Este año todavía no he llorado. Y es que yo soy de mucho llorar.
Con esa idea medio
premonitoria, medio fantasiosa, yo enfrentaba el despertar al primer día del
año. Lo hacía con precaución y alegría. Es difícil encontrar en la memoria malos primeros días, que los habrá. Se me han borrado. Es como si quisiera empezar siempre bien. Para poder acogerme a algún
refrán popular, de esos que solucionan todos los enigmas, como “lo que bien
empieza bien acaba”, o algún otro mucho más sesudo, y que si está en el
refranero por algo será.
Por eso hoy, que es primer día de año, quiero escribir mi primer post antes de haber llorado. Quiero escribir mi primer post desde la virgen mañana de un día de sol que aún no se ha estropeado. Parece que siempre el uno de enero hace sol y frío, siempre hace bueno. Quiero escribir desde la paz sin ruido, desde el corazón tierno que se despereza y olvida el dolor, desde el alma imberbe. Quiero dar mis primeros buenos días a la vida que sigue, que nos ha dado tanto y también nos lo quita. Buenos días por primera vez este año, con la
energía renovada por el sueño. Buenos días: es bonito dar los buenos días. Un deseo concentrado para que todo vaya bien.
Por esos hoy, que es el primer día del año, quiero mostrar mi agradecimiento por primera vez, antes de que se me olvide. Quiero darte las gracias, anónimo caballero, por recomendarme comprar yogures griegos de limón en Mercadona. ¡Están riquísimos! Por eso hoy quiero agradecer las felicitaciones, los buenos deseos, la alegría que llega por conductos invisibles. Y en mi recuerdo, este primer día del año está mi amiga romana, que su madre cumple años hoy. Como dice un amigo mío de cuando éramos pequeños, "todo va a salir bien". Así que, pa'lante y empieza con esos Yanquis propósitos de año nuevo por los que brindaste ayer. Que las burbujas no se rompan. Que sean buenos días.
Que bonito y tierno😇😇
ResponderEliminarGracias Rosi. Un beso
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