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01/01/2022

ESTE AÑO TODAVIA NO HE LLORADO

Este año todavía no he llorado. Y es que yo soy de mucho llorar. 
Cuando éramos pequeñas, o al menos así lo recuerdo yo, el día uno de enero era el día de las primeras veces. Así es que cada cosa que hacíamos, era la primera vez que la hacíamos ese año. Una suerte de presentimiento nos invadía la emoción al nombrar lo qué fuera que habíamos hecho. El primer achuchón de nuestro padre, con sus barbas suaves, los primeros buenos días de madre, ese pitillo; el primer café en la cocina, los olor es del pan tostado; el primer baño. La primera vez que regábamos las plantas, que veíamos el sol, que discutíamos, que salíamos a la calle, que nos partíamos de risa. La primera vez era importante, porque intuíamos de algún modo, que como fuera el principio, sería el resto del año. Advertida por un presagio inexplicable, por irracionales premoniciones, intentaba, al menos la primera vez, hacerlo bien. Con la superstición latente de sentir que si empezábamos bien el año, haciendo las cosas bien desde el principio, todo iba a ir bien. Yo creo que lo sigo pensando. 

Con esa idea medio premonitoria, medio fantasiosa, yo enfrentaba el despertar al primer día del año. Lo hacía con precaución y alegría. Es difícil encontrar en la memoria malos primeros días, que los habrá. Se me han borrado. Es como si quisiera empezar siempre bien. Para poder acogerme a algún refrán popular, de esos que solucionan todos los enigmas, como “lo que bien empieza bien acaba”, o algún otro mucho más sesudo, y que si está en el refranero por algo será.

Por eso hoy, que es primer día de año, quiero escribir mi primer post antes de haber llorado. Quiero escribir mi primer post desde la virgen mañana de un día de sol que aún no se ha estropeado. Parece que siempre el uno de enero hace sol y frío, siempre hace bueno. Quiero escribir desde la paz sin ruido, desde el corazón tierno que se despereza y olvida el dolor, desde el alma imberbe. Quiero dar mis primeros buenos días a la vida que sigue, que nos ha dado tanto y también nos lo quita. Buenos días por primera vez este año, con la


energía renovada por el sueño. Buenos días: es bonito dar los buenos días. Un deseo concentrado para que todo vaya bien.

Por esos hoy, que es el primer día del año, quiero mostrar mi agradecimiento por primera vez, antes de que se me olvide. Quiero darte las gracias, anónimo caballero, por recomendarme comprar yogures griegos de limón en Mercadona. ¡Están riquísimos! Por eso hoy quiero agradecer las felicitaciones, los buenos deseos, la alegría que llega por conductos invisibles. Y en mi recuerdo, este primer día del año está mi amiga romana, que su madre cumple años hoy. Como dice un amigo mío de cuando éramos pequeños, "todo va a salir bien". Así que, pa'lante y empieza con esos Yanquis propósitos de año nuevo por los que brindaste ayer. Que las burbujas no se rompan. Que sean buenos días. 

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