Sí. No es que sean amigas, es que son mejores amigas. Esa etiqueta yo creo que tiene su origen en las redes sociales. En otras épocas los niños hablaban de su mejor amigo, de su mejor amiga. Un día llegaban a casa presumiendo de tenerlo. Fulanito es mi mejor amigo. Se trataba de una decisión consensuada. Biunívoca. Tú eres mi mejor amigo sí y solo sí yo soy el tuyo. Suponía ese momento un punto álgido en la vida del chaval, sentirse elegido, una suerte de escalafón al que no todos los niños llegan. Ser mejor amigo nadie sabía exactamente qué significaba. Quizá la obligación de invitarse a cumpleaños mutuos. Hablar y jugar en los recreos, intercambiar secretos inconfesables y la merienda. Hay un misterio detrás de ser mejores amigas. El asunto tenía un recorrido e iba tomando carices. Un viaje, un cambio de colegio o de domicilio hacía imprescindible una recolocación y búsqueda de nuevo mejor amigo. También el capricho o carácter de uno de los miembros de esa pareja podía hacer que todo diera un vuelco. La tiranía y los celos aparecen a tierna edad en quien los padece siempre. Los adultos somos infantes vestidos de mayores.
En fin, resulta que en Instagram, e imagino
que en otras redes de las cuales desconozco su existencia, hay una opción de “mejores
amigos”. Amigas del alma se llaman entre sí algunas En las redes. Ojo. Del alma. Esa es otra categoría, cuidado. No sé si se trata de una cursilada o es que yo no tengo sentimientos. Los amigos son los hermanos que se eligen. Así lo siento yo. Y tengo suerte. Cuento con maravillosos hermanos. En cuanto a esa pestaña, de mejores amigos de las redes, en ese cajón, o como quiera que se llame ese espacio virtual;
entran y salen los contactos. Porque no son personas quienes ocupan la lista de
seguidores, son contactos. Los chavales, que ya no son tan niños, vetan a otros
de sus publicaciones, historias; limitan el acceso a sus fotos a parte de la
gente que les sigue. Y van variando sus listas caprichosamente. Sacan y meten a
sus contactos de mejores amigos según les sople el viento. Ignoro si los
sentimientos asociados a la expulsión del selecto clan son análogos a aquéllos
que acuciaban el corazón de los abandonados como mejores amigos, los denostados
por una novedad o un juego en el que no eran expertos, los sustituidos por
otros más altos o más bajos, más exitosos. Los que por su aspecto, origen, por
la moda o la casualidad quedaban esquinados a la categoría de raros,
solitarios, de lo que hoy serían carne de cañón para ser objeto de bullying o
acoso escolar. Ignoro si la memoria de los elegidos es tan corta como lo era en
los tiempos de amistades de carne y hueso. Entonces quien había sido amigo del
alma cruzaba la valla y podía convertirse en perfecto desconocido, objeto de
burlas o indiferencia, como si el pasado no existiera.
Sigue habiendo mejores amigos. Y me parece tan tierno. Chavales de 20 años que son mejores amigos. No es que Mengano sea su mejor amigo. Se elimina la propiedad en la sentencia. Son mejores amigos. Se puede ser mejor amigo de mucha gente, no importa el género. Son mejores amigos también. Es decir la palabra mejor no implica exclusividad, sino estatus. Tengo mis dudas de esos mejores amigos que en realidad son uno del otro, el amor de su vida.
Aprendiendo que es gerundio. Ese amigo con mayúsculas. Mi mejor amiga, dice Carmen de mamá. La echo tanto de menos.
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