
Me dijiste que te gustaba la poesía como venerabas la escultura. La poesía y la escultura como extremos del arte. El esqueleto y el volumen. En los pliegues del poema se encuentra lo más profundo del corazón. Lo que sale hinchado en las tres dimensiones.
Me dijiste que te gustaba la poesía y no comprendí. Y en esta reclusión, intromisión obligada, entiendo por fin. Recuerdo quién soy, porque observo todo, lo de fuera y lo de dentro, y me estoy mirando y te veo. Sin horizonte ni futuro, sin ver el mar, se cuelan las palabras cortas, las más pequeñas y solo caben poemas en las frases que hoy resumen lo que siento.
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