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13/01/2022

ES POR GUSTO

Me encanta esa llamada a cualquier hora, cuando es por gusto. ¡Hola! Es por gusto. Te llamo porque sí. No hay recados ni mensajes. Es un toque descolocado. Es por gusto. Para charlar, un minuto, aunque haga cinco que os habéis visto, achuchado, querido. O lleváis 20 horas de avión  separados. Es por gusto. Es el amor de tus amores. Es un amigo, es padre, es madre, es tu hermana, tu abuela. Es por gusto. Es el amor de tu vida. Es por gusto. No tienes nada nuevo que contar, es por gusto. Queda todo por decir. Es por gusto. 

Para hablar se inventó el lenguaje. Para comunicarnos. El lenguaje que nos une, que nos facilita entendernos. El lenguaje que nos separa. El silencio que nos mata. Las palabras, que acotan  sentimientos que carecen de fronteras. Las palabras que diferencian emociones, que identifican lo que te quiero si es que se puede; lo bien que me caes, lo majo que me pareces desde que me encontraste, al otro lado del mar, del monte claro. ¿O fue al otro lado del espejo donde nos vimos por primera vez? Las palabras que dan forma y la quitan a lo que no tiene nombre. Las palabras. 

Las palabras que llenan el silencio. Las palabras que asignan a cosas y personas un nombre. Que las diferencia. Que las hace únicas, porque lo son. Las palabras que esquivan, que equivocan. Adjetivos que dan tono, tamaño, forma, y mucho más, a los nombres; nombres que son objetos, amigos, razones. Y así podríamos seguir desgranando funciones del lenguaje y las palabras, que estructuran el discurso. Y nos acercan. Y nos alejan. Y el silencio. Y hablar, y la ausencia. Y es que te llamo por gusto.

Mira lo que pasó allá, cuando se construyó la torre. En Babel cada uno iba a lo suyo. El egoísmo siempre hace daño. Es bueno compartir, es bueno ser generoso. Y escuchar. No podremos volver al Paraíso, pero al menos podríamos facilitarnos la vida. Hablando. Hablando. Quiero charlar por gusto.

 Me has llamado por gusto y me has dado la alegría.

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