prisión. Sí, que estamos muy agustito en casa. Esa es la parte bonita de toda esta historia. Pero el país no se mueve así. No. Parece que estamos escondidos, asustados. Eso no puede ser.

Es que no entiendo. ¿Qué dificultad hay en entender que el hecho de que salgan ahora los menores de 14 años no arregla nada? El 3111. Parece un número de emergencias. ¿No eran ellos los llamados asintomáticos, tan peligrosos? ¿Os es que no lo son? Si se han equivocado, díganlo. Rectifiquen. Es normal meter la pata. Nadie sabía nada de esto. Nadie pensó en la magnitud de lo que podía ocurrir. Si los que tienen peligro de enfermar son los mayores, cuidemos a los mayores. ¿De qué sirve que salgan los niños 1h y a no más de 1 km de casa una vez al día? Con un adulto, de la mano. Un adulto, antes del coronavirus tenía dos extremidades superiores. No va a haber policía capaz de controlar. Yo soy padre o madre de un chaval que pueda salir y lo hago sin móvil, está claro. A 1 km de casa vale, pero una vez al día y 1h, ¿Van a dar salvoconductos? Están perdiendo el norte. Además, ¿en bici? Con sus juguetes dicen, sí. ¿A dónde? No todo el mundo tiene urba. Al parque no, lagarto, ahí pueden tocar cosas. Que les dé el aire, el fresco de la mañana. Bucólicos paseos por aceras angostas. Van a bajar con sus coches y sus muñecas a esparcirlos por los adoquines y baldosas de la calle. ¿Van a jugar al balón, dónde? Rompiendo escaparates. Es que no me la cabeza para entender tanta tontería. No todo el mundo vive en un pueblo, ni tiene jardín, individual o compartido. No hay campo a la vuelta de la esquina. Hay pocos coches, pero a ver por qué acera de Madrid pueden ir los niños en patinete y bicicleta, salvando honrosas excepciones.

Entre el teletrabajo, la compra, las tareas de los chavales, que si un video, que si un Power Point, la parafernalia que hay que organizar en casa, con impresoras, tabletas, ordenadores; la chica que no viene, no se vaya a contagiar, o nos contagie por venir en metro; suma pon y quita lavadoras, la plancha a la porra, se extiende bien, y la arruga es bella; haz la comida, cena, desayuno, desinfecta, limpia mascarillas, guantes, ropa de los que salen; los padres, que ya tenían superpoderes, ahora están desbordados. Se añade la preocupación de la incertidumbre. Y ahora tienen que sacar 1h a los niños. ¿No será, insisto, que encerrar a los niños dos meses es una bobada? ¿No será que nos vamos a morir igual, estando encerrados o saliendo? Porque si es así, señores, hay que echarse a la calle. Nos protegemos, y a currar. Que hay que recoger la fruta que toque, que a las vacas les explotan las ubres. Que hay que terminar las obras.

Una semana, vale; dos, bueno…pero van a ser ocho semanas confinados. Es un verano casi. Ya está bien. Si no sirve de nada quedarnos en casa, vamos a salir ya, sin rencores. Al menos no seguimos con el desaguisado. No somos ricos. El estado tampoco. Ni la vida es vivir de prestado. Tenemos que estar orgullosos de nuestro cometido, de nuestro paso por la vida. No metidos en un rincón, en pausa. Las cuarentenas por algo duran 40 días, se ha cumplido. Basta. No me creo que hace 50, 100 años, en la Edad Media se luchara contra las pandemias, la peste, el desastre, tomando exactamente las mismas medidas. Prohibición de salir. Algo hemos evolucionado. ¿no? Hemos aprendido en estos siglos, estoy segura. No puede ser. Tenemos que salir a sacar las castañas del fuego, tenemos que trabajar para regenerar el desastre. No podemos seguir así.

A ver, ¿cómo son las cocinas de los restaurantes que hacen comidas a domicilio? ¿están a metro y medio unos trabajadores de otros? Son igualitas que las de los bares que están cerrados a cal y canto. Dejen abrir de una vez y controlen que se cumplen las medidas necesarias para poder trabajar, pero no nos obliguen a ser cobardes. Que vuelva Nadal, que abran los colegios, las universidades, las oficinas, los restaurantes, las discotecas, las tiendas, los talleres. Que reparen los baches. Que se abran los bares, vámonos al teatro, a misa. Que no se dé la comunión ni la paz, dos personas por banco ¿Cuánta gente hay en una sala cine? Que se limite el aforo. Igual en los templos, iglesias y mezquitas. Vamos a usar la imaginación para dar las clases, como han hecho hasta ahora los profesores. Vamos a ir a la oficina, a la ferretería, al parque. Y a volar. Uno sí y otro. Tenemos que currar, mucho, estudiar, mucho, y lanzarnos a la calle. Salir del escondite y adelante. Y si no saben, échense a un lado, con la humildad que aún no han usado.

25/04/2020

NOTICIAS DE LA DGT


Por favor no insistan con las noticias sobre el estado del tráfico. Cada vez que oigo “en cuanto al tráfico, contactamos con…”; sufro un leve ataque de expectación. Sueño que es todo un sueño. Que hay atascos de entrada y salida a la ciudad, en nudos y trenzados, accesos a polígonos industriales, entorno de colegios. Fabulo con incidencias varias debidas a acontecimientos deportivos o vistas de estado. Hipotéticos vehículos averiados en el andén derecho o en el izquierdo. No pienso en catástrofes, choques leves en cadena. Manos a la cabeza. “¿pero no ha visto que paraba? Lo acabo de sacar del taller.” Parachoques desmontados y faros hechos añicos, como mucho. Mecánica de fluidos que justifica paradas inopinadas de la circulación. Un recuerdo de normalidad absurda que estamos a punto de añorar. Vamos a ver, ¿han salido ustedes a la calle? O son de los que les llevan la compra a casa. No hay nadie. Colas a las entradas de los supermercados y paradas de autobús. Parecen fantasmas, separados a mucho más de dos metros, disfrazados, boca, pelo, manos, ocultas; cada vez la obsesión y la desconfianza es mayor. Alcohol o gel en mano, amenazante. Mucha policía que organiza retenciones esporádicas, pobres, están cumpliendo con su trabajo. Imagino el día a día de estos agentes del orden, para escribir un libro. ¡Lo que habrán oído! Bajo la ventanilla y enseño el salvoconducto. “Circule”. Policía a caballo, parejas elegantes que vigilan la seguridad desde el paso, el paso. Ni en nuestras perores fantasías, o pesadillas, hubiéramos imaginado una ciudad así. Es una infografía del paisaje, los vehículos y peatones, ciclistas y motoristas: figurantes.

Cuando salgo a la calle, pienso que parece verano, pero no lo es. El cerebro manda señales iguales hasta que se desarticulan por la razón. Aun así, insiste. Parece verano. Pero no lo es. Ni un puente, ni vacaciones. Es un día cualquiera de marzo o de abril del año 20. El año de la pandemia. No hace falta ser un lince para explicarse a uno mismo lo que dicen las pistas: los árboles recién florecidos. el fresquito propio de la primavera, las iglesias cerradas, el “vips” cerrado. Y Vips no cierra ni en agosto. Ya se puede haber hecho el vacío en la ciudad, que permanece abierto, incluso la terraza, donde se mueren los pajarillos por los 45º C. Se acercan ingenuos a disfrutar del derroche que supone refrigerar el aire exterior. Los “todo a cien”, cerrados. Los accesos a los parques que son simples caminos, vallados o con cintas entre los árboles, impidiendo el acceso. Los cementerios, cerrados.

Entre las noticias de la mañana, se repite el tiempo y estado de las carreteras. Intervenciones que la costumbre da por necesarias. Además, orientan sobre la prisa. Quien cumple una rutina, de estos hitos se fía para organizar su urgencia en las primeras horas del día. Entiendo que sigan dando noticia sobre si llueve o hace calor, por una cuestión de interés casi cultural. No nos afecta mucho. Nos vamos a poner lo mismo pase lo que pase fuera. En todo caso cojo chaqueta, paraguas o según, si tengo que comprar o salir por alguna emergencia. Pero el ¿tráfico? Vías despejadas. Evidente. No hay incidencias. No. ¿Cómo va a haberlas? El colmo de estos días es que alguien te pite en el semáforo. O tener un choque entre los dos vehículos que circulan a la vez por una vía. Algo que estadísticamente es muy improbable, aunque no imposible. La suerte es así, caprichosa.

24/04/2020

¿QUE PASA CON PLUTON?





Todo el mundo tiene un planeta favorito, como un Sugus o un rey Mago. Ya lo he dicho, yo soy de piña. Confieso que mi preferido es Melchor, y Plutón. ¿Por qué? Debilidades de diván. Pues resulta que desde 2006 Plutón ya no es planeta, es planeta enano. ¡Vaya por Dios! Plutón fue durante mucho tiempo el noveno planeta de nuestro sistema solar. Lo recitábamos, cuando la memoria no era denostada, de modo cantarín, igual que las provincias de las ahora comunidades autónomas, Mercurio, Venus, Tierra, Ávila, Valladolid, Segovia. Se me mezclan las listas. Santander, Burgos, Logroño, Urano, Neptuno, Plutón. Aunque es pequeño, orbita alrededor del Sol y tiene la forma esférica necesaria para ser digno de considerarse planeta. Y ahora resulta que no es planeta.¿No orbita en el mismo plano que el resto? Espero que a nadie se le ocurra derrocar a Melchor.

Cuando éramos pequeños, en el cole, despues de subir del patio cubierto, porque llovía; recuerdo que nos explicaron la duración de los años, tiempo que tardan los planetas en dar una vuelta al sol. A una amiga de la infancia y a mí, dos pequeñajas que queríamos serlo para siempre, que no queríamos hacernos mayores. Yo lloraba por las noches. Venían mi madre a calmarme y "¿qué te pasa?" Y yo "que no me quiero hacer mayor". Aun no sabía de Peter Pan. Eran mis pesadillas. El caso es que en una de esas clases llenas de abirgos y risas, de chicles pegados debajo de los pupitres, cartulinas en las paredes que luego serían pergaminos. Mi amiga y yo avistábamos las desventajas del crecimiento y de la edad adulta. Estábamos a gusto con nuestra infancia. Disfrutábamos de los secretos y la magia de la infacia. Inventábamos y nos reíamos en un mundo feliz. Intuíamos que cumplir años acabaría con ese estado de alegría y despreocupación permanente. Al oír lo que duraban los años en Plutón lo tuvimos claro. Ese sería nuestro hogar. Calculábamos en clase de mates cuantos años tendríamos en Plutón cuando nuestros amigos fueran mayores. A punto de jubilarse los de nuestra clase, nosotras seguiríamos en los columpios. Esa fue para mí la fascinación de Plutón. La duración de los días, eterna. La posibilidad de no crecer a nuestro alcance.

Los sueños son así. A veces se difuminan con una simple noticia. A veces se deshacen con un gesto pequeño. A veces se desvanecen, porque están hechos de humo. Yo lloro mucho. Hoy he soñado que lloraba en tus brazos. Y que no me entendías. Eres tan importante que me atrevo a llorar en tu hombro. Igual que Plutón no es planeta, tú te enfadabas en mi sueño. Lloraba porque no podía más, porque llevaba un año plutónico necesitando desahogarme. Y tu entendías que no me alegraba de verte. No hay mayor suerte que tener a alguien con quien poder hablarlo todo, compartirlo todo o casi todo, que no es lo mismo, pero es igual. Intentaba explicarte, pero igual que Plutón ha perdido su categoría, yo había perdido tu confianza. Estabas en otra órbita. Otro sueño que se va. Hubiera preferido perder a Melchor.

23/04/2020

CAMALEONES Y FUTBOL


Alucino. Hay algunos programas de televisión y radio que siguen emitiéndose, con, supongo, mucho éxito de audiencia. En caso contrario, los suspenderían, digo yo. Se trata de los programas de deportes, en concreto de fútbol; y el programa Supervivientes. Otro es Máster Chef, que doy por hecho que está grabado. Eso es otra cosa

Creo que Supervivientes se transmite en directo. Como su propio nombre indica, sobrevive al confinamiento. Quizá la isla paradisiaca donde se graba esté libre de virus y mascarillas, como la Graciosa, donde están en una idílica cuarentena. La imagino como el Paraíso. No deja de sorprenderme el interés que genera, en estos momentos, un programa así. Realmente no soy muy fan de estos “reality shows” ¿se llaman así? En ningún momento. Confieso que alguna época, sí sufrí un cierto enganche con Gran Hermano. Lo he superado. Recuerdo que fui a Inglaterra en la época en que era novedad GH, aun no iban numerados. Gente muy seria se reunía a cenar y ver Big Brother. Me desconcertó.

En cuanto al futbol estoy fascinada por la imaginación que le están echando los locutores. Esos cantadores de goles, esos relatores de acción. Ellos, que agonizan en jugadas de vértigo. En concreto me fascinan los genios que consiguen que el oyente vea un partido por la radio. Sé de mucho futbolero que ve en programa en la tele con el sonido de ésta apagado y la radio encendida. Pensé que se este grupo de periodistas se quedaría mudo a los pocos días de la prohibición de jugar al balompié. Ingenua de mí, asocié por pura lógica que, si no había partidos, ni liga, ni Champion, ni mundial, con que el recorrido de estos programas no sería muy largo. Que no me molestan. Ojo. Yo cambio de dial y punto. Pongo música. No me interesan mucho. En la tele me gusta el tenis y el baloncesto. Cuando estudiaba, especialmente en junio si había olimpiadas, que pillé tres durante mi paso por la facultad. Sí, tres, me gustó mucho la carrera. Los Ángeles, Seúl y Barcelona. Cuando estudiaba, digo, cualquier excusa era buena para levantarme de la silla, dejar las integrales, los las barras, los nudos, la fuerza centrípeta y la centrifuga. Me enganchaba a ver deportes que no imaginaba que se pudieran retransmitir. Resulta que los programas deportivos pasaron unos días debatiendo si seguían o no las competiciones. A no ser que juegue Nadal, principalmente fútbol es fútbol. Luego pasaron a hablar de algunas cuitas, cotilleos, que si fulano quiere entrenar, que si va a haber elecciones en tal o cual club, que si se optará por ERTES o bajadas generalizadas de sueldo a las estrellas. Han hablado de la generosidad en las donaciones. También han tocado el tema de la pandemia desde dentro, alguno se ha puesto malo, locutores y jugadores. Han demostrado estos profesionales de la comunicación una enorme versatilidad y capacidad de adaptación. Me quito el sombrero ante ellos. Así se hace. Son los camaleones de la información.

22/04/2020

BASTA YA. ESTOY HARTA


¿Perdona? ¿Quién controla lo que es un bulo? Ejem. La verdad es única. Pero ¿quién otorga el poder a quién para decidir la verdad? Es de una soberbia espeluznante. Da miedo. Las cosas comprobables no son discutibles. Así es que, demuestren la verdad y déjense de querellas y de limitar la libertad. Unos y otros.

Yo no sé si el General (jefe del Estado Mayor de la Guardia Civil) dijo lo que quería decir o no el domingo 19 de abril. El caso es que lo dijo. “estamos trabajando desde/con nuestros especialistas en dos direcciones, una, pues, a través de la jefatura de información con el objetivo de evitar el estrés social que producen toda esta serie de bulos y otra de las líneas de trabajo es también minimizar ese clima contrario a la gestión de la crisis por parte del gobierno” Y si se equivocó, que rectifique. Todos tenemos derecho a meter la pata. Lo leyó, lo llevaba escribo, no calibró el impacto. Vale. Pertenece a un cuerpo donde la disciplina es fundamental. Se les enseña a cumplir órdenes.  También oí lo que dijo el lunes 20. "Lo importante son las personas". Sí señor. "Y da igual las ideas políticas". Sí señor. Y lo importante también es que no todo vale. A renglón seguido le desautoriza un ministro. ¡Pero bueno! El general cumple órdenes. ¿Pero qué lío es éste?

Me había prometido no criticar y no quejarme. No me quejo. Pero no todo vale. No es tolerable excusarse en el momento que estamos pasando, para hacer lo que les dé la gana. Vivimos en democracia y por débil que sea, hay que respetar sus normas. No vale todo. Y no se puede consentir la censura. Creo que ciertos temas no son noticia, por escabrosos; estoy en contra de ahondar en la herida, de lanzar insultos, de regodearse en el morbo y el horror. Pero de ahí a cerrar el pico a la gente, hay un camino. Para “minimizar el clima contrario a la gestión de la crisis por parte del gobierno” Están muy bien elegidas las palabras para ser un desliz.

Por supuesto que es momento de ayudar. Pero no se puede hacer propaganda ni con el dolor ni con la desgracia. No hay banderas en los ataúdes. Cada muerte es una tragedia que afecta a muchísimas personas. Eso es lo que importa. Cada muerte es un luto. España se está tiñendo de negro.



A lo mejor el clima contrario a la gestión del gobierno es una ola que está recorriendo el país. ¿La van a parar? ¿van a parar la opinión pública? No doy crédito. ¿Quién decide que no tienen derecho a decir lo que sienten, piensan? Desde luego, tener el valor de intentarlo, de ponerlo en un papel, es un asunto muy serio. Somos un país democrático, vivimos en libertad, sin entrar en detalles. Formamos parte de Europa, de la Unión Europea. Por menos que esto han vetado a algún país para formar parte de tan selecto grupo. Cuidadito señores. No se puede abusar de la desgracia para atornillarse al poder. Es adictiva la Moncloa, pero no eterna. Mucho ojo. Se están extralimitando. Y, además, el pueblo, del que tanto presumen, se está empezando a hartar y a perder la confianza. Hemos sido muy obedientes. Ya está bien. Puñetas. Nos meten en casa y obedecemos. Nos acojonan con la higiene y nos ponemos las botas de lejía y amoniaco hasta envenenarnos. Seremos los más limpios del cementerio. Sabemos lo que es un metro y un metro y medio y dos. Pero no somos idiotas. ¿Pero qué moto es ésta que nos quieren vender? ¿Que ha tardado una semana en llegar un vuelo de Estambul? ¿Ha pasado por el Triángulo de las Bermudas? ¡Venga ya! ¿Quién lo ha parado? ¡Que le corten la cabeza! ¡Un imbécil! ¿Traían coca en el avión aprovechando la coyuntura? ¡No fastidien! Ya está bien.

Y después, ¿qué? ¿van a sacar rédito de la gestión? ¿quieren colgarse medallas? No lo entiendo. No me lo creo. No quería criticar, pero no todo vale.



Si hay que hacer test, háganlos. Compren y den mascarillas. No pueden parar el tiempo por la incompetencia. Basta ya. Es imposible que en los supermercados no haya guantes y en Amazon tarden un día en llevarte mil a casa. ¿Qué nos están vendiendo señores? No es un bulo. Sí, hemos comprado mascarillas en internet y guantes. ¿A 13 €? No.



Basta ya. Se acabó. Si hubieran estado algunos de los miembros de su gobierno en la oposición, hoy habría barricadas en las calles. Acusando de fascistas a los gobernantes de turno. Bastante buenismo despacha la derecha, que no se les note que lo son, con ese miedo ancestral a que se la critique. En la diferencia está el enriquecimiento, no pasa nada por escuchar al otro, es más, es bueno, aunque piense diferente. ¿Qué eso de que desprecien a la derecha de la derecha? ¡Que no les miran cuando hablan, en el parlamento! Coincide con que les ha llegado un mensaje al móvil. Es que eso no puede ser. Si no aguantan eso, no se metan en política. Tienen muchos escaños, señores, y 3.640.063 votos. ¿Valen acaso menos esos votos que los de la izquierda de la izquierda, 3.097.185? No se es malo por ser de izquierdas o de derechas. Como dice el general, sin lapsus, lo importante son las personas, no las ideas políticas. Hay que aceptar el desacuerdo, hay que aprender de él. Unos y otros.



Ese general, al que nadie conocía hace un mes, igual que el pobre Simón, (qué le estará pasando al pobre Simón) están haciendo un papel para el que no estaban preparados. Ninguno estábamos preparado. Pero ellos están en una tribuna, defendiendo una gestión que va más allá de sus respectivas responsabilidades y cometidos. Cubren, sin ser su misión, a un gobierno. Simón y el general son dos profesionales, no son políticos. Hay que respaldarles. Pero ya está bien. No necesito que un ministro enseñe a los niños a ponerse torpemente mal una mascarilla. Otro, al que lanzan a los leones.



¿Nos quieren vender ahora que somos un país de pandereta? He oído mentar el 11M. Es de un mal gusto infinito, rememorar otra desgracia ahora. Especialmente recordar que el gobierno de entonces pensó que era ETA. Igual que el gobierno de hoy pensaba que este virus no afectaría a España. Se equivocaron ambos. Sí. A unos les costó el poder y hubo una manifestación en las puertas de la sede del partido el día de la jornada de reflexión. Sí señores, si se acuerdan de una cosa, recuérdenlo todo. Y hubo libertad de expresión ahí, Sí. Se repartían consignas. Sí. Se equivocó el gobierno. Sí. Y ahora también.




¡Basta ya! Y a conciencia uso esta expresión, recuerdo muy bien cuándo se utilizaba con frecuencia. Hay una gota que es la que colma el vaso. Para mí es ésta. ¿Que no dejan hacer determinadas preguntas en una rueda de prensa? ¿Pero que me están contando? ¿Acaso hay cuestiones buenas y malas? Cuestióneselo, señores. Háganselo mirar. No es de recibo. ¿Van a juntar las preguntas e informaciones inconvenientes como Alfredo los besos censurados en Cinema Paradiso? No puede ser.



No pueden pedirnos todo a nosotros. Déjense ya de acusaciones cruzadas. Teóricamente se pueden hacer ERTES, luego rechazan la mayoría acusándoles de que su trabajo es esencial, pero no les dejan hacerlo. Las empresas no son el papá estado. Los fondos son finitos. Los autónomos no cobran y tienen que pagar. Reflexione presidente. El autónomo no gana porque usted le ha prohibido trabajar. Por responsabilidad se queda en casa. Pero tiene que pagar impuestos para pagar cuando no ha podido trabajar. ¿tiene que pedir un crédito? Es para echarse a la calle. Todo son trabas. Déjennos trabajar. Ya está bien. Somos un país estupendo, somos gente fenomenal, tenemos alegría, tenemos gente formada, tenemos futuro y tenemos derecho a pensar en libertad sin que nadie nos acuse ni nos asuste ni nos amenace por ello.



P.S. A una escala mucho menos importante están las permitidas salidas de los niños. Otra ministra desmiente hoy la información del sábado. ¡Que pueden salir a hacer la compra! Y a la farmacia. Alucino. Como si no nos hubiéramos enterado de lo que dijeron el otro día. Eso no es salir a dar un paseo. Ir al súper es una pesadilla, entre mascarillas guantes y el miedo a acercarse a cualquiera. A la farmacia lo mejor es no entrar. Entran ahí los enfermos. ¿Qué es esto? ¿Quieren que los niños que están hasta la coronilla de estar en casa vayan a hacer cola para entrar en el súper o en la farmacia? No lo entiendo. Eso ya lo hacían muchos padres a los que no les queda más remedio, porque esas edades no son para que se queden solos en casa. Hoy después de la desautorización de Marlasca, el general ha insistido. Ha cavado un poco más. Además, ¿no estaban encerrados los niños por asintomáticos? ¿No eran un vector de contagio? Y les dejan ir a un sitio cerrado lleno de gente. No lo entiendo. La última hora es otra rectificación, ahora sí pueden salir los niños a dar un paseo. ¿Y jugar al tenis? ¿Y correr? ¿y pasear los adultos, solos? No hay contacto, no entiendo nada. ¿Y llevar a tu hijo en el coche? ¿O a tu marido, con el que duermes? A lo mejor no está mal escuchar la opinión pública.

21/04/2020

LOS SUGUS


Poca gente conozco a la que no le gusten los Sugus. Las preferencias cuando se comparten, ocasionan siempre un impacto que recorre un espacio finito entre la sorpresa y el desprecio. Un suspiro contenido evita la discusión, aunque la cara lo dice todo. “No tiene ni idea” piensa el otro. Por supuesto, los azules. Los naranjas, sin titubeos. Los rojos. Los color frambuesa. A mí, los amarillos. El buen rollismo que ambienta a la invitación “¿te apetece un sugus?” desaparece ante la desconcertante elección. Eso sí, tambien alivia la diferencia, no ha elegido de los tuyos, que hay pocos. Cuando se abre la conversación es como si les preguntas a tus amigos qué han votado. Tú te crees que, por ser afines en muchas cosas; que, porque os una el cariño, el tiempo, los recuerdos o la costumbre, vais a votar lo mismo. Te sorprenderías. Pues con los sugus pasa lo mismo.

Yo he sido fiel a los azules, de piña. ¿Que saben a piña? No. Son mis preferidos. Punto. Confieso que hay un poco de esnobismo en mi elección. Es mundialmente conocido que los azules son los más escasos. Me gusta lo que es especial. (dicho en tono de “te lo juro por Snoopy” o “me apesta la mano a volante”) Los azules son los mejores. He llegado a abrir una bolsa de sugus en la que no había ninguno de piña. Sin exagerar. Ahora ya cuidan mucho más todos estos detalles, por la igualdad. Recuerdo que antes, cuando yo era más pequeña; debajo del papel de color, había uno que siempre era blanco, que se solapaba ligeramente en el centro del cuadrado del caramelo. La forma del papelito casi transpórtense era un exiguo rectángulo. Ese papel era muy útil, aunque difícil de quitar, pues muchas veces se pegaba sospechosamente al sugus, ya fuera porque llevabas mucho rato con él en la mano y tu calor lo había ablandado un poco más, haciéndolo ligeramente pegajoso o por otras razones que no quiero fabular. El caso es que ya no tiene papel. Y el exterior, m que los diferencia, que antes era muy fácil de quitar, tiene los pliegues firmemente adheridos y hacen falta uñas de madre para quitarlo, o un cuchillo.

El caso es, que creo sinceramente que todos son iguales, a pesar del tinte. Reto a hacer el anuncio de la Coca-Cola y la Pepsi a quien me lo rebata. Nos quitamos las mascarillas, nos tapamos como para jugar a la gallinita ciega y a probar. “¿Para qué sirven los de piña?” Me dijo una vez una niña. No me indigné porque el aprecio por ella es alto, ¡pero hombre! Me hice un bocata de sugus, para quitarme el mal sabor de boca que el comentario me dejó, de cuatro pisos, mezclados los colores, que no me cabía en la boca. Se me hace agua con solo evocarlo.

20/04/2020

CALCETINES IMPARES


Poco se habla de los calcetines impares. En tiempos de confinamiento hemos tenido la oportunidad de pillar, estando muy atentos, al enano saltarín que tiene como alimento uno de cada par de calcetines, en el peligroso trayecto que va del pie a la lavadora. La pregunta primera, después de la obvia, es ¿por qué uno solo?. Podía comerse los dos. Claro que así nunca hubiéramos sabido de su existencia. Y él quiere darse a conocer. Está solo desde hace tiempo y su “mijita” de orgullo le hace cometer esos pequeños actos fallidos. En realidad, necesita que sepamos que está ahí, cuidando de nuestros sueños. 
He visto varias soluciones al misterioso fenómeno. Casi siempre maquinadas por varones. Mi padre se lavaba los calcetines. Incapaz, incluso en su jubilación, de encontrar el escondite de los nones, decidió que calcetín que usaba, calcetín que enjabonaba, enjuagaba, tendía en un escondite secreto, secaba y guardaba. Adicionalmente solía hacerlos un nudo, para guardarlos en el cajón. Su desconfianza no era sino fruto de la experiencia. La teórica paz de la vereda que recorre la colada hasta llegar la plancha puede ser alterada por salteadores oportunistas. No quería correr riesgos. Un amigo suyo decidió comprarse todos los calcetines iguales. No parecidos, exactamente iguales, obvia es la talla, longitud, color y composición idénticos. debía hacer acopio, pues las marcas sacan novedades que alteraban si tranquilidad. Cada tanto, cuando los tomates no tenían arreglo y el zurcido era imposible, tiraba todos y compraba una nueva remesa. No había calcetines de deporte en su armario; si necesitaba unos más gruesos, se calzaba dos pares. Asunto solucionado. Me dirán ustedes que eso no remedia el problema. Discrepo. Sí lo soluciona, no desvela el misterio. Eso no. Pero mi padre y su amigo, en paz descansan los dos, orgullosos de lucir sus calcetines iguales. 
En tiempos de pandemia y encierro me ha obsesionado, fruto de desamor y disputas en el pasado, no perder calcetines. He recogido cuidadosamente, por pares los caprichosos colores que usan mis hijos. Todos diferentes. Unos tan cortos que pienso que les saldrán ampollas cuando por fin se pongan zapatos. Otros tan largos que dudo que sean de ninguno de ellos. Me pasé de previsora, se van a romper antes de que sean de su talla. Eso de "para cuando crezcan" tiene un límite. A partir de cierto punto ya no crecen tan rápido. Pipi Calzas Largas hubiera sido feliz con alguno de los modelos. He unido con paciencia las parejas. A veces ha sido difícil. Parece que uno es exacto a otro, ayuda que la talla está grabada y también el simbolito de la marca. Pero uno es más largo que el otro. Tiene su miga. habrá encogido, concluyo. ¿Uno más que otro? ¡Nadie es perfecto! Aun así, he sido tenaz, no he dejado que la adversidad minara mi moral. Del suelo he recogido parejas, he encontrado alguno detrás de los radiadores, dentro, muy dentro de zapatos y zapatillas, hechos un burruño de olor concentrado, en la bolsa de la aspiradora, debajo de la cama, de un sofá, entre los cojines. He cogido callo, nada se me resiste. Eso pensaba, ingenua de mí. Alma cándida. Hay algunos lugares más recónditos: entre las sábanas, dentro de la funda del edredón, incluso de la de almohada. Ni idea de cómo han llegado ahí. En las sillas donde estudian ellos y trabajamos nosotros, debajo de la mesa del comedor. En fin. Tras conseguir que llegaran por parejas a la lavadora, yo misma he sacado la ropa una vez terminado el programa. Los primeros días, infeliz de mí, confiada pasaba el conjunto mojado de un tambor a otro. Para un programa breve de secado. ¿Cuál sería mi sorpresa al sacar la ropa seca oliendo a limpio, a talco, a bebé? Al ir a emparejar los dichosos calcetines, siempre me faltaba uno. Desesperada pasé a una meticulosa revisión de los aparatos, incluyendo filtros, recovecos de cuya existencia era una completa ignorante. Sí, algunos encontré adosados caprichosos al tambor, camuflados perfectamente en el cilindro, refugiados en esas platabandas que se distribuyen en su interior. Mis esfuerzos se duplican, pero confieso aterrada que siguen desapareciendo. A punto estoy de rendirme. Eso, o ponemos de moda la asimetría.

19/04/2020

SUMAS Y RESTAS


Sumaba las horas a tu lado. Y me parecían siempre pocas. Resto las que llevo sin ti. Estoy en números rojos. Cada minuto lejos de tu mirada es una muesca en la culata de mi corazón roto. Ya no sé si puede romperse más. Seguro que le queda sitio para otra heridita. Entre paños guardado lo tengo, protegido del viento y el sol.

Sumaba las horas a tu lado y ya no puedo restar más. He dado la vuelta entera. Vuelvo a empezar a echarte de menos. Operaciones cíclicas. Un pequeño rasguño en el camino, un avance casi insignificante hará que separe los círculos y convierta mi trayecto en espiral. Mi perseverancia no se acaba. Sigo intentándolo cada día.

Sumaba las horas a tu lado. Es la noche más larga. Es la tormenta más intensa. Yo sigo sumando y restando, como la hormiga, paso a paso. Busco la reconstrucción, cimentando cada piedra, cuidando los detalles. Voy buscando la alegría, para poder compartirla.

¿QUÉ COMES?






No estábamos preparados. Ni para la pandemia ni para esta sobredosis de reuniones telemáticas.

Por un lado, las reuniones de trabajo. El sonido desfasado de la imagen. Ésta se congela cada tanto. Para trabajar no hace falta reunirse todo el rato. La paranoia del control que abanderan los inútiles es lo que más megas ocupa en la red. Son como niños. Ante el nivel de incompetencia alcanzado, tratan de paliar su estupidez atando en corto a sus subordinados. Que no colegas. La falta de inteligencia es tal, que no tratan de compañeros a los únicos que pueden salvar su puesto, porque saben hacer su trabajo. Si les dejan, claro. A este paso, una reunión más y han echado el día. El trabajo desde casa tiene la enorme ventaja de la eficacia. Tal se debe, entre otras cosas, a la ausencia de largas y tediosas reuniones. Eso era antes del coronavirus. Porque el absurdo si se aplica al teletrabajo se transforma en otra tontería.

En cuanto a la novedad de las reuniones familiares a distancia, siempre bienintencionadas por el convocante, concluyen en resultado a veces adverso. No es fácil. Conectar a tres generaciones, abuelos, padres y nietos requiere paciencia y tiene miga. Hasta que consigue dar con todos; aunque estén en casa, pasa un rato. Por fin se divide la pantalla y se ven, menos a Pepe, que no le funciona la cámara. O Ana, que se ha vestido rápidamente, sin ducharse y se le ve el camisón debajo del vestido. No quiere que la regañen sus hijos. La reunión es como las reuniones familiares pero condensada en un “ratín”. Muy intensa. En un cara a cara no pasa nada porque hable uno con el de al lado separándose de la conversación general. Pero aquí se suceden los monólogos y se van cortando las intervenciones por falta de moderador. Los “¿qué tal?” no se sabe a quién van dirigidos. Respuestas solapadas al unísono. Se arma un lío de miedo. Una jauría de participaciones que se acoplan hasta resumirse en ruido. Los niños saltan impacientes por contar sus logros a los abuelos, que son los que más caso les hacen. Legiones de rosquillas sustituyen a las caras, batallones de magdalenas, plumcakes rellenos, tartas de colores resumen lo que ha dado de sí la semana. Lo bueno es que ya tienen una salida profesional, una opción; serán reposteros. Eso sí, la competencia es feroz. Porque la harina no se ha acabado esta semana por el “pescaito” frito. Digo yo que en vez de tanta rosquilla les podemos enseñar a hacer unas patatas con bacalao. Tanto da. De esa forma se calma un poco las ganas de hacer cosas, y descargan a los padres que están en sus teleconferencias con el mandil, que se les queman las albóndigas.

Una amiga me dice que han hecho una cata de cervezas por zoom. La monda. No se ha conectado Mara, otro “buchito” de ésta. No sé si en las catas hay que escupir, como cuando te tomas una ostra mala. Ahí la educación me condiciona, yo antes me emborracho o me enveneno que escupir algo que me sale mal. Imagino que en casa no escupe nadie, a no ser que dispongan de escupideras. Igual que en los bares antes. “prohibido gritar y escupir” rezaba en un local en plena Calle Serrano, al lado de la Embajada Americana, el bar de los palillos. Un sitio genial, podías comerte los pinchos que quisieras, solo debías dejar los palillos en la barra. No contaban con la capacidad de algunos que masticar e ingerir madera. Al grano. Reuniones de amigos, de ex amigos, de amigos que no se ven desde el año de la polca. Primos reconciliados, aunque casi ningún primo se enfada. Achuchones virtuales. Lágrimas y risas a distancia. Recuerdos y noticias. Los más apañados, sin llegar a la cata, que ya es de internautas de élite, comparten aperitivo por videoconferencia. “¿Qué comes? dame un poco” dice la abuela a la nieta. A dos mil kilómetros. ¡Me parto! ¡Hasta mañana! Fin de la conexión. ¡Que risa! Es igual que cuando mi abuela hablaba por teléfono con su amiga de los ojos violeta. Le dice: “Se te está quemando la comida, hija” La otra corre rauda y prudente a la cocina. A mitad de camino vuelve al auricular “¡Será en tu casa, que estamos hablando por teléfono!” Mi abuela se ríe “Ay madre”.

17/04/2020

UNIDADES DE MEDIDA




El tiempo dura distinto según la edad. Yo vivo en el sistema métrico, incapaz de pasar a pulgadas o entender si una libra es más o menos que medio quilo. El tiempo, como sujeto, se cree que es homogéneo y que ha sido más fuerte que otras dimensiones. el peso o la distancia. Al menos nos hemos puesto de acuerdo en las unidades. En algunas. 1-60-60-24-31-28-31-30-31-30-31-31-30-31-30-31-12-365. Extraños números. Siempre hay alguien sin cumpleaños, solo en los múltiplos de cuatro, coincidiendo con las olimpiadas. Antes del confinamiento.

Recuerdo que siempre me decías que, a su edad, de bebé, un día era una eternidad. Que la espera era incomprensible a la hora de comer, de bebé. Que a su edad llevarse once meses era estar en otra órbita. Lo decías de otra manera. Recuerdo que incidías en la diferencia. Recuerdo que remarcabas el punto de vista de cada uno. Lo que cada uno sentía, Lo que cada uno siente. Es diferente. Muy diferente. Al cabo de los años el tiempo es muy largo en la espera. Cuando ya no es bebé. Cuando se separaba, y las horas pasaban despacio hasta oír la puerta. Antes del confinamiento

En estos tiempos las diferencias se agrandan. En el confinamiento. Ya nada es absoluto. Nunca lo fue. A cada uno le dura un día algo distinto. Ella agota la jornada entre la limpieza, los paseos por el pasillo, hablar con la familia para comprobar que todos siguen bien, comer y dormir. Se devora los días. Se olvida de pensar. Se olvida de sufrir. Se olvida de querer y de vivir. Para aquélla, sin embargo, enamorada del amor, seis horas más sin un beso de él es más que una eternidad. Su intensidad aumenta la desesperanza. No sabe dónde abrazar su ausencia. Le desazona. Para qué sirve el tacto, sin él. Para qué el olor, el sabor, sin él. Sin su latido para que el oído. Sin su voz. Y se alargan los tiempos. Para otra ella, sola en casa, cada segundo es un siglo desde que él se fue y ahora no tiene medida para sentir los cuartos y las medias, que van sonando a destiempo en los relojes de la entrada, el salón y la cocina. Desacompasados todos. Entre un cigarro y otro intenta marcar un ritmo imposible a su vida porque ha olvidado darles cuerda. De eso también se encargaba él. Antes del confinamiento.

Pero los días pasan igual. No me olvido. No me olvido. Cada uno es único y no va a volver. No hay otro tren ni otra oportunidad. No estoy dispuesta a perderlos. No quiero que los pierda quien fue mi bebé. Lucho contra la tentación de caer en
la melancolía. Durante el confinamiento.


16/04/2020

TODO LO QUE ME HE AHORRADO EN BARES


No sé qué pasará en otros países, pero en España: que se preparen los bares, porque todo lo que nos hemos ahorrado en cañas durante el confinamiento, lo tenemos guardado en el cerdito. El día que nos dejen salir, ya no vamos a entrar. “¡Ea!” Que se preparen los garitos, que entrenen los de Cruzcampo, Mahou, El Águila, que vamos a probarlas todas. La IPA y la de manzana. La Virgen, Alhambra, toro, como los hombres, Budweiser sin vaso, menos Coronita, vamos a brindar con todas. Copas heladas o no.

Tengo pensado engancharme a la barra y entonar el “no nos moverán”. Mi psicólogo favorito es un señor con mandil blanco y camiseta negra, que cuando me ve, siempre me sonríe, se seca las manos porque estaba fregando dentro. Me estrecha afectuoso la mía entre las suyas, coloradas, blandas y a la vez curtidas de trabajar. Mirándome me dice: ¿qué va a ser? Nunca anticipa mi consumición, respetando mi elección. Aunque cada día, a las ocho de la tarde, desde hace 40 años, a la vuelta de misa, me acerco a su taberna y le pido una caña bien fría. Me escucha con paciencia y siento que me está entendiendo. Es un rato que me gusta. Pero hoy no va a ser una, me voy a tomar todas las que me he dejado, una detrás de otra. Y así hasta que se me acabe la pasta que tengo guardada después de rota la hucha. Es posible que no me de tiempo. Volveré mañana. Pensándolo bien, estoy por dejar los ahorros a su cargo y que él me diga cuándo se me acaba el fondo.

Yo soy de Mahou, mi padre era de cinco estrellas, mi exnovio de la verde. Ahora, lo mismo me da, que esté fría, como la sirven en el Abeto, de las del rincón, heladas. Me estoy poniendo en situación, una copa de las de vino, que sude un poco, de lo fría que está, que gotee, moje la barra y mi vestido al beber. Ese primer trago no es de borracho. Es que quiero brindar de una vez por todas. No quiero una pinta, no quiero medio litro del tirón, como los alemanes, no quiero que se caliente, quiero degustar cada sorbo como si fuera el primero. Que no me esperen en casa. Angel, lo siento, tú eres más de gin tonic, ya sabes dónde estoy, pero no tengo tu paciencia, yo me lanzo sin chaleco. Nerviosita me pongo. Te espero. Cuando me desatornillen de la barra volveré a casa en paz. No quiero emborracharme. Quiero gastármelo todo.

El que no es de cerveza será de vino. El que no de “bebercio” lo será de “comercio”. Y los habrá que prefieren el cafelito con Jose Miguel, que se lo pone como a les gusta, con su chorrito de anís. O corto de café, descafeinado de máquina, largo de agua, con sacarina, sin mascarilla.

Que no se preocupen los dueños de los bares, que aguanten, campeones, que vamos para allá. La línea de salida solo falta pintarla, estamos apelotonados detrás, ¿que no hay sitio en el 14?, me voy al de la esquina, sino es Fran será David el que me pone el pinchito de tortilla. Mucho cuidado con el pistoletazo de salida. Rascando el polvo en la espera. Con paciencia, pero impacientes, como decía alguien “que me muero por volver”.


15/04/2020

A MI ME ENVENENA CARLOS HERRERA ¿Y A TI?


Cada uno es cada uno y cada cual con su cada cuala. Así resumía mi padre la vida sin recurrir a la procesionaria. Si recurría a la conocida oruga, se enrollaba un poco más. Bastante más.

Igual que cada uno es cada uno, cada cual se envenena con lo que le da la gana. En mis intentos de objetividad procuro cambiar de dial. Oigo a Alsina, me voy con Pepa a Radio Nacional, ahí encuentro al bálsamo de Aberasturi. Vuelvo a la Cope, intento la Ser, Onda Cero, Onda Madrid. Excepto la neutralidad exasperante de Radio Nacional, echo de menos al ciudadano García, único locutor que en las entrevistas mantiene su papel, da importancia al “interrogado”, le deja sitio, se estudia el personaje y no presume de sabérselo, si no que le hace preguntas inteligentes, fluye la conversación ocupa el lugar que le corresponde el protagonista. No interrumpe. Aprovecha la oportunidad, imbuye al otro de importancia. Dirige la charla con habilidad, inteligencia y gracia. Los demás no son así, como me he propuesto no decir cosas malas, ahí lo dejo. ¡Que viva El Ciudadano García!

Trabajo desde casa, desde antes del "confitamiento". Y la radio pone hora a las tareas cuando uno está solo. Impone ritmo, compás. Evita que se te olvide quitar las lentejas del fuego o que si la lavadora no avisa de que ha acabado se pase el día la ropa mojada en el tambor. En medio de la oficina los tiempos están controlados por la costumbre. Porque el ser humano, vaya donde vaya, se lleva su rutina. Y gracias a ésta vive. La hora de llegada en una oficina de 50 personas, salvo excepciones, se repite día tras día. Hay cinco o seis que compiten por ser los primeros y encender las luces, media hora o más antes de la oficial de entrada. No es por presumir, es que les gusta llegar pronto, aprovechar ese rato de antes del mogollón. Esa intimidad imposible en las oficinas sin papeles, sin despachos y sin paredes es solo viable antes de que amanezca, cuando las luces de fuera aún están prendidas. A la hora teórica llega un mogollón, cinco minutos antes siempre los mismos y diez minutos después siempre los mismos. Los que llegan pronto lo hacen tranquilos, los que lo hacen tarde corren sulfurados, explicando el atasco, y las inconveniencias varias que han encontrado, como cada día, desde hace tantos. Luego están los que llegan cuando les da la gana, recién duchados, tan panchos, sin despeinarse. Entre los primeros y los últimos se reparten cafés y charlas breves. El trabajo en la oficina es mucho de compadreo y de amiguetes. Si no te caen bien tus compañeros, tú te lo pierdes. Porque hasta que se implante el teletrabajo ellos son la gente con la que más horas vas a pasar al día. A ver cómo te lo montas. Del trabajo presencial solo echo de menos las charlas con mis compañeros, mayores y jóvenes. He ganado tiempo para mi gente, pero tengo buenos amigos que antes tenía etiquetados de colegas. Importante ser colega, por cierto.

Al grano, oigo mucho la radio mientras trabajo. A veces no la escucho. Pero me envenena. Una cosa es informar y otra es la matraca, que si lo mal que lo han hecho, que si mascarillas por aquí, que si me alegro, una porra te alegras buenos días. Sois un grupo de privilegiados inconscientes de la que está cayendo. Os retroalimentáis de las mismas noticias que vosotros mismos elaboráis. Desde la grada. De una nota de prensa sacáis con habilidad tema para una semana. Pero estoy cansada del susto, señores comentaristas. No me vale que a las seis de la mañana deis la misma perorata que a las siete, a las ocho, las diez de la noche. No puede ser que Expósito diga lo mismo que Herrera, que Nieves y Julia tengan igual discursos que sus homólogos de por la mañana. Confieso mi fidelidad a Colmenarejo y al difunto David Gistau, genio rápido de la palabra, elocuente y erudito, bruto y directo, creo que dentro del espectro es uno y era el otro quien más equidistancia guarda y guardaba, hasta el paralelismo. A Victoria Prego la admiro más en la radio que en la tele. Le va mucho más ese medio, se desenvuelve tranquila y contundente, sin estar pendiente de la pose si no del poso. Me divierte Broncano, admiro a Cansado hasta desternillarme, ocurrentes siempre; ácido uno, más calmo el otro. No son las canas o la calvicie; siempre tuvo ese humor respetuoso y culto.

Me cansa la metralleta, que si el 8% del PIB, que si Sanchez invita a Casado a una reunión en una rueda de prensa, que el otro se va a dar un paseo, que Fulano se salta la cuarentena. Basta, me importa un bledo dónde vaya Rajoy y si se pone o no malo el presidente o el vice. Salvo en cuanto a esto último, por la preocupación normal como “personas humanas” que son. Puñetas, cuenten algo nuevo. Que si la u o la uve. Coloreen la mañana señores, inyecten energía. Están ustedes en una burbuja, con su pantalla dividida y el cuadro de mandos. Los muertos, los enfermos, los parados, son tragedias individuales todas. Viviendo como estamos en esta parte del mundo que se dice civilizada, los decesos se cuentan hasta la unidad, con nombre y apellido. No hay fosas comunes, pese a la tragedia coyuntural de Nueva York, hay entierros individuales a los que no hemos podido ir a echar nuestra tierra. No nos hemos abrazado a los damnificados, no les hemos calmado en su agonía. No podemos estar en los hospitales con nuestra gente, nuestros parientes. Hay mucho susto, mucho miedo, una soledad de hielo. Los sanitarios hacen su trabajo, y muy bien. Pero las lágrimas son nuestras. Ustedes tienen el altavoz y la palabra. No nos envenenen señores, alimenten la alegría, den una oportunidad a la esperanza.

13/04/2020

EL BUEN YERNO


Hay gente a la que todo le sale bien. Son los que han nacido de pie. No hay que tener envidia. La suerte que tienen, se la habrán ganado. Algo habrán hecho. Son redondos. Está lo obvio, que son súper felices y lo fueron en su infancia, en su matrimonio

todo es armonía y amor; sus hijos son perfectos morenazos de ojos verdes, buenísimos estudiantes todos y los amigos que tienen. ¡Qué te voy a decir de los amigos! ¡Bárbaros! Buenos chicos, sí, salen, están en la edad. Pero de toda confianza.

Hasta ahí uno mira su vida y piensa, bueno, es lo que hay. Tampoco está tan mal lo mío. Son mis cartas. Y me ha salido así. Pero en estos momentos difíciles, los afortunados se ensalzan los tíos. ¿Que no se puede tener asistenta? Justo esa semana había venido a verlos Eusebia, que le cuidó a él de bebé y no puede volverse al pueblo, se acaba de quedar viuda y les pide quedarse, ella se ocupa de la casa, que ellos están muy liados. ¡Gong! Aceptan encantados. Pasa a ser uno más en la montaña de la felicidad.

 ¿Que no hay peluquerías? No hay dolor, a las mujeres de la familia les sientan genial las canas, se les van yendo las mechas y su pelo blanco hace que su felicidad mane con más calma y luz si cabe.

Los abuelos viven en el chalet de al lado. Son amigos los consuegros, comparten las tres familias el jardín, propiedad privada, por lo que no incumplen cuando cada domingo se enciende la barbacoa y los tres hombres de la casa se lían la manta a la cabeza y entre fino y cervecita despellejan la semana. Al sol las mujeres se ponen al día, preparando la ensalada.

Por supuesto todos hicimos propósitos al empezar la cuarentena, voy a ordenar la librería, me voy a poner a pintar. Yo voy a escribir poesía, lo dejé para una ocasión así. Pues yo empiezo a estudiar las oposiciones. Ellos lo hacen. Tienen la casa como una patena, los libros de la a, a la zeta, por orden de autores, separado teatro de literatura española, versiones en inglés, guías de viaje. ¿Perdona? Es que me relaja limpiar. ¿perdona? ¡Uy yo no puedo con tanta tele!, ¡no me gustan las redes sociales!. Eres mi héroe. Todos sois mis ídolos. ¿Dónde está el miedo que yo siento? ¿Dónde la angustia o el enfado? Dime donde te apuntas que te voto. For presindent el paquete completo. No elijo, me los quedo todos.

¿Qué hay que hacer para ser tú? No quiero ser tu pareja, quiero ser tú. Tú y tu familia.  Los yernos perfectos, la familia feliz. ¿Cómo hacéis para que todo fluya? Renuncio. Te lo cambio. ¿Dónde hay que firmar?