Eso, sumado a que yo soy del Estudio de adopción. Soy del Estudio de Miguel Ángel, cuando la gente lo llamaba El Estudio. Ahora le han quitado el artículo. Como a La Coruña, que ahora es Coruña. No sé porqué. Se llama Estudio. Las cosas que pasan, como dice el del balón mano, son cosas que pasan. Yo fui un año al colegio, cuando todavía COU no era la 18. Total: hace mil años. No pertenezco a ninguna de las familias. Esas de hermanos y primos y parientes que forman una red tupida, se conocen todos. No. Yo siempre fui la nueva.
Pero todo se pega, y esa sensación de pertenencia a un grupo es contagiosa. Fue entrar en el colegio y ya es como si hubiera estado de toda la vida. Una suerte de clan en el que sin llegar a los beneficios de dudosa moralidad y virtud de la Mafia, tiene sus ventajas.
Cada uno tiene su guiño. Su símbolo que le recuerda otros tiempos. Hay quien presume de manzana mordida o unas cerezas. Signos de identidad. Molaba que al menos por la a matrícula se pudiera identificar región u origen. Ahora sólo se distinguen coches con conductor, diplomacia y poco más. El resto: a base de tuneo e imaginación.
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